Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

La verdadera importancia de la tortilla de patatas

Tortilla de patatas
Tortilla de patatas
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Tortilla de patatas

Mi amigo David se va al Mercadona de Alagón a hacer la compra. Después tiene ensayo con Las Traidoras, que están muy contentas porque llevan para almorzar tortilla de La Loma’l Cuco, una cafetería de Tauste que hace la tortilla de patatas poco cuajada. Dice David que eso le encanta a la gente. Yo me acuerdo de Pablo, mi cuñado, que me dijo que la tortilla de patatas daba para columna.

Esto del costumbrismo digital tiene sus ventajas. El cansancio y la pereza me llaman, pero yo hago como aquel escritor que le contó a Lola Flores que iba a la cocina y llenaba un vaso de agua, le ponía un hielo y volvía a trabajar. Es una pequeña fiesta. Saco a Oriol Junqueras de mi mente y pongo las variaciones Goldberg que me regaló Ramón Zaragozano -solo cuando toca Glenn Gould, las demás no valen-, y escribo sobre la tortilla de patatas.

No salimos del debate ridículo de si le ponemos o no cebolla y no vemos lo verdaderamente importante que hay detrás de este plato.

Se ha hecho mucho el idiota con la tortilla en las redes sociales. Somos ovejas acostumbradas a seguir por el camino de Goraño, cruzar el río y volver por el frontón. Siempre lo mismo. No salimos del debate ridículo de si le ponemos o no cebolla y no vemos lo verdaderamente importante que hay detrás de este plato. Y lo que hay detrás es, nada más y nada menos, que la identidad.

No me refiero a la identidad de la “tortilla estatal”, curioso nombre que pusieron en sus carteles en el año 2009 algunos establecimientos vascos cuando ganaron el premio a la mejor tortilla española. La identidad de la tortilla de patatas -esto me lo dijo mi cuñado- es la siguiente: todos tenemos una. Eso es la identidad. Mucho más que haber nacido en el Virgen de la Arrixaca, en Trueta o en Cruces.

Mi tortilla de patatas es la que hace mi madre que, entre otros trucos de preparación, lleva la crítica de mi padre. En mi casa, intentamos desde hace un tiempo y gracias a un sabio robot de cocina, ser dignos de tener una tortilla que genere un recuerdo y quizá una identidad. Estamos en ello. No es fácil. Hay quien tiene como favorita la tortilla de un bar, la famosa y relamida tortilla de encargo de un restaurante, un humilde pincho que mataba el hambre o la forma casera de hacer de alguien querido que ya nunca volverá. Hay una tortilla en cada persona. Hay belleza en el matiz, en el conocimiento y en la pausa. En cambio, solo existe ruido, aburrimiento y rutina en el repetitivo debate polarizado de la cebolla. 

Juan Luis Saldaña
Periodista y escritor

Colecciono coca colas falsas en lata y hago fotos a las bolsas de plástico en los árboles. He publicado libros de poemas y relatos. Mi última novela es "Hilo musical para una piscifactoría". Se llevó al cine bajo el título de "Miau". He sido redactor en prensa, presentador en tele y radio y ahora me piden que opine. Licenciado en derecho, MBA, máster en periodismo y doctor en comunicación e información. He tenido una agencia de marketing, alguna experiencia de éxito en comercio electrónico y doy clases en algún máster sobre esto.

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