La Universitat Pompeu Fabra de Barcelona tramitó 20 denuncias por acoso, abuso o insultos desde 2014, 18 contra docentes

  • "Entre alumnos, hay menos, porque se pueden resolver más fácilmente", han señalado desde la UPF.
La Universidad Pompeu Fabra de Barcelona desde el aire
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Frederic Camallonga
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La Unitat d'Igualtat de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona ha tramitado ya 20 denuncias por acoso, abuso o insultos desde 2014: 18 de ellas, interpuestas por alumnos contra el Personal Docente e Investigador, o personal de administración, y dos de ellas, entre estudiantes.

Así lo ha explicado el vicerrector de Personal Docente e Investigador de la UPF, Pablo Pareja, quien ha detallado que entre el periodo 2014-2018 se contabilizaron siete denuncias; entre marzo de 2018 y diciembre de 2019, 8, y entre enero de 2020 y finales de 2022, 5.

"Denuncias entre alumnos, hay menos, porque se pueden resolver más fácilmente. Al ser entre iguales, las personas tienen más mecanismos para poner fin a la situación. Ante un profesor, los alumnos se sienten más indefensos e incómodos", ha añadido. 

Dos alumnas denunciaron a su compañero en 2019

Una de las denuncias entre alumnos fue en 2019, momento en el que dos jóvenes que cursaban el primer curso del grado de derecho en la UPF, denunciaron sentirse acosadas por un compañero suyo al que “únicamente” conocían por haber coincidido en alguna clase.

El 28 de enero de ese mismo año, las alumnas empezaron a recibir mensajes del acusado a través de WhatsApp y “sorprendidas por recibir estos mensajes”, una de ellas le respondió el mensaje diciéndole que creía que se había confundido de destinatario.

"Pese a ello, el acusado, con una actitud de hostigamiento y con la finalidad de alterar su vida cotidiana, continuó enviando estos mensajes hasta el 11 de febrero de 2019", ha señalado la sentencia. El hombre  también recurrió al correo electrónico de la universidad para seguir enviándoles mensajes por ese medio.

"Sois el mejor regalo del mundo"

Entre los mensajes que recibían, se observaba como el joven les pedía “dejarlo todo atrás, y empezar de nuevo con ellas”; les pedía que estuvieran cerca de él, puesto que eran “el mejor regalo del mundo”. Les decía que les esperaría en la puerta de la universidad.

"Muchas de las cosas que me han pasado era para llegar a vosotras, he intentado salir del inframundo, pero la gente no me acompañaba, seguramente sabéis más que yo, y menos mal, porque estoy ansioso por formar parte de vuestras vidas", les comunicaba.

Las víctimas, "ante la situación de temor y desasosiego que sufrían por la continuación y reiteración de la conducta del acusado", decidieron conjuntamente enviarle dos mensajes, rogándole que no las escribiera más. 

Aun así, el hombre continuó, mientras que esta vez, también intentaba mantener contactos físicos con ellas en la universidad. Las jóvenes declararon que el varón también les expresó su deseo de mantener una relación afectiva con una de ellas, persiguiéndolas asimismo por el campus.

La Universidad les propuso estudiar en casa

La sentencia ha expresado que las víctimas se vieron “obligadas” a buscar siempre la compañía de terceras personas para evitar encontrarse con el acusado en la facultad. Cuando la universidad tuvo conocimiento de lo transcurrido, acordó con las víctimas quedarse en casa para estudiar, en vez de acudir a clase, y en el momento de realizar los exámenes, habilitarles otras aulas de la universidad. Finalmente, una de las víctimas abandonó sus estudios.

La sentencia condena al acusado, por dos delitos de acoso, a 10 meses de prisión, con inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de condena. También le impusieron la prohibición de comunicarse con las víctimas y de aproximarse a menos de 500 metros de ellas, de sus domicilios, o de cualquier otro lugar que frecuenten durante cuatro años.

"La sensación que me dio fue que yo era el problema"

Según Pareja, las jóvenes comunicaron los hechos a dos días del periodo de exámenes, por lo que “no daba tiempo de abrir un expediente y abrir medidas cautelares”, así que únicamente se decidió, a corto plazo, proponerles realizar el examen en otro campus para estar “tranquilas”.

Sin embargo, una de las víctimas, asegura no haberse sentido “acompañada” por la Universidad, puesto que se les comunicó no poder volver al campus. "Las opciones que me dieron fueron las de hacer un traspaso de expediente y cambiar la matrícula a la Universitat de Barcelona (UB). La sensación que me dio fue que yo era el problema y era a mí a quien querían sacarse de encima", ha lamentado.

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