La reciente destitución del ministro de Defensa ruso, que llevaba más de una década al lado de Putin, hacía presagiar un cambio de estrategia en la guerra contra Ucrania.
Este año el Kremlin ha ido avanzando paso a paso, unos 100 metros cada día, desangrando lentamente a su rival, mientras Zelenski se afanaba en llamar a todas las puertas para seguir pidiendo ayuda y un foco perdido con otra contienda acaparando la atención mundial.
Ahora, Moscú ha pisado el acelerador de sus tanques y gana terreno, literal y metafóricamente, y el presidente ucraniano cancela sus viajes para estar con un pueblo que sigue demostrando una dura resistencia pero que, desgraciadamente, también se ha acostumbrado al continuo asedio y a la pérdida.
Comentarios