Un líder político es aquel que tiene credibilidad, coherencia, empatía, capacidad de gestión y determinación en la toma de decisiones por adversas que puedan ser. Un buen líder político no se esconde: siempre está, máxime cuando lo que pasa depende en buena parte de las decisiones que ha tomado.

Si se quiere, podría también decirse que un buen líder político es aquel que sacrifica sus propios intereses en beneficio de la comunidad. En las elecciones a la Xunta de Galicia del pasado domingo 18, VOX obtuvo más votos que Sumar y Podemos juntos. ¿Cuántos minutos han oído ustedes a Yolanda Díaz, gallega del Ferrol, desde entonces? ¡Miren que le gustan a la señora las cámaras!

Visto lo visto, mucho me temo que la izquierda del PSOE, por decir alguna cosa, deberá encontrar a un nuevo líder más temprano que tarde, si la señora no cambia. Diría lo contrario si Yolanda Díaz hubiera comparecido después del hundimiento de Sumar en Galicia para responsabilizarse de lo ocurrido.

Veremos qué pasará en las elecciones al Parlamento Europeo en el mes de junio. Podemos y Sumar volverán a competir para conseguir algo en Bruselas. Al frente de Podemos estará, se supone, Irene Montero, que no necesita presentación. Con todo, antes habrá elecciones vascas. El PSOE puede seguir perdiendo poder territorial y, su izquierda, lo mismo.

A Sánchez solo le faltaba que el otrora todopoderoso número 3 del PSOE, ministro de Transportes y miembro del grupo reducido de militantes socialistas que dieron la cara por él en su lucha contra el aparato, se haya pasado al grupo mixto porque no quiere “acabar su carrera como corrupto cuando es inocente”, dice.

Los mismos socialistas hacen llegar a la prensa que es impensable que todo un exsecretario de organización del partido acabe votando en contra de sus compañeros y se alinee con los de Feijóo. No lo sé, pero, de momento, José Luis Ábalos, está por la pelea.