Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

La peor arma es la que no se nota

Los robots creados por la IA pueden andar sobre superficies planas.
Los robots creados por la IA.
Bing Image Creator
Los robots creados por la IA pueden andar sobre superficies planas.

Año 2 de Ucrania bajo Rusia, año 1 de Gaza bajo Israel. Hutíes yemeníes disparando drones y misiles contra barcos en un estrecho de 29 kms que se llama Bab-el-Mandeb, La Puerta de las Lamentaciones. La otra orilla del estrecho, el Cuerno de África, donde China tiene una base militar en Yibuti (hay cinco bases de otros tantos países, incluyendo una de Japón); desde ese lado nadie dispara, de momento. USA arma una flota internacional en principio defensiva ante los disparos de la hutíes (España se ha escaqueado), pero los buques ya pasan de esa ruta rápida y esperan o van a dar la vuelta por África.

Netanyahu se ha metido en un avispero que se ha hecho mundial por el colapso de la navegación. Todo el mundo está tenso por el estrecho. Los hutíes no reblan, la guerra civil de Yemen, en tregua tensa, lleva años semiolvidada, uno de tantos conflictos enquistados, y ahora los hutíes, en su lucha contra Israel, son los que están colapsando el mundo.

En la otra punta Nicolás Maduro intenta que Venezuela succione un buen trozo de Guyana, excolonia inglesa rica en minerales y en cuyo mar ha aparecido petróleo. Reino Unido ha enviado un buque de guerra como apoyo simbólico a su excolonia. Venezuela es una ruina peligrosa que expulsa a su población. La invasión de Ucrania por Putin ha dado ejemplo y ha abierto un ciclo opíparo para la industria de armanmento, que abarca a todos los sectores. Ni un chip de lavadora es ajeno a la guerra.

En este clima hipertenso cada gesto dispara la inflación. El bitcoin y otras criptomonedas suben y esperan la legalización o regulación de los Estados a los que pretenden arrebatar el monopolio del dinero. Estados y bancos y fondos de inversión y grandes tecnológicas tienen un vínculo, más fuerte o más anecdótico, con la industria del armamento, que es uno de los focos más importantes, o el que más, de investigación, innovación y ciencia acelerada. Cuando las ciencias y las tecnologías se funden en un magma con avances diarios cualquier mínimo hallazgo o cualquier combinación puede producir un arma nueva, un factor que destruya o paralice al enemigo –o al amigo-- de una forma nueva e inesperada.

Cada cosa o idea puede servir para matar, inmovilizar, seducir o confundir al rival; pero la categoría de rival o enemigo, una vez que se tiene ese ultrapoder de un arma inédita, puede variar: un país o grupo de poder al que se respeta porque el enfrentamiento podría ser letal para ambos puede convertirse en una víctima si se consigue un arma, o un surtido de armas, que haga imposible, por ejemplo, detectar quién lanza el ataque o, incluso, si ciertos efectos corresponden a una agresión u obedecen a otras causas.

La IA está deslumbrando a los que la están creando, que por eso mismo están aterrorizados (el síndrome Oppenheimer) y los jefes como Elon Musk (que ha cerrado su proyecto Hyperloop) solo piensan en vivir en Marte ("No mires arriba").

La película de San Esmail (creador de las series “Homecoming” y “Mr. Robot”) "Dejar el mundo atrás", basada en la novela de Rumaan Alam, sugiere un plan en tres fases para provocar un golpe de estado en un país disfuncional (en ese caso USA). Hay bastantes países que lanzan satélites, algunos van a la luna, tienes bombas atómicas y toda clase de ingenios que pueden ser letales. Y hay bastantes agentes, grupos, rebeldes, como los hutíes, capaces de interrumpir el convulso rumbo de una  globalización cuya única defensa es que es esencial para todos, si no quieren volver al palo que predijo Einstein si no hay autocontención.

El territorio más marginal necesita al resto del mundo para sobrevivir. La vida en un chip. A esta escala nunca se había dado tanta interrelación y tanta dependencia, así que este es un fenómeno nuevo al que, como a todos, nos hemos acostumbrado sobre la marcha, ya que lo disfrutamos y sufrimos en directo: en las ventajas, en la conciencia del horror, en los precios. Nadie puede estar ajeno a las movidas de los hutíes o de Putin porque esos actos suponen el alza de precios.

El gran peligro es la IA desbocada aplicada a una industria que no puede sujetarse porque la competitividad, en su caso, además del dinero y el precio de las acciones, supone ganar o perder, matar o morir. Europa está tranquila en su función normativa y reguladora, pero ya presiente que esta es la última siesta. Además, la regulación, tan necesaria, a menudo es inútil, llega con retraso (y es inútil de nuevo) o supone un fastidio para la población (como las cookies, que reúnen los tres factores de inutilidad), y tampoco se puede regulan lo que aun no existe oficialmente... pero ya funciona. El dilema es ir por delante o ir a remolque. Como dice Mateo Valero entrevistado en Heraldo de Aragón: "Donde se pone dinero hay ciencia; donde no se pone, es escasa". 

Si te instalas un navegador y una extensión que detecta y --si puede-- bloquea los robots rastreadores verás a cuántas multinacionales le interesan tus movimientos. Estos datos de años o décadas, pasados por la algoritmia, predicen lo que vas a hacer después, y siempre. Esa sabiduría inédita aplicada sobre 4000 millones de personas conectadas se podría combinar y el conjunto podría darnos una especie de estado de conciencia del planeta humano (millones incluirían a sus mascotas). Pero eso ya lo tienen, y no nos lo van a dar.

El ideal de las armas es que los afectados por el ataque (excepto que sea disuasorio o preventivo) no se enteren del mismo ni de quién lo lanza, y un ataque puede ser mental, y disolver un país con ideas. El ciberataque, si no busca cobrar en el acto, basa su éxito en pasar inadvertido y mantener el control. Otro meme popular que dicen en "Dejar el mundo atrás" es: si no estás paranoico es que es demasiado tarde.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento