OPINIÓN

Tanques y tractores

Imagen de un tanque ruso visiblemente dañado en un pueblo próximo a Járkov, en Ucrania.
Imagen de un tanque ruso visiblemente dañado en un pueblo próximo a Járkov, en Ucrania.
EFE
Imagen de un tanque ruso visiblemente dañado en un pueblo próximo a Járkov, en Ucrania.

En el este de Europa, cuando se cumplen dos años de la invasión de Ucrania por las tropas rusas, los tanques siguen presentes, recordando cada día que la guerra es un doloroso presente y no algo lejano que pasará a estudiarse en los libros de historia.

Los días, las semanas, los meses –que ya contamos también en años– del conflicto van minando y desgastando el ánimo y las fuerzas de los combatientes.

El balance trágico de la cifra de muertos y desplazados abruma. El coste material que para los países aliados supone la prolongación del conflicto también pasa factura y en momentos parece resquebrajar el firme deseo de no abandonar a Ucrania a su suerte.

La reunión de Macron en París esta semana con más de una veintena de países de la UE y la OTAN ha supuesto un firme respaldo. Europa no puede permitirse que Putin gane porque lo que está juego, según el presidente francés, es "nuestra seguridad colectiva, la de hoy y la de mañana".

Más cerca de aquí estamos viviendo en el corazón de Europa y en nuestras propias calles otra batalla menos cruenta, en la que los tractores se vuelven tanques para revindicar las protestas de los agricultores en defensa de sus intereses. Entre otras razones, las quejas apuntan a la crisis del sector que no hace viable su rentabilidad y a las políticas agrarias de la Unión Europea.

Aunque aquí sea hablar en sentido figurado, a muchos de los afectados les va su vida en ello.

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