Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Después de Sánchez, ¿qué?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la Feria de Abril de Barcelona, el 1 de mayo de 2024.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la Feria de Abril de Barcelona, el 1 de mayo de 2024.
Kike Rincón
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la Feria de Abril de Barcelona, el 1 de mayo de 2024.

Las situaciones límite desencadenan comportamientos reveladores, descubren lealtades inesperadas y admirables, sacan a la luz traiciones encubiertas inimaginables y aportan enseñanzas decisivas sobre la naturaleza humana. Porque, en concordancia con el cambio de las expectativas se modifica también la configuración de las actitudes. Para el análisis de estas revelaciones pueden suponer gran ayuda algunas columnas de opinión de firmas competentes, así como editoriales escogidos de la prensa escrita la cual, por mucho que esté declarada a extinguir y que haya sido rebasada en difusión por las emisoras de radio y las cadenas de televisión, sigue siendo la referencia dominante.

Reconozcamos el valor añadido del documento escrito, valor del que están despojados los textos, los audios y las imágenes que constituyen el flujo incesante que circula por la red a la velocidad de la luz. Se diría que el papel impreso actúa como barandilla quitamiedos, como antídoto del vértigo, que salva del desconcierto al público de a pie y más aún a los periodistas de la radio, de la televisión y de los digitales, que atribuyen al documento tangible una garantía de mayor credibilidad. Así que cuando se accede a las noticias o a las opiniones, mediante su lectura en soporte papel, se les supone haber superado esos filtros y comprobaciones a que se aplican diligentes los profesionales del periodismo, que anteponen la verificación de su exactitud a la mera velocidad de anticipación, en línea con la ranchera del «que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar».

En física aprendimos que la proximidad a una fuente transmite energía y así sucede también entre políticos y periodistas, los cuales se distinguen por la calidad de sus fuentes, a las que nunca deben entregarse. Por todas esas razones conviene atender al editorial del diario El País del miércoles 1 de mayo, en cuyo segundo párrafo se resalta cómo Pedro Sánchez, a pesar de su intensa agenda institucional, ha estado al día de cada detalle del partido, de manera que cuando ha tenido la menor percepción de que alguien de su equipo iba por libre ha cortado por lo sano.

El periódico, al echar cuentas, estima que en la entrevista del martes 30 en la cadena SER el presidente ha querido zanjar las especulaciones sobre el postsanchismo declarando su voluntad de continuar como candidato en las próximas elecciones que correspondería celebrar en 2027. Entiende el diario que el secretario general del PSOE intenta frenar cualquier movimiento interno que pueda sembrar la inestabilidad en el partido. Pero añade que está por ver si el debate sucesorio es controlable después de estos cinco días sin Sánchez que el líder máximo nos ha propinado.

A partir de la afirmación de Sánchez de que el partido «trasciende» a su persona, el editorialista dice que estamos invitados a pensar que el PSOE debería reflexionar de forma colectiva sobre cómo garantizar la continuidad del proyecto político más allá de la personalidad y el carisma de su secretario general, o sea, a que reflexionemos sobre el postsanchismo.

No es la primera vez que interrogantes sobre el futuro o el pasado se plantean. Unas veces inquiriendo sobre el ¿qué? otras sobre el ¿quién? Al «después de Franco ¿qué?» que empezaba a cundir respondió Jesús Fueyo que «las instituciones». El general, ante la concentración de Alféreces Provisionales convocada al efecto el 27 de mayo de 1962 en el cerro de Garabitas de la Casa de Campo, fue más contundente al decir aquello de «todo quedará atado y bien atado, bajo la guardia fiel de nuestro ejército».

Pero el ejército dejó de ser suyo, transfirió sus lealtades a la Constitución que nos habíamos dado y las famosas ataduras quedaron desanudadas.

Ya antes, en 1974, cuando la flebitis, el público había adquirido plena conciencia de la condición mortal de Franco y las dudas sobre la viabilidad de un franquismo sin Franco se hicieron patentes. Durante la primera transición nos preguntamos por quiénes relevarían a Adolfo Suárez, a Leopoldo Calvo Sotelo, a Felipe González, a José María Aznar, a José Luis Rodríguez Zapatero y a Mariano Rajoy.

Ahora, tras la operación especial que se propone emprender Pedro Sánchez para atar en corto a jueces y periodistas, volvemos a la primera pregunta, la del ‘después de Sánchez ¿qué?’ y a inquirir la viabilidad de un sanchismo sin Sánchez, cuestiones más hondas y de mayor gravedad. Atentos.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento