Irene Urdangarin, de 18 años, ha dado un giro a su vida. Recién graduada en el colegio, en lugar de comenzar una carrera, como tenía previsto, se ha ido de cooperante a Camboya, un país donde ya estuvo su hermano mayor, Juan, acompañando a las víctimas de las minas antipersona.
La revista Hola ha publicado numerosas fotos de las actividades que la joven realiza al amparo de la ONG Sauce, que dirige el jesuita Kike Figaredo, íntimo amigo de la familia Borbón.
Irene se pagó su billete de avión para trasladarse hasta el país asiático a mediados de enero. Estará allí durante seis meses.
Desde que ha llegado, se ha enfundado ropa práctica y cómoda, como pantalones cortos y prendas de algodón, algunas con el logo de la fundación de Figaredo y se desplaza en bicicleta siempre que puede.
Irene comparte con otra joven una pequeña casa en el centro Arrupe, dentro del barrio de la prefectura de Battambang. Es allí donde se coordinan todas las actividades de los voluntarios, que conviven con niños con alguna discapacidad y profesionales especializados.
Para Irene el día comienza a las 5 de la mañana. Una hora después, un camión traslada a los voluntarios a las distintas zonas de acción. La hija de Cristina e Iñaki trabaja con discapacitados físicos y mentales con dos grupos de educación. A las zonas en cuestión llega en camioneta o en moto por zonas sin asfaltar.
La indumentaria de la joven día a día es sencilla y cómoda: ropa ancha, una cruz camboyana como la que usa Figaredo en plata y pendientes en forma de jirafa, que es el animal que propone el jesuita como mascota de su idea, por su gran corazón de mamífero.
Además de recorrer la zona y atender a la población desfavorecida, Irene ya ha visitado la escuela de baile camboyano fundada por Kike Figaredo y de sus hermosas danzas locales. Más de 150 jóvenes integran esta iniciativa, que está en Ta Hen.
El deporte también forma parte de los planes de esta ONG. Y cualquier forma de integración, como ayudarles a que se hagan cargo de sus enseres, de su orden y de su propia organización en el centro de acogida.
Uno de los lugares que más ilusión le hace a Irene visitar es The Lonely Tree Café, que emplea a discapacitados y vende arte local. Hay muchas fotos de voluntarios y gente de apoyo, como de su madre, Cristina, que ha estado en diversas ocasiones en Camboya. Además, sus tres hermanos habían estado ya en el país, siempre atendiendo a causas solidarias.
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