El Teatro de La Abadía y la Sala Cuarta Pared presentan esta semana dos espectáculos teatrales que retratan y ficcionan hechos relacionados, directa o indirectamente, con el terrorismo etarra. Dos obras que se estrenan en Madrid el jueves 18 de enero, concebidas con la intención de poner al público frente a "verdades con aristas", como define uno de los autores de los textos dramáticos, Mariano Llorente (Madrid, 1965). "El teatro debe meterse en charcos complicados, enfrentarnos con nuestras contradicciones para hablarnos de la condición humana". La polémica trasciende los parámetros artísticos, en alguno de los casos.
María Goiricelaya (Bilbao, 1983) es autora y directora de Altsasu, una producción de La Dramática Errante que ha despertado un revuelo político notable. Mariano Llorente firma el texto y la dirección de Nuestros Muertos, al frente de la compañía Micomicón. Con ambos hemos conversado en relación a estos montajes.
La sinopsis del espectáculo firmado por Goiricelaya dice así: "En la madrugada del 15 de Octubre de 2016, se produce a las puertas del bar Koxka, en el pueblo de Altsasu (Navarra) un altercado en el que se vieron implicados varios vecinos del pueblo, dos agentes de la Guardia Civil y las parejas de éstos. El resultado fue de dos detenidos y un tobillo, el del teniente, roto. En menos de 24 horas Altsasu se convierte en un plató de televisión y la criminalización de todo el pueblo por parte de los medios de comunicación es imparable. En menos de un día y medio, el caso se convierte en un asunto de Estado y los denunciantes se niegan a declarar ante la Policía Foral, algo que sí hacen ante sus compañeros de la Guardia Civil".
En este resumen se ha obviado la raíz de lo acaecido, no a las puertas del bar sino en su interior, donde se increpó, insultó y golpeó a dos guardias civiles y sus parejas, al ser identificados, con clara intención de echarles del bar. Pero ese propósito no parecía quedar en una mera expulsión. "Os vamos a matar por ser guardias civiles", fue una de las frases que se les dedicó, dejando meridianamente clara la raíz del odio que su presencia despertaba.
La atención de Goiricelaya se centra fundamentalmente en cuestionar el proceso judicial que siguió a estos hechos, por el que finalmente La Audiencia Nacional condenó a ocho personas a penas de entre 2 y 13 años de cárcel, rechazando los cargos de terrorismo propuestos por la Fiscalía.
"Cuando el Caso Altsasu estalla levanta ampollas en muchos sectores ciudadanos, políticos, judiciales y de algunas ONG. Hay una injusticia percibida por muchos flancos -estima Goiricelaya-. Se observa una desproporción judicial, ya que agresiones a fuerzas de seguridad registradas en otras provincias o comunidades derivaron en sentencias muy distintas. Esto despertó el cuestionamiento de si estaban siendo juzgados por el código penal o por el código postal. Me pareció que este tema merecía ser tratado en Altsasu".
La autora siente que su obra ha logrado un objetivo que parece básico, tras las más de setenta representaciones ofrecidas desde que se estrenó en 2021: "El primer avance está en poder hablar. Que la gente venga a ver el espectáculo y después salga con ganas de debatir. Altsasu reta a la empatía del espectador. Obliga a ver hasta qué punto eres capaz de ponerte en los zapatos de uno u otro. Si eres capaz de asimilar el dolor ajeno o una ideología que para ti puede ser dispar; si te atreves a escuchar y confrontar con un pensamiento que no es el tuyo. El espectáculo permite avanzar, no sé si hacia el perdón compartido, pero sí hacia la convivencia”.
Cada uno de los cuatro actores asume papeles contrapuestos, de modo que un mismo intérprete puede ser agresor y agredido alternativamente, abogado o acusador, asumiendo un juego que persigue esa empatía aludida.
Mariano Llorente siempre se ha sentido inclinado a reflejar en sus obras la violencia que viene marcada por una motivación política. En montajes anteriores de Micomicón ha partido de situaciones relacionadas con la Guerra Civil o la represión franquista. Incluso se ha centrado en los españoles que acabaron en el campo de exterminio de Mauthausen, como en El triángulo azul, obra estrenada en 2014. En Nuestros muertos, Llorente escenifica el encuentro entre una anciana y el preso arrepentido de ETA que asesinó a su hijo, pero la situación deriva en un antecedente que cierra un círculo de violencia.
El autor del texto ha estado muy implicado, personal y colectivamente, en las iniciativas de Recuperación de la Memoria Histórica. "La compañía siguió muy de cerca la exhumación de Timoteo Mendieta, por una vinculación emocional e ideológica. Finalmente, su hija Ascensión Mendieta, de 88 años, quien abrió la puerta de casa a los asesinos de su padre en 1936, siendo una niña, consiguió el propósito de recuperar los restos de Timoteo".
Aquella historia real se cruzó cuando afrontaba el texto dramático que ahora nos ocupa, en el que se escenifica el encuentro entre una víctima del terrorismo y el etarra arrepentido que habían atentado contra su hijo. Un encuentro similar a aquellos diálogos enmarcados en lo que se denominó encuentros restaurativos de Nanclares de Oca.
"Empecé a escribir sobre la vía Nanclares. El hecho de que un etarra se enfrente a la víctima directa de uno de sus asesinatos, a lo que tenga que oír o tengan que reprocharle, me parece muy potente -asegura el autor-. Planteé a un anciano como protagonista y, de pronto, ese anciano se convirtió en Ascensión Mendieta. Imaginé que ella tuviera la desgracia de que también ETA la hubiera atravesado de dolor. Con eso llego a una metáfora de España, uniendo dos violencias durísimas que han hecho mucho daño en nuestro país". Así es como Ascensión Mendieta se convirtió en la protagonista de una obra sustentada también por cuatro actores, donde la violencia es un eco que parece regresar periódicamente.
De este modo, se enlazan momentos históricos en los que el asesinato político fue una realidad cotidiana. Mariano Llorente también se siente afectado por las violencias concitadas, aunque de diferente modo. "Tengo algunos casos familiares que sufrieron la represión franquista; y en cuanto a la violencia de ETA la he vivido como cualquier español. Siendo madrileño lo he sentido como un problema de mi país. ETA nace para luchar contra el Franquismo, pero luego sigue matando en democracia, algo que jamás le perdonaremos. Mi posición contra el terrorismo es sin paliativos", asegura.
Volviendo al propósito de María Goiricelaya, de que la gente venga al espectáculo para después debatir sobre el mismo, no es inoportuna la reivindicación puesto que hay quien pretende coartar esa posibilidad. VOX ha solicitado al consejero de Cultura, Mariano de Paco, que retire la obra Altsasu de la programación de La Abadía, dando por sentado que pueda interferir en las decisiones de un teatro que ni siquiera es propiedad de la Comunidad de Madrid. Además, ha convocado una protesta contra la obra en la puerta del teatro la tarde del estreno.
Juan Mayorga, director artístico del Teatro de La Abadía, ha asumido la responsabilidad de la programación de Altsasu. La Abadía rinde cuentas ante un patronato formado por personalidades independientes y varias instituciones: el Ayuntamiento de Madrid, el INAEM y, efectivamente, la Comunidad de Madrid. Con estas palabras transmitía su posición el día de la presentación de la obra en cuestión: "La Abadía no tiene por qué asumir el discurso de estos creadores, pero es importante que ellos tengan un espacio para proponer una conversación. Creo que la sociedad española está preparada para aceptar propuestas como Altsasu y pensar lo contrario sería adoptar una mirada infantilizadora, como si el ciudadano fuera un niño que no puede ver ciertas cosas".
Nada ni nadie puede coartar las conversaciones propuestas, hurtar la opción de que las representaciones que las propician se lleven a cabo. Seamos capaces de apreciar los enfoques elegidos en cada caso, con sentido crítico y sin apriorismos. Asuman, del mismo modo, los creadores la valoración que los ciudadanos puedan realizar sobre lo expuesto, tratándose de temáticas que nos tocan en lo más hondo. En los teatros de Madrid, a disposición de todos.
- 'Altsasu': del 18 al 28 de enero en el Teatro de La Abadía
- 'Nuestros muertos': del 18 de enero al 3 de febrero en Sala Cuarta Pared
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