Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

Agencias secretas

Representación de un agente secreto
Representación de un agente secreto
Getty Images
Representación de un agente secreto

El poco éxito aparente de las agencias de inteligencia occidentales podría ser simple discreción: parece que no dan una, pero quizá es una táctica. No eliminan a Putin, no limitan sus poderes; en tiempos tampoco pudieron con Fidel Castro, aunque parece que lo intentaron. No encontraron las urnas del referéndum ilegal de Cataluña. Claro que las agencias secretas quizá están condenadas a no difundir sus éxitos. La voladura del gasoducto NordStream 2, técnicamente impecable, no se sabe quién la ejecutó y nadie la ha reclamado.

A menudo el éxito de las agencias secretas es que nadie se acuerde de que existen. Pero a veces se echa de menos alguna acción decisiva: cuando los conflictos se vuelven horribles y se enquistan y el atribulado contribuyente, educado en la divina providencia de las agencias secretas, no sabe a quién recurrir.

Para acabar con los terrorismos en algunos casos es tan útil prometer a los asesinos buena paga de jubilación y honores vitalicios como las acciones combinadas de las agencias secretas, de las fuerzas y cuerpos de seguridad y el rechazo de la ciudadanía.

A cambio de esta modestia del anonimato las agencias secretas se llaman a sí mismas "servicios de inteligencia", lo cual es un desdoro para el resto de organismos oficiales, que tienen que dar ruedas de prensa y pagar anuncios a amigos para que se les reconozcan sus méritos o su mera existencia.

Hay quien piensa que la verdadera misión de las agencias secretas es nutrir de contenidos al cine

La condición para que unos servicios secretos sean buenos es que no se sepa que existen, o al menos que parezca que no hacen nada. Es el único sector en el que se exhibe la improductividad. A veces se han excedido en sus funciones derrocando gobiernos o martirizando a gente sin mandato judicial: lo que diferencia a las democracias de las dictaduras es que en las primeras (y no en todas) estos excesos criminales se cuentan en películas o documentales años después. De hecho hay quien piensa que la verdadera misión de las agencias secretas es nutrir de contenidos al cine.

Una de las tareas más difíciles de estos sigilosos negociados es crear enemigos duraderos para que sus gobiernos puedan... lo que sea que quieran hacer los gobiernos con esos enemigos acérrimos. A veces esos enemigos subvencionados se hacen tan poderosos que se vuelven incontrolables y hasta arremeten contra la mano --secreta-- que les da de comer.

El ámbito de actuación de las agencias secretas es tan especial que linda con la ficción y ellas mismas se nutren de series y libros y películas, que son su principal fuente de inspiración y a menudo de información. Así se completa el bucle: sus actividades sirven para crear ficciones y viceversa.

Y también se sirven de los formatos de ficción y ensayo para propagar sus memes y hacer autopromos de sí mismas. Y también para intoxicar y sembrar fakes, sobre todo en elecciones, siendo la referencia las agencias rusas; también hay casos de compañías privadas como el de la británica Cambridge Analytica con Facebook, etc.

A veces las propias agencias incluyen argumentos o supermemes en productos culturales. O fundan y mantienen editoriales y productoras, o están detrás de fondos que lo hacen. A fin de cuentas el poder más efectivo viene del dominio de los pensamientos, sentimientos apelmazados, sesgos sellados con emociones, etc.

Este mismo artículo podría ser el gancho para reclutar nuevos agentes secretos sin crear falsas expectativas, o sea, explicando que el sector, como casi todos, y a pesar de disponer de fondos reservados (pero no para usted), padece una gran precariedad y falta de recursos. Así que si esto es un anuncio, o el anuncio de un próximo anuncio, sepa que si rellena el formulario tendrá que pagarse el vestuario y el zapatófono, que las dietas ya no son las de antes, que se prohíben los tatuajes por todo el cuerpo y que se teletrabaja.

El modelo que se propone es la externalización de agentes que se pagan los autónomos. En contraprestación, no se exige patriotismo, ni lealtad ni llevar al cole a los hijos del jefe. Por supuesto, no se penaliza el ser agente doble.

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