El insomne se hace en la cuna
Ansiedad anticipada
El 80% de los casos más graves están relacionados con problemas de salud, estrés o ansiedad, un sentimiento que se agrava ante la perspectiva de una noche en blanco. Un estudio de la Clínica del Sueño Dr. Estivill, del USO (Institut Universitari Dexeus), indica que esta ansiedad anticipada suele deberse a malos hábitos del sueño aprendidos antes de los cinco años.
El director del centro, Eduard Estivill, señala que detrás del problema están errores frecuentes de los padres como la costumbre de mecerlo en la cuna, cogerlo en brazos, darle la mano, cantarle o contarle un cuento en la cama, dejar la luz encendida o permitirle dormir con ellos, ya que «el niño aprende a reclamar la repetición de estos rituales siempre que se despierte», esclavizando el sueño de sus progenitores.
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Cómo saber si se es uno de ellos
Miedo a las sábanas: Si retrasa a diario el momento de arroparse con las sábanas y siempre tiene algo más importante que hacer, es posible que considere la cama como un lugar donde no va a descansar. Prefieren cabecear en el sofá delante de la tele a irse a la cama.
Luz en la noche: Dejar una luz encendida en la habitación suele ser un reflejo de una mala costumbre adquirida en la infancia a la hora de dormir.
Rutinas previas: Otro síntoma habitual en la gente con problemas de sueño es el comportamiento obsesivo antes de dormir. Se traduce en rutinas tranquilizadoras como mirar si la puerta está cerrada o el gas apagado.
Durmientes de fin de semana: Aprovechar los fines de semana para «reuperar sueño» es una nala práctica habitual entre personas jóvenes que duermen apenas cuatro horas durante los días laborables. Por su puesto, no funciona y sólo empeora la situación y aumenta el cansancio.
Evitarlo desde la infancia
El secreto para educar a un niño en el correcto uso del sueño está en unas rutinas previas que predispongan al niño a irse a la cama y dormir solo, según el Dr. Estivill. La rutina pasa por un horario estable que empieza con un baño y sigue con la cena. A continuación quedan 20 minutos de afectividad para contar un cuento o jugar para relajar o divertir al niño. Tras una última parada fisiológica en el baño se acuesta al niño con sus juguetes favoritos, se le dan las buenas noches y se abandona la habitación mientras sigue despierto. No acuda al primer llanto.