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La fragilidad de Yolanda Díaz en su congreso refuerza a sectores que apuestan por que Sumar sea un cascarón para las generales

La coordinadora de Sumar, Yolanda Díaz, en su discurso en el congreso del partido el sábado.
EFE

La ganadora nominal del congreso fundacional de Sumar que se celebró el sábado pasado fue la vicepresidenta Yolanda Díaz, que fue elegida formalmente coordinadora del partido y que asumió el control de la nueva dirección. No obstante, hubo quien sacó más rédito de una asamblea que, lejos de fortalecer a Díaz, evidenció la debilidad de las estructuras de un proyecto que tan solo consiguió llevar a votar a 8.179 militantes de los en torno a 70.000 inscritos con los que cuenta Sumar.

Entre estos ganadores se encuentran los sectores y partidos que apuestan por que Sumar se constituya como una alianza confederal que se presente a las elecciones generales y sirva para tener presencia a escala estatal, pero sin crear estructuras propias en toda España. Ese es el caso de la familia mayoritaria de Compromís, partido que precisamente no participó en el proceso asambleario del sábado pasado porque no quiere construir ningún tipo de organización que trascienda su marca. Pero también es lo que piensa un sector importante de Más Madrid, que no quiere que Sumar se desarrolle en esa comunidad bajo ningún concepto.

De hecho, la pugna de Díaz con Más Madrid fue uno de los episodios que protagonizó la jornada del sábado en el madrileño recinto de La Nave, donde se celebró el congreso de Sumar. Fuentes conocedoras del conflicto explican que, en los últimos meses, ha tomado fuerza en la formación autonómica el sector más reticente a una integración estrecha con Sumar. Especialmente, además, porque la organización comenzará ahora su despliegue territorial, y eso implica decidir de qué manera se implanta en la Comunidad de Madrid.

Sumar y Más Madrid han acordado las bases de esa implantación en un documento que no han hecho público pero del que cada cual ha dado una versión. El partido liderado por Mónica García asegura que Más Madrid será la referencia de Sumar en la comunidad a cambio de que Díaz sea reconocida como la líder en el ámbito estatal, y que no se fusionará con la federación madrileña de Sumar, no renunciará a sus siglas y tendrá la potestad absoluta a la hora de determinar el rumbo y la estrategia del espacio a la izquierda del PSOE en la Comunidad de Madrid. Por el contrario, la idea de Díaz es poner en marcha un modelo intermedio en el cual haya una cúpula autonómica compartida por dirigentes de los dos partidos y una marca también conjunta.

Tirantez con Más Madrid

Ese disenso, y el hecho de que se haya hecho público, enturbió el congreso fundacional de Sumar del sábado pasado. Las relaciones entre Díaz y Más Madrid están tirantes, y quedó claro ante la clamorosa ausencia de dirigentes del partido de Mónica García en la asamblea durante buena parte del día. Fuentes conocedoras de los entresijos de la organización explican que esa ausencia no fue casual, sino que Más Madrid circunscribió a propósito su presencia en el congreso a una delegación que acudió únicamente al mitin de cierre del acto, protagonizado por Díaz. El partido, además, no llamó a sus bases a participar en la votación para encumbrar a la vicepresidenta como líder de Sumar (tampoco hizo lo contrario), lo que contribuyó al mal dato de participación.

En cualquier caso, aunque esas reticencias de Más Madrid a involucrarse al máximo en Sumar quedaran expuestas a las claras el sábado pasado, lo cierto es que llevan meses larvándose e incluso expresándose en público. Hace un mes, la portavoz de Más Madrid en la Asamblea regional, Manuela Bergerot, señalaba en la red social X (el antiguo Twitter) que, pese a su "compromiso inequívoco" con Sumar, "está muy claro que en Madrid hay un único proyecto consolidado, en crecimiento y que funciona: se llama Más Madrid". Bergerot es una figura próxima a Mónica García, tanto que fue designada portavoz por ella cuando la líder asumió el cargo de ministra de Sanidad.

La propia García tuvo mucho cuidado de referirse a Sumar tan solo como una "fuerza hermana" en su discurso del sábado, pese a que Más Madrid es una de las formaciones constituyentes de la alianza Sumar. Y fuentes del partido insisten en que una parte importante de Más Madrid piensa que Sumar debe ser únicamente una confederación de organizaciones y que la de Díaz debe tener el mismo peso que el resto y no entrometerse en los territorios en los que existe ya una marca fuerte a la izquierda del PSOE, como es el caso de la Comunidad de Madrid.

El problema para Díaz es que ese modelo de organización va justo en contra del que ella lleva meses montando, y además la debilitaría porque su poder orgánico dependería en buena parte de sus aliados. La idea de la vicepresidenta es que Movimiento Sumar —su partido, que no por casualidad se llama igual que el conjunto de la alianza— sea una especie de paraguas que esté por encima del resto de las formaciones. Ese modelo potenciaría que haya afiliados que militen en torno a Díaz sin pertenecer a IU, Más Madrid o Catalunya en Comú, lo cual reforzaría la figura de la líder frente al resto de las organizaciones.

No obstante, hoy por hoy la vicepresidenta se ha visto obligada a ceder poder territorial para evitar la contestación interna por parte de sus aliados. Y eso la deja en una situación precaria para montar su partido a escala nacional, puesto que no tiene el control total de la organización en casi ninguno los lugares donde la izquierda a la izquierda del PSOE tiene un granero de votos importante. En Andalucía, Díaz ha pactado ceder la mayoría en los órganos de dirección a IU. En la Comunidad de Madrid, Más Madrid será como mínimo el referente principal del espacio. En la Comunidad Valenciana, Sumar tiene muchísima menos fuerza que Compromís. Y en Cataluña, la formación directamente no pondrá en marcha estructuras y dejará vía libre a Catalunya en Comú para ser su referente.

Redactor '20minutos'

Redactor de Nacional. Me hice mayor en Infolibre y llegué a 20minutos a finales de 2019. Sigo a Sumar y a Podemos y me paso la vida en el Congreso, donde también me encargo de la crónica parlamentaria. Cosecha de 1993.

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