El fenómeno de la hibristofilia: ¿por qué hay mujeres atraídas por criminales?

La hibristofilia es más común de lo que parece, especialmente entre mujeres.
La hibristofilia es más común de lo que parece, especialmente entre mujeres.
HENAR DE PEDRO
La hibristofilia es más común de lo que parece, especialmente entre mujeres.

No estás loca si te atraen los delincuentes. Se llama hibristofilia y es más común de lo que parece, especialmente entre mujeres. El término se popularizó a finales de los años '80 de la mano del psicólogo John Money. Define la excitación por personas que han cometido algún tipo de delito, desde despiadados asesinos a todo género de bandidos. 

Solía llamarse síndrome de Bonnie y Clyde por aquella pareja de forajidos que, durante los años '30, se dedicó a robar bancos y a matar a su paso. Su amor terminó desangrándose a balazos durante una emboscada policial en el estado de Luisiana. La historia fue romantizada por el cine de la mano de Warren Beatty y Faye Dunaway, pero, más allá de esa leyenda idealizada de amor transgresor, la atracción por los hombres malos es una realidad no tan inusual.

La hibristofilia está considerada como una especie de parafilia sexual, aunque no se incluye en los manuales de psicopatología. Se entiende por parafilia cualquier interés sexual intenso y persistente por situaciones, objetos o protagonistas atípicos. El problema emerge al ahondar en lo que se considera normal, más aún en términos de seducción, cuando el deseo puede encontrar mecha en los más variopintos pliegues de la psique.

No toda parafilia es un trastorno parafílico. Para ser catalogado como tal, la fantasía debe provocar angustia o sufrimiento, por eso, sí es considerado un trastorno parafílico el sadismo, el masoquismo o la pedofilia. No sucede así con ciertos fetichismos. La fascinación por los pies no te convierte en trastornado, y la atracción por criminales, en general, tampoco.

Existen dos tipologías de hibristofilia, la activa y la pasiva. La primera implica mujeres que participan en la actividad delictiva, tanto en la planificación como en la comisión del delito. Sería el ejemplo de Bonnie con Clyde. En este supuesto, aunque los estudios sean escasos, se ha esbozado un perfil. Se trataría de mujeres que habrían sufrido algún trauma o abuso durante la infancia, hecho que explicaría la implicación emocional por una pareja violenta. Los eventos traumáticos, a veces, producen cambios químicos en el cerebro. Un déficit de adrenalina o dopamina puede generar su dependencia externa, por ejemplo, a través de la experiencia del miedo. Así, la búsqueda inconsciente de ese estado podría estar detrás de la pulsión por el hombre criminal.

El segundo tipo de hibritofilia, la pasiva, es el más habitual. La pulsión permanece en un estado platónico y la mujer no participa en los delitos. Son las chicas que sienten atracción por delincuentes, o las que llegan a mantener relaciones epistolares con criminales mediáticos en las cárceles.

El perfil de las mujeres atraídas por delincuentes

Pueden diferenciarse tres grandes grupos de mujeres. Algunas buscan tipos violentos porque es el modelo de hombre al que han estado acostumbradas. Ansían reconocimiento y aprobación de quien consideran dominante, y se produce una relación de subordinación.

Otras, por lo contrario, presentan el perfil de salvadora, sienten atracción por criminales porque se creen capaces de cambiarlos, curarlos o domarlos, y experimentan excitación al comprobar que podrían matarlas, pero que con ellas no ejercen violencia, la versión hardcore de La bella y la bestia. En el último grupo se incluirían las que instrumentalizan al delincuente para adquirir notoriedad, se valen del morbo para alcanzar fama.

, Los ejemplos son incontables, desde las groupies de Charles Manson hasta las llamadas buchonas, las novias de los narcos. Carole Ann se casó con Ted Bundy durante su juicio por el asesinato de una treintena de mujeres. Doreen Lioy le envió 60 cartas a Richard Ramírez, asesino y violador, y terminó casándose con él en el corredor de la muerte. En España, Miguel Carcaño, condenado por el asesinato de Marta del Castillo, sigue recibiendo decenas de cartas de amor. José Rabadán, el conocido asesino de la catana que mató a sus padres y hermana, está ahora casado -su pareja le conoció con 15 años y sabía su pasado- y tiene una hija. El caso más reciente es el de Daniel Sancho, cuyo juicio en Tailandia comienza la próxima semana, el martes 9 de abril, y que recibe mensajes de amor desde todas partes del mundo.

La escritora Sheila Isenberg escribió Mujeres que aman hombres que matan. En su libro explora más de 30 casos de hibristofilia y, pese a sus investigaciones, sigue siendo un desafío encontrarle una explicación. Las motivaciones generan controversia entre la comunidad científica. Algunos la explican por los roles de género, por tradición cultural o reminiscencias evolutivas. Otros acuden a la fascinación por lo prohibido y al magnetismo de lo excepcional. La cultura en la que nos inscribimos condiciona, orienta y expande nuestras tendencias, y buscar delimitarlas podría llevarnos a un bucle freudiano. Lo socialmente inaceptable, a menudo, suscita curiosidad. Resulta difícil acotar el erotismo, que al menos la imaginación se quede exenta de juicio.

Biografía

Carmen Corazzini estudió periodismo y Comunicación Audiovisual. Se especializó con un máster en 'Estudios Avanzados en Terrorismo: análisis y estrategias' y otro en 'Criminología, Victimología y Delincuencia'.

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