![El escritor Albert Espinosa durante la firma de libros en el día de Sant Jordi en Barcelona.](https://imagenes.20minutos.es/files/image_640_360/uploads/imagenes/2024/04/23/barcelona-celebra-sant-jordi.jpeg)
Hemos sobrevivido todos, lectores, autores y libreros, a un nuevo Día del Libro, un día de euforia en el que los escritores prefieren morir desollados a reconocer que han sufrido una firma birriosa, y tras el cual ocho o diez de ellos aseguran haber sido el más vendido. Una jornada que se anuncia entre tópicos y concluye con cifras de vértigo, y que oculta otra serie de datos menos gloriosos, pero que completan una visión más certera, poco fotogénica, de la realidad literaria.
En 2023 un 47% de los españoles no compró un solo libro: el porcentaje ha mejorado de manera continua en los últimos años, pero no nos libra de encontrarnos a la cola de Europa. Los hogares españoles dedican menos de un 0,5% de la inversión anual total en libros, periódicos y otras publicaciones.
Un porcentaje de padres, e incluso de profesores, consideran que los niños no deben leer de manera obligatoria durante sus años de educación; sin embargo, la queja por el descenso de la atención y la falta de comprensión lectora de los jóvenes se ha convertido en recurrente.
El número de libros inscritos en el ISBN durante el año pasado fue de 87.100: unos 250 al día, 10 cada hora. Un 97,5% solo logró una primera edición. De ellos, solo el 14% vende más de 50 ejemplares. Eso no frena al resto de los 74.820 para continuar publicando, o para autopublicarse, por más que la fiebre autoral no se corresponda con el frenesí lector.
La inteligencia artificial amenaza con reducir, aún más, la posibilidad de que traductores, ilustradores y escritores reciban un pago justo por su trabajo y vean reconocidos sus derechos de autor. De manera que juzguen ustedes si tenemos algo que celebrar, altisonantes cifras que esgrimimos para ocultar realidades penosas. Y si aman los libros, si de verdad nos preocupa la cultura, actuemos en consecuencia.
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