La muerte y el crimen, epicentro del turismo macabro: "Las propias experiencias oscuras predicen esos comportamientos oscuros"

El turismo macabro, una práctica histórico pero en auge.
El turismo macabro, una práctica histórico pero en auge.
Carlos G. Kindelan
El turismo macabro, una práctica histórico pero en auge.

En junio de 2019, un camionero llamado Vicente decidió viajar con su pareja hasta la finca de La Romana en Tous, Valencia, para hacer una ofrenda floral tras ver un true crime de Netflix. Allí se hallaron los cuerpos de las niñas del crimen de Alcásser, Miriam, Toñi y Desiré, que fueron brutalmente asesinadas en 1992 y allí también fue donde Vicente encontró, veintisiete años después, varios restos óseos de una de las menores. "Me gusta la criminología y lo paranormal, no hice ese viaje por morbo, solo quería dejar unas flores", contó entonces el hombre, al que tacharon de friki por acudir al lugar del famoso crimen.

Pero el caso de Vicente no es excepcional. Como él, cientos de turistas recorren cada año escenarios de crímenes, cárceles, campos de concentración, zonas cero... el último lugar que ha atraído a los curiosos es la villa tailandesa donde Daniel Sancho descuartizó el cuerpo de Edwin Arrieta. El Hotel Bougain, a las orillas de Salad Beach en Koh Samui, ha multiplicado las reservas. Todo esto es lo que se conoce como tanatoturismo o turismo macabro. 

"Hay varias razones por las que alguien decide viajar a estos sitios. Una de ellas puede ser, simplemente, saber qué pasó y cómo", explica Edgar Artacho, psicólogo forense. "En el caso de los lugares donde se han cometido asesinatos, la fascinación puede llegar por esa sensación de miedo controlado. Sabes que no te va a pasar nada pero estás en el lugar en el que ocurrió todo", agrega. 

Artacho pone de manifiesto que los estudios sobre el tema son escasos y que las variables son amplias. Diferentes ciencias tratan de explicar este tipo de comportamiento, pero hay muchas motivaciones por las que alguien puede acudir a visitar un lugar así. Depende de cada persona. Aunque sí puede delimitar un predictor.

"Según la literatura científica, el único que hay es haber tenido contacto directo o indirecto con este tipo de situaciones", afirma. "Las propias experiencias oscuras predicen esos comportamientos oscuros. Haber vivido, directa o indirectamente, asesinatos, atentados, delitos graves... esto abarca el haber sufrido un episodio de estas características pero también el haber consumido documentales de true crime, por ejemplo, o haber leído las noticias de los medios, que son los que más nos acercan a estos sucesos".

La propia escena del crimen es útil para que imaginemos mejor cómo pudo suceder y qué pudo conducir a una persona a desplegar conductas atroces

Concepto del bien y del mal

"Detrás del turismo macabro no solo hay un impulso evasivo de puro ocio o un morbo estéril por lo escandaloso, brutal y llamativo", dice Roberto Barbeito, sociólogo y profesor en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. "También hay una necesidad de conocimiento y de aprendizaje moral respecto a lo que está bien y lo que está mal", agrega. 

Barbeito apunta al ser humano como ser social y es a través de esa socialización donde se aprende el concepto del bien y del mal, pero "muy pronto descubrimos que hay quienes infringen las normas morales causando horrendos crímenes y hay personas que tiene un particular interés por saber, incluso empáticamente, poniéndose en su piel para llegar a conocer qué es lo que puede impulsar a otros a contrariar la norma". También añade que esa socialización es la que lleva a las personas a "un lógico deseo de curiosidad".

Pero el sociólogo va más allá en la función educativa: "A su vez, sirve para aprender en qué mundo queremos vivir y en qué mundo no y, teniendo en cuenta cómo algunos transgreden la moral, sacar nuestras propias conclusiones respecto a la conveniencia o no, por ejemplo, de las medidas de represión establecidas". Según el experto, "la propia escena del crimen es útil para que imaginemos mejor cómo pudo suceder y qué pudo conducir a una persona o a un conjunto de personas a desplegar conductas atroces, crueles o criminales".

La visita a Auschwitz tiene un componente colectivo y también es un aprendizaje, pero de cómo se llegó a cometer un genocidio

De Auschwitz a Wuhan

Campos de concentración como el de Auschwitz; la zona zero de Nueva York, donde se produjeron los atentados del 11S; Wuhan, donde nació el coronavirus; prisiones como la de Alcatraz, en California; casas supuestamente encantadas o cementerios y catacumbas, como las de París, también se incluyen como escenarios de este tipo de viajes. 

Según una encuesta realizada en Estados Unidos en 2022 por passport-photo.online, un 52% de las personas que viajan a estos escenarios lo hacen por el aspecto educativo, un 47% por rendir homenaje a las víctimas, un 46% para sumergirse moralmente en la tragedia y un 45% para conocer sitios que no sean los típicos. Además, entre los más visitados se encuentran el Memorial de Pearl Harbor, la zona cero neoyorkina y las catatumbas de París. El estudio pone de manifiesto que el 82% de las personas han acudido a algún destino oscuro. 

"Hay lugares que no están al mismo nivel que otros. La visita a Auschwitz tiene un componente fundamentalmente colectivo. También es un aprendizaje, pero de cómo se llegó a cometer un genocidio. Pese a que puede tener un componente morboso, las visitas a estos lugares suelen estar enfocadas a la memoria colectiva del horror, para aprender de él y evitarlo", sentencia Barbeito. 

En los países occidentales le damos a la muerte una visión bastante tabú. acercarnos a estas experiencias nos permite conocer

En cuanto a Wuhan, el sociólogo pone el foco en "la idea de peligro". "El ser humano se enfrenta desde siempre a la idea del riesgo, que resulta atractivo y estimulante porque queremos ver en qué consiste para establecer mecanismos de vigilancia", manifiesta. "Lugares que incluso hoy en día pueden presuponer un riesgo, o lo han supuesto, atraen mucho por el riesgo en sí mismo, que también forma parte del aprendizaje". 

Artacho, por su parte, cuenta que hay definiciones muy amplias sobre el tanatoturismo, incluyendo todo tipo de lugares, por lo que, partiendo de esto, "es muy complicado establecer por qué se hace cuando no sabemos de que estamos hablando, cuando no delimitamos el concepto". Para el psicólogo, "no hay un perfil concreto de personalidad de un delincuente, como tampoco de una persona que consume este tipo de destinos". 

Tabú vs fascinación

Ambos expertos también ponen el foco en esa dualidad entre la muerte como un tabú en la sociedad actual frente a la fascinación por lo que la provoca. "En los países occidentales le damos a la muerte una visión bastante tabú. En el Antiguo Egipto no tenían esta perspectiva, no era más que un paso más en la vida. De alguna manera, el acercarnos a estas experiencias, a estos sitios... nos permite conocer", comenta Artacho. 

"Antiguamente la muerte se incorporaba al espacio doméstico. Todas las familias vivían muertes próximas que cualquier miembro, incluidos los niños, tenían presentes, porque se velaba a los fallecidos en los propios domicilios. Esto hacía cobrar mucha conciencia acerca de la fragilidad de la vida", sostiene Barbeito. "Ver el peligro de la muerte es una manera de saber afrontarla", remata.  

Redactora '20minutos'

Licenciada en Periodismo por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y Técnico Superior en Desarrollo de Aplicaciones Informáticas. He desarrollado mi vida laboral a caballo entre la última hora digital y el periodismo local para distintos medios de prensa escrita. Entré a formar parte de la mesa digital de 20 Minutos en junio de 2023, desde donde elaboro reportajes y artículos de actualidad. Me gusta escribir sobre temas humanos y sucesos.

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