Se está hablando mucho de una encuesta poco rigurosa, realizada en una red social de vídeos, en la que se pregunta a un grupo de mujeres si, en el caso de estar solas en un bosque, preferirían encontrarse con un oso o con un hombre. La mayor parte de mujeres que responden a la pregunta preferirían, al parecer, encontrarse con el animal. Hay comentarios muy diversos que lo justifican. Algunos no tienen desperdicio.
El más repetido afirma que, por lo menos, con el oso ya sabes a qué atenerte. Hay otros en los que se habla de los diferentes peligros a los que te puedes enfrentar si eres una mujer y te encuentras con un tipo a solas en el bosque. Se habla mucho de los casos de violencia física, maltrato, violaciones y demás. Da mucha pena comprobar que la confianza en otro ser humano tiene que superar una serie de pruebas y de barreras mentales.
Crear una brecha, un supuesto enfrentamiento entre mujeres y hombres, es una ficción, una segregación injusta.
Esta encuesta, que es una simplificación peligrosa, ya que encierra un supuesto que tiene algo de pintoresco y se presta a la broma, no se acerca en absoluto a la realidad estadística. El ejercicio elemental de comparar el número de hombres violentos con el de hombres que no lo son reduciría el ejemplo a decimales. El resto, el noventa y nueve por ciento, sería, sin duda, una ayuda para sobrevivir en el bosque.
No se puede coger el todo por la parte, ni convertir en sospechoso al otro por el mero hecho de ser lo que es. Me gustaría creer que de cada mil hombres, novecientos noventa y muchos arriesgarían, si fuera necesario, su vida por ayudar a la misión colectiva de salir vivos de ese bosque en el que solo hay osos y hombres. También podría darse el caso de que la mujer se encontrara con otra mujer con brújula y útiles Quechua y ambas salieran del bosque felizmente y sin esfuerzo.
La presunción de inocencia es un tesoro que no debemos perder. No nos podemos permitir como sociedad una presunción de violencia en el hombre, cuando los datos son los que son. Crear una brecha, un supuesto enfrentamiento entre mujeres y hombres, es una ficción, una segregación injusta, es tratar de hacer dos equipos cuando solo debería haber uno. La simplificación hace daño, pero crea estereotipos.
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