OPINIÓN

Descubrir a Sándor Márai

Estudiante en una biblioteca DIPUTACIÓN DE ALBACETE (Foto de ARCHIVO) 29/4/2020
Un joven en el pasillo de una biblioteca
EP / Archivo
Estudiante en una biblioteca DIPUTACIÓN DE ALBACETE (Foto de ARCHIVO) 29/4/2020

Es uno de los grandes escritores europeos del siglo XX, un húngaro, aunque hoy en día sería eslovaco, que destacó por la intensidad en su literatura. Los expertos en la materia le comparan con Thomas Mann. Un hombre que se sumergía en las relaciones humanas, en los sentimientos y en la toma de decisiones. Tristemente se suicidó de un disparo en la cabeza en la localidad estadounidense de San Diego en 1989 a los 88 años de edad. Estaba muy mermado tanto física como mentalmente, al no poder superar la muerte de sus hermanos, su mujer y su hijo. En su vida había huido de Hungría tras ser tildado de burgués por el régimen soviético, pasando por Italia y el país norteamericano. Era un periodista de formación, y un europeísta convencido que se marchó de este mundo poco antes de la caída del muro de Berlín.

La herencia que ha dejado Sándor Márai es espectacular. Descubrirle me abrió a un tipo de libros que solamente había conocido de la mano de Stefan Zweig. Es una maravilla que en España se editen obras de este calado, con escritores centroeuropeos que, en base a novelas, no extremadamente largas, conseguían llegar a sus lectores. Sus años más prolíficos fueron a finales de la década de los treinta y principios de los cuarenta. Tiene libros muy sonados como La mujer justa o Divorcio en Buda, pero me gustaría destacar especialmente otros dos como son El último encuentro o La herencia de Eszter. En ellos critica la decadencia de la burguesía húngara con sus palacios inmensos, y la soledad de sus protagonistas.

La herencia que ha dejado Sándor Márai es espectacular. Descubrirle me abrió a un tipo de libros que solamente había conocido de la mano de Stefan Zweig

De Sándor he aprendido el poder que tienen los amigos en nuestra vida, pese a los errores y la distancia. Nada en el mundo puede compensar una amistad verdadera, ni siquiera las pasiones amorosas. Pero alerta de que los mejores amigos son los discretos, aquellos silenciosos que cargan con esa responsabilidad. También aprendí que, con la vejez, algo que aún por suerte no he experimentado en mis propias carnes, las cosas inesperadas no te sorprenden. Que la experiencia te ayuda a conocer todas las posibilidades, y hace que ya no esperes nada para bien o para mal. Así podría estar un buen rato enumerando cuestiones de este húngaro del siglo pasado, al que doy gracias por haber entrado en mi vida. Léanle si pueden.

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