OPINIÓN

Los Delinqüentes

Marco del Ojo, Er Canijo (dcha.) y su compadre Diego Pozo, Er Ratón.
Marco del Ojo, Er Canijo (dcha.) y su compadre Diego Pozo, Er Ratón, integrantes de Los Delinqüentes
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Marco del Ojo, Er Canijo (dcha.) y su compadre Diego Pozo, Er Ratón.

Hace poco escuchaba en una entrevista de televisión a Lola Índigo que se había inspirado mucho en la música de Los Delinqüentes para su nuevo trabajo, a su vez que también el Canijo de Jerez dijo en otra que quizá podría haber una gira de reencuentro del grupo en los próximos años, y no puedo negarlo, se me escapó una sonrisa. Ha pasado algo más de una década desde que se separaron de forma oficial. Entonces ya quedaban solamente el Canijo y el Ratón, dos de los componentes de una de las mejores bandas que han existido en nuestro país. En su día llegaron a ser tres los componentes, hasta que trágicamente se marchó Er Migue, aquel muchacho que cantaba al aire de la calle y a las nubes de pegatina. Un trío que salió tras las andaduras que hacían en Jerez justo en la escalera de la pescadería vieja frente al pub Los Dos Deditos. El resto es historia de la música.

Tras varios años meditando esta cuestión, creo que es posiblemente el grupo que más sonrisas ha logrado sacar. Y sí, me refiero a que las canciones de estos poetas gaditanos han impregnado todo tipo de momentos. Los Delinqüentes suenan en situaciones de alegría, pero también de pena, en ratos de soledad o de acompañamientos, en viajes de autobús o de coche, en bares y festivales, en casas y en comercios. Han entrado en los hogares. Algo habrán hecho bien.

Pero lo que va más allá en los años que estuvieron publicando discos y reponiéndose a las trágicas circunstancias que el destino les ponía por delante es el hecho de crear una comunidad fiel e identificable. Los de la primavera trompetera y los que salen de los matorrales sabiendo que la vida no es una carrera, los que van con sus guitarras a Chiclana y los que desayunan algo fresco a la luz del Lorenzo, los que conocen a los trabubus, al abuelo Frederick o al pirata del estrecho. Un grupo que ha conseguido que cuando alguien al que no conoces confiesa que es garrapatero, automáticamente te saca una sonrisa. Es decir, es uno de los tuyos. Dicen que de equipo de fútbol nunca se cambia. Posiblemente tampoco podremos jamás dejar de tener ese sentimiento de bichos que salen de las flores y que nos hace ser naturales o auténticos, como bien definía en su día Migue.

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