Un proyecto vinculado al Ingreso Mínimo aumenta en más del 70% las horas trabajadas por personas con discapacidad intelectual

  • Se basa en la metodología de Empleo Personalizado y lo desarrolló Plena inclusión.
  • Usuarios, familias y profesionales coinciden en el incremento de la en que la visibilidad y el bienestar general.
Anselm Martínez, participante del proyecto
Anselm Martínez, participante del proyecto
Badalona Capaç
Anselm Martínez, participante del proyecto

Las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo participantes en el proyecto de Empleo Personalizado del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones desarrollado por Plena inclusión España aumentaron un 73% las horas trabajadas a la semana durante el último mes y registraron un incremento del 45% en los contratos formalizados, en comparación con el grupo de control.

Así se puso de manifiesto este jueves durante un seminario organizado por Plena inclusión España, donde se presentaron los resultados de la investigación sobre el proyecto.

Financiado con cargo a los fondos Next Generation de la UE a través del Plan de Recuperación, transformación y Resiliencia, este proyecto es uno de los 32 pilotajes puestos en marcha como parte del Ingreso Mínimo Vital, de cuya evaluación se encarga el laboratorio de Políticas Públicas de Inclusión.

Todos ellos se basan en una metodología científica de ensayos aleatorios, en la que el grupo que participa en el programa es comparado con un grupo control, que sigue las intervenciones convencionales.

Inserción laboral

En este caso, el proyecto de empleo personalizado se desarrolló en 12 comunidades autónomas y Ceuta con la participación de 512 personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, a través de 44 organizaciones miembro de Plena inclusión.

Los datos sobre la empleabilidad se refieren a los 435 participantes que, en aquel momento, estaban en paro. De estos, la mitad participaron en el programa y la otra mitad, no.

Según los resultados, el grupo control trabajó una media de 3,1 horas semanales durante el último mes, frente a las 5,4 horas que registró el grupo “tratado”. Este incremento de 2,3 horas trabajadas implica una mejora del 73%.

Además, el grupo de personas que sí participó en el programa consiguió un 45% más de contratos laborales, aunque la gran mayoría eran de carácter temporal. En el momento de la encuesta, el 23% de los participantes tenía un trabajo, frente al 17% del grupo de control.

El impacto del programa resultó especialmente positivo entre las personas con un grado de discapacidad superior al 65%, que mejoraron su empleabilidad 8 puntos porcentuales, y entre quienes no tenían reconocida situación de dependencia, que aumentaron en 4,3 las oras trabajadas a la semana.

En general, los miembros del grupo ‘de tratamiento’ aumentaron su acceso a formaciones en el mercado ordinario un 50%, aunque este porcentaje resultó incluso mayor para quienes se hallaban en situación de dependencia.

La razón es que algunas prestaciones resultan incompatibles con cierto número de horas de trabajo, pero no con la realización de prácticas no remuneradas o estudios.

Inclusión social y bienestar

El programa de Empleo Personalizado ofreció también formación a los profesionales de apoyo, que mejoraron su sentimiento de autoeficacia y su capacitación. Este personal fue también incluido en las entrevistas, junto a los familiares, y ello tanto en el grupo de control como en el que recibió el tratamiento.

Según la misma investigación, quienes participaron en el programa mejoraron un 25% su sentimiento de pertinencia al barrio o a su pueblo/ciudad, establecieron un 80% más de nuevas relaciones gracias a los procesos de empleo, y realizaron un 90% más de visitas a sitios nuevos, siempre en comparación con el grupo de control. Además, triplicaron su participación en actividades de voluntariado, lo que da idea de su sentimiento de pertinencia.

Usuarios, familias y profesionales coincidieron en que la visibilidad del colectivo también se incrementó, así como el sentimiento de satisfacción y de bienestar general. De hecho, la inclusión en este programa parece haber servido de contención a cierto empeoramiento en el bienestar detectado en el grupo de control.

La metodología de empleo personalizado procede de Estados Unidos facilita una mejor orientación laboral basada en los “talentos” de la persona, que se hacen conectar con las necesidades de las empresas.

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