Así era el Magerifelis piegnei, el gato que habitó Madrid hace 15 millones de años

  • Tenía el tamaño aproximado de un caracal y su fuerte mandíbula indica que podía cazar presas más grandes.
En la ilustración científica se puede apreciar la robustez de la mandíbula.
En la ilustración científica se puede apreciar la robustez de la mandíbula.
Jesús Gamarra / Cedida
En la ilustración científica se puede apreciar la robustez de la mandíbula.

En el año 2007, mientras se realizaban las obras del intercambiador de Príncipe Pío, aparecieron varios fósiles entre los que destacaba la hemimandíbula (la mitad de una mandíbula) de un pequeño felino. El estudio sobre estos restos, elaborado por un equipo de investigadores del Museo de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), acaba de ser publicado en una revista especializada.

En el Mioceno medio, hace 15.5 millones de años, cuando el paisaje de Madrid era más similar al de una sabana africana que al bosque moderno, con extensas praderas arboladas, un felino del tamaño aproximado de una hembra de caracal (7,5 kg) habitaba en el territorio donde hoy se levanta la estación de Príncipe Pío.

Compartía espacio con una gran variedad de animales, como los rinocerontes Hispanotherium, los pandas rojos Magerictis, tortugas gigantes Titanochelon, los mastodontes Gomphotherium, jabalíes Bunolistriodon e incluso con un pariente lejano de las jirafas, los Triceromeryx. La fauna del Mioceno comenzaba a parecerse a la que conocemos en la actualidad, sustituyendo a la fauna previa del periodo Oligoceno, un evento que tuvo un profundo impacto en la evolución de la vida en la Tierra.

El felino protagonista también debía andarse con cuidado para evitar encontronazos con algunos carnívoros más grandes que él, como los falsos dientes de sable, del género Sansanosmilus, los félidos Pseudaelurus y los Hemicyon, un carnívoro emparentado con los úrsidos pero de aspecto similar al de un lobo.

La combinación de su nombre

Jesús Gamarra, paleontólogo por la UCM y miembro del equipo investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC en el yacimiento paleontológico, nos explica la elección del nombre para este felino madrileño que bautiza una nueva especie: su nombre significa ‘gato de Madrid’ (de Magerit, nombre que dieron los árabes a Madrid, y ‘felis’, gato en latín). El nombre científico se dedica a Stéphane Peigné, un paleontólogo especializado en carnívoros, gran amigo del equipo que publicamos el artículo (Manuel J. Salesa, Gema Siliceo, Mauricio Antón, Jorge Morales y un servidor) y que falleció en 2017”.

Gracias a la comparación que se puede realizar entre los felinos actuales con un tamaño similar al Magerifelis piegnei, como los linces, los servales o los caracales, se puede hipotetizar qué tipo de alimentación tenía este felino primitivo, y que probablemente incluía aves, roedores, conejos y reptiles, especies cuyos restos también están presentes en el yacimiento de Príncipe Pío-2. Sin embargo, y he aquí una de las características más especiales de Magerifelis, es que el estudio de su mandíbula ha revelado que es mucho más robusta que la de los felinos actuales. “Esta robustez le confiere mucho más espacio a los músculos encargados de la mordida. Es por esto que creemos que pudo ser capaz de ejercer un mordisco más fuerte que caracales, servales y linces, y acceder a un rango de presas mayor. Es posible que pudiera depredar sobre pequeños rumiantes que existieron en la época, de en torno a 8 kilogramos de peso u otros animales de talla similar, matarlos rápidamente y subirlos a un árbol para evitar a depredadores mayores y comérselo tranquilamente, estrategia que también siguen muchos felinos hoy en día”, nos aclara el experto con un máster en paleontología avanzada.

Resulta asombroso como la ciencia paleontológica es capaz de extraer datos de considerable precisión a partir de la mitad de una mandíbula. No obstante, gracias al fósil de Magerifelis y la comparación con otros fósiles, los paleontólogos han podido determinar que esta especie también habitó en los yacimientos de Bézian y de Artenay, en Francia. Además, en el caso del felino extinto encontrado en Madrid, los investigadores pudieron utilizar la dentadura del fósil para determinar que el animal era un felino muy primitivo al conservar el segundo molar inferior, que es una característica que los felinos modernos han perdido. Su talla aproximada, nos aclara Gamarra, se ha calculado “mediante fórmulas matemáticas que tienen en cuenta la medidas de los dientes; de esa manera podemos estimar el peso del animal si lo comparamos con felinos actuales”.

En la ilustración científica se puede apreciar la robustez de la mandíbula.
Reproducción en 3D de la mandíbula, cráneo, músculos de masticación (incluido el segundo molar inferior) y la apariencia en vida de Magerifelis piegnei.
Jesús Gamarra / Cedida

Un excepcional patrimonio paleontológico

El hallazgo de estos restos en Madrid son muy valiosos para esclarecer las relaciones de parentesco entre los felinos prehistóricos, ya que existen muy pocos restos fósiles pertenecientes al periodo del Mioceno, “Magerifelis es más moderno que el félido más antiguo conocido, Proailurus (de hace unos 24 millones de años), pero ambos comparten algunas características primitivas como el segundo molar inferior”, desarrolla Jesús Gamarra, que también realiza ilustración científica, en este caso paleontológica, “los dos son félidos, es decir, pertenecen a la familia Felidae, la cual a su vez se divide en las subfamilias Machairodontinae (félidos de dientes de sable) y Felinae (félidos de caninos cónicos, los únicos félidos supervivientes hoy en día). Magerifelis es uno de los primeros miembros de la subfamilia Felinae junto a sus parientes cercanos Styriofelis y Miopanthera, con los cuales comparte también muchos caracteres, si bien no tienen características tan primitivas como Magerifelis”.

En la península ibérica y en particular en lo que ahora es España, se han descubierto numerosas especies endémicas y ejemplares únicos de enorme relevancia en el estudio de la evolución, como el Aragosaurus del Cretácico, el perro de Erralla de 17.000 años o, ahora, un felino de 15 millones de años. Jesús Gamarra declara que nuestro patrimonio paleontológico “es muy importante a nivel científico mundial, y hay que seguir no solamente investigándolo, si no también divulgándolo y dándolo a conocer para que todos sepamos lo que tenemos bajo nuestros pies”.

Esta declaración lleva, inevitablemente, a una última pregunta para el experto, y es cómo trata España su patrimonio y a las personas que se dedican a la paleontología: “Cuando se encontraron los restos de Magerifelis, paleontólogos y paleontólogas estuvieron día y noche trabajando duro para extraer el mayor número posible de fósiles, siempre rodeados de maquinaria pesada a su lado. Creo que la figura del paleontólogo de obra civil está muy poco apreciada, porque son los que literalmente se juegan el pellejo para proteger el patrimonio de todos, y se les debería de dar el reconocimiento que se merecen”. No se olvida tampoco de los paleontólogos investigadores, para quienes reclama más apoyo por parte de las instituciones.

Referencia:

Vanessa M. Clavijo
Divulgadora

Empecé Antropología Social y Cultural, tengo el certificado profesional del curso de técnica en gestión medioambiental, el curso “The Truth about Dogs and Cats” de la universidad de Edimburgo y el curso “Capacitación social en educación canina, tenencia responsable y gestión del bienestar animal” de la UNED. Colaboro escribiendo sobre animales en '20minutos', 'Etología Canina' y para la Cátedra de Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos. He criado con responsabilidad gatos y perros, he sido asistente de tiendas de animales y auxiliar de peluquería canina y felina y me he dedicado a la gestión, atención y mantenimiento de especies animales e instalaciones en núcleos zoológicos.

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