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Carles Puigdemont, el 'mesías del independentismo' que quería reavivar el procès... pero lo ha dejado en minoría

Carles Puigdemont
Carles Puigdemont
Henar de Pedro | Héctor Manuel Garrido Sánchez
Carles Puigdemont

Carles Puigdemont (Amer, 1962) es el símbolo del procés, quien, cuando era presidente de la Generalitat, llevó a los catalanes a celebrar un referéndum ilegal en 2017, declaró luego la independencia de Catalunya en el Parlament y huyó de España para evitar las consecuencias jurídicas. Entonces se convirtió en diputado del Parlamento Europeo. Decidió presentarse como candidato de Junts a las elecciones catalanas con la idea de seguir con aquel proceso. Ayer mejoró los resultados de 2021, pero no consiguió el ‘sorpasso’ al candidato socialista en un fracaso de lo que se había considerado como  ‘efecto Puigdemont’.

Puigdemont quiere dar imagen de un hombre hecho a sí mismo; de un mesías del independentismo que se ha embarcado en un viaje de ida y vuelta. Siete años en Bélgica han sido suficientes para un candidato que ha vuelto a proyectar la imagen de 'héroe del independentismo' catalán. Por eso le ha añadido su propio nombre a su candidatura, como una manera de proponer las elecciones autonómicas como un plebiscito: o con él o contra él.

El expresidente de la Generalitat espera la ley de amnistía mientras se prepara para retornar y no amaga con un retorno 'antes de tiempo' con el que sería detenido; sigue bajo su figura una orden nacional de detención y por eso ha hecho campaña desde Francia. Tiene muchos elementos en torno a una figura endiosada por una parte del secesionismo o tildada de traidor por otra. "No volveré esposado ni rendido ante un juez español para que sea indulgente, lucharé por volver libre", avisó hace ya más de un año.

Puigdemont tiene en sus manos la gobernabilidad de España y por eso ha arrancado a Pedro Sánchez una ley de amnistía que camina en paralelo a la que será una nueva legislatura para Cataluña. O quizá no sea tan nueva. El escenario es parecido al de 2021: Puigdemont sí o no. El de Puigdemont, en general, ha sido un ejercicio de "yoísmo" desde que en 2017 se instaló en la capital comunitaria para evitar ser detenido.

Él ha seguido haciendo lo mismo desde la distancia. Hace casi siete años pegó la espantada y su discurso ha cambiado más bien poco mientras miraba los toros desde la barrera. En 2018 fue detenido en Alemania, pero aquella causa se cerró mientras Bélgica no ejecutaba la euroorden emitida sobre el dirigente independentista. A Puigdemont se le despejó un poco el camino y en las elecciones europeas de 2019 logró un escaño en el Parlamento Europeo, abriendo así una nueva etapa en el caso. 

La historia tuvo un nuevo capítulo. Ganó los comicios y dio el salto a Bruselas a nivel también político pese a que el juez Pablo Llarena emitió, meses después, una orden nacional, europea e internacional de detención y entrega contra Puigdemont por los delitos de sedición y malversación. Tras una especie de limbo, el expresident pudo sentarse en la Eurocámara porque el TJUE apuntó que la condición de eurodiputado se adquiere ya justo después del paso por las urnas. En enero de 2020 logró una inmunidad que ha sido en todo momento el pie de página principal.

Fue la Eurocámara la que capitaneó la retirada de esa inmunidad no solo a Carles Puigdemont, sino también a Toni Comín y Clara Ponsatí. En 2021, 2022 y 2023 tanto el TJUE como el TGUE, en diferentes instancias, le han ido dando golpes judiciales a un Puigdemont que solo pudo celebrar algunas decisiones cautelares. Ahora el caso sigue en manos del Tribunal de Justicia de la UE, que mientras no se aplique del todo la ley de amnistía tendrá que seguir estudiando el caso en un proceso que, según fuentes consultadas por 20minutos, podría demorarse al menos otro año. Entre tanto movimiento judicial, Puigdemont tuvo que salvar también una detención en Italia.

Carles Puigdemont cree que sus años en Bruselas han estado "llenos de victorias", con una idea constante de colocar el asunto del procés a nivel europeo. No ha conseguido el reconocimiento que esperaba y sus máximos triunfos se han dado a nivel nacional: lleva desde julio de 2023 condicionando plenamente al Gobierno central y aunque no se 'abonó' a los indultos la pasada legislatura sí ha conseguido una amnistía a medida que es, en realidad, el clavo al que está pudiendo agarrarse. Su resultado en 2021, cuando también fue candidato, ni fue el esperado ni acabó siendo del todo importante.

Un eurodiputado sin casi voz

¿Y como eurodiputado? Lo cierto es que en el Parlamento Europeo ha sido un miembro de tercera o cuarta fila. Junts no ha tenido grupo político en la Eurocámara esta legislatura después de ser expulsado de los liberales, por lo que Puigdemont ha pertenecido a la familia de No inscritos, cuya participación diaria es casi nula; se queda por tanto fuera de cualquier luz política, sin apenas intervenciones en los plenos -una de sus últimas fue con la visita de Pedro Sánchez a Estrasburgo para hacer balance de la presidencia española del Consejo de la UE-. Su reivindicación más importante en los últimos meses ha sido precisamente la oficialidad del catalán como lengua oficial en la Unión, algo que forma parte del acuerdo entre Junts y el PSOE.

Puigdemont, con todo, ha formado parte de la Comisión de Comercio Internacional, de la Comisión de Investigación Encargada de Examinar el Uso del Programa Espía de Vigilancia Pegasus y Otros Programas Equivalentes, de la Delegación en la Comisión Parlamentaria de Estabilización y Asociación UE-Montenegro y de la Delegación para las Relaciones con el Parlamento Panafricano. Además, fue suplente Comisión de Libertades Civiles, Justicia y Asuntos de Interior.

Antes de toda esta película Carles Puigdemont fue alcalde de Girona entre 2011 y 2016, y recuerda aquellos momentos con cariño, apoyándose por ejemplo en los éxitos del equipo de fútbol de la ciudad- que jugará Champions League por primera vez en su historia- para emitir el mensaje de que todo es posible, incluso para él. Ahora quiere volver; pero solamente lo hará si puede ser presidente. Puigdemont no maneja otros escenario e insiste en que, para él, la vida política (como en los últimos siete años) se ha convertido en un todo o nada. Lo suyo y lo de Junts parece ser un regreso al pasado.

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