Los riesgos del volcán de Islandia: "La lava puede afectar edificios y casas, pero el mayor peligro es el dióxido de azufre"

La erupción del volcán cerca de Grindavík.
La erupción del volcán cerca de Grindavík.
Carlos Gámez
La erupción del volcán cerca de Grindavík.

El lunes por la noche entró en erupción un volcán situado a pocos kilómetros de Grindavík, una ciudad del suroeste de Islandia. Los primeros avisos de que algo así podría ocurrir tuvieron lugar hace semanas, en noviembre, cuando se registró una intensa sismicidad en su perímetro, que incluso levantó carreteras. La Oficina Meteorológica de Islandia (MET) ha informado de que la lava sale por una fisura eruptiva que, en varios tramos, suma casi cuatro kilómetros de largo.

Aunque se declaró el estado de emergencia, los expertos de ese país vieron enseguida que ha habido "suerte" con la localización, el punto concreto en el que se ha producido la erupción en la península de Reykjanes, y la evolución, dado que muy pronto ha caído el nivel de expulsión y la lava no fluye hacia infraestructuras relevantes. Pero con la naturaleza nada está escrito, advierten.  

Itahiza Domínguez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), en declaraciones a 20minutos, ha explicado que, a diferencia del volcán de La Palma, cuya erupción fue estromboliana y explosiva, en Islandia lo que se produce es "un tipo de erupción fisural basáltica y efusiva, no explosiva, aunque genera, sobre todo al principio, fuentes de lava que pueden llegar a alcanzar decenas de metros de altura". 

A Domínguez lo que más le sorprende de esta nueva erupción es el tamaño de la fisura, mayor que las anteriores en la zona, y alcanza casi cuatro kilómetros de longitud, mientras que el volcán de La Palma tuvo una fisura de unos 700 metros de largo. 

Para José Mangas, catedrático de geología y experto en vulcanología en la Universidad de Las Palmas, la fisura que se ha abierto ahora "es muy bonita". Explica que, en fotografías, se pueden identificar tres tramos "en escalón" de fisura asociada a la dorsal y que la característica principal que él señalaría es que tienen una tasa eruptiva muy alta, "que el volumen de material que es capaz de expulsar es muy grande, de unos 5-10 metros cúbicos de lava al segundo, y un mero cúbico son 1.000 litros". 

El sismólogo del IGN, Domínguez, considera la principal preocupación es la salida de lava y de gases como el dióxido de azufre cerca de una zona poblada (Grindavik, ya evacuada). Los servicios de protección local están muy atentos, dice, "al peligro de que las coladas de lava puedan afectar a infraestructuras, edificios y casas, así como la emisión de dióxido de azufre que el  viento podría llevar a zonas habitadas, aunque todavía es pronto para decirlo y dependerá de la evolución de la erupción y de su duración". Sobre este aspecto, dice que es imposible pronosticar cuánto durará la erupción, pero no le extrañaría que fueran "varias semanas". 

Imágenes aéreas de la fisura del volcán a 4 kms de Grindavík. (EFE)

Eso sí, al no tratarse de una erupción caracterizada por expulsión de cenizas, el experto del IGN cree que esta vez no conllevará cierres del espacio aéreo europeo, como sí ocurrió en 2010, cuando el volcán islandés Eyjafjallajökull entró en erupción bajo un glaciar y el agua ayudó a aumentar la explosividad de la erupción.

De la misma opinión es el catedrático José Mangas: "En aquella ocasión al estar bajo un glaciar, en parte de la fisura se produjo una contracción brutal, y eso generó fracturación del magma y se crearon cenizas y se interrumpió la navegación aérea en Europa. En este caso, si no hay ríos o cascadas cerca no va a haber esa interacción", que compara a juntar agua con aceite, porque aquí la lava está aproximadamente a 1.300 grados.

Los expertos consultados creen que por la tasa emisión las coladas llegarán allí donde la geografía las mande y haya zonas bajas que rellenar, quizás al pueblo y a la planta de energía geotérmica en la zona, dice Domínguez, o incluso al mar, según Mangas, haciendo que la isla gane terreno, como ocurrió en La Palma. 

Un proceso preeruptivo "peculiar"

Itahiza Domínguez califica de "peculiar" el proceso preeruptivo que activó las alarmas el pasado 11 de noviembre con una deformación muy rápida y una sismicidad intensa. "En aquel momento se pensaba que la erupción podría ser en horas, pero no ocurrió".

"Ha tardado bastante", corrobora José Mangas, "cuando salió en la prensa la crisis y fracturas en las carreteras creí que en una semana habría erupción, pero ha aguantado un poquito más. La naturaleza, que es impredecible", añade.

Respecto a las horas previas a la erupción, Domínguez certifica que se constató un enjambre sísmico y "comenzó la erupción" que no se sabe cuánto material podría llegar a extraer.

Una zona con enorme actividad sísmica

Desde 2021 han sido varias las erupciones en la península de Reykjanes de Islandia, donde está ocurriendo la actual. Los científicos explican que toda esta zona es susceptible de tener erupciones como demuestra la existencia de numerosos volcanes, fruto de las erupciones monogenéticas, en las que el magma sale cada vez por un lugar diferente.

Se trata de una zona donde se están separando las placas tectónicas Euroasiática y americana, "por eso ahí hay tantas erupciones".

El país, Islandia, pese a su dimensión, es una isla 50 veces mayor que Gran Canaria, está de por sí poco habitado, con unos 300.000 habitantes, y las erupciones forman parte de la vida de los locales. "Esto que ha sucedido no significa que no se pueda vivir allí. Si no no podrías vivir en islas volcánicas y hay que saber convivir con esos peligros. Hay una erupción cada 50 años, pero en una casa particular la probabilidad es que sea cada miles de años", asegura Domínguez.

José Mangas recuerda que Islandia es el único lugar del planeta que sobresale del mar en plena dorsal oceánica, y la península de Reykjanes donde más se emiten rocas volcánicas y magmáticas es lo que hay debajo.

A partir de ahora, según Mangas, el servicio geológico islandés, cuyos científicos tienen tanta experiencia, tendrá monitorizada la geodesia y estarán pendientes del sismógrafo y del tremor, ese ruido sordo que dará las pistas sobre cuál será la evolución de actividad volcánica.

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