Febrero es categorizado socialmente como el mes del amor, ya que el día 14 coincide con el día de San Valentín, conocido también como el día de los enamorados. Una jornada en la que las parejas aprovechan para hacer planes juntos y demostrarse su amor, aunque esto no quiere decir que ya lo hagan durante el resto de días del año.
Cenar en un restaurante exclusivo, ir a ver una película al autocine o ver el atardecer desde algún mirador de la ciudad son algunos de los planes que se pueden hacer en Madrid para disfrutar de este día. Pero hay quienes prefieren optar por algún destino rural para desconectar de la gran ciudad y pasar tiempo de calidad con la persona a la que aman.
Tres pueblos de la Sierra de Madrid en San Valentín
Situado al norte de la Comunidad de Madrid, concretamente en la Sierra del Rincón, se encuentra Montejo de la Sierra, un municipio a 88 kilómetros de la capital y que limita con la provincia de Guadalajara. Este lugar es perfecto para disfrutar en pareja de la tranquilidad en plena naturaleza, ya que cuenta con la zona del Hayedo, una dehesa de 250 hectáreas repleta de haya, robles y rebollos que fue declarada como Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en 2017.
La Hiruela
A tan solo 15 minutos en coche de Montejo de la Sierra se encuentra La Hieruela, un pueblo que cuenta con solamente 72 habitantes, según los datos que recogió el INE en 2021, algo que le hace especial y acogedor para una escapada en pareja. Un museo etnológico y un molino harinero son parte de su patrimonio, con los que se refleja la vida tradicional de este lugar perteneciente también a la Sierra del Rincón.
Patones
Otra opción para celebrar San Valentín haciendo una escapada dentro de Madrid es visitando el pueblo de Patones. Por este término municipal transcurre el paso del embalse de El Atazar y de los ríos Lozoya y Jarama, dejando varios ejemplos del patrimonio hidráulico de la comarca, tales como la antigua presa del Pontón de la Oliva, el azud de Valdentales y el Canal de la Parra.
En el siglo XX hubo una distribución entre los habitantes del pueblo que dividió Patones en dos: Patones de Arriba y Patones de Abajo. El primero fue declarado Bien de Interés Cultural en 1999 por ser uno de los ejemplos más representativos de la arquitectura de pizarra negra en Madrid, siendo el único pueblo madrileño que cumple con esta característica, y por su gran valor etnográfico y ambiental.
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