Una Capitalidad Verde sin agua

Resulta paradójico que Valencia estrene en 2024 su Capitalidad Verde Europea con su emblema principal, La Albufera, sufriendo por culpa de la sequía. Los turistas que nos visitan estas Navidades deben de estar felices con el clima que gozamos estos días, pero los valencianos tenemos la vista puesta en el cielo con la esperanza de que el año entrante nos traiga agua suficiente para paliar los efectos del otoño más seco de los últimos 40 años.

Resulta paradójico asimismo que el cap i casal estrene su año más ‘verde’ justo cuando ha salido adelante la ampliación de su Puerto, una de las pesadillas del anterior alcalde, Joan Ribó, y su equipo, pero un sueño para la mayoría de valencianos que miran esa infraestructura como un bien necesario para el futuro de la Comunitat.

La Albufera y la ampliación del Puerto son dos buenos ejemplos del reto que tenemos para hacer sostenibles las necesarias inversiones para nuestro desarrollo y el respeto por el medio ambiente. Dos desafíos a los que se suman el turismo creciente y el aumento de población previsible. La Comunidad Valenciana sigue siendo muy atractiva para muchos extranjeros y españoles de otras comunidades, como en los años del desarrollismo del pasado siglo.

Los valencianos tenemos la vista puesta en el cielo con la esperanza de que el año entrante nos traiga agua suficiente

Espero que la cumbre de alcaldes y de expertos prevista con motivo de la Capitalidad Verde Europea sea un foro que aporte soluciones a estos retos, sin dramatismos ni distopías, sin política barata ni cortoplacista. Mientras tanto, el común de los mortales seguirá mirando al cielo con la esperanza de que el 2024 nos traiga agua suficiente para paliar la sequía. ¿Y por qué no? También tendrá la vista puesta en La Moncloa, para ver si de una vez por todas, se hace justicia con el eterno tema de la financiación.