Internacional

Los temas de campaña

La ampliación o cómo agitar la UE desde los cimientos

La ampliación de la Unión Europea
Carlos Gámez

El elefante en la habitación. Así se ve para la UE su propia ampliación, un debate que no se ha abordado en exceso en los últimos tiempos pero que se ha espoleado sobre todo desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania. No es un tema muy atractivo para la campaña de las elecciones europeas del 6 al 9 de junio, y es demasiado técnico para el gran público; pero sus implicaciones son tantas que resulta ya imposible no abordarlo. La ampliación pasa por sumar (países) pero quizá también por dividir (competencias) y por reformar profundamente asuntos importantes que se antojaban intocables en la estructura de la Unión.

Ahora mismo la lista de países candidatos se ha elevado a un total de nueve: Turquía, Serbia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Albania, Macedonia del Norte, Moldavia, Ucrania y Georgia, con Kosovo esperando en un segundo escalón como candidatos potenciales. Ahora mismo hay procesos de ampliación de todos los colores, dependiendo del país candidato. De todos los candidatos balcánicos a la entrada en la UE hay cuatro con conversaciones abiertas: Serbia, Macedonia del Norte, Albania y Montenegro, siendo este último el país más avanzado en el proceso: del total de 35 capítulos en la actualidad se han iniciado negociaciones sobre treinta y tres, de los cuales tres ya se han cerrado de manera provisional. Con Belgrado la situación es especialmente tensa, por su cercanía con los postulados de Moscú. Mientras, Skopje y Tirana -cuyos procesos son paralelos- han tenido que superar años de vetos y obstáculos.

"El problema es más bien que los Estados miembros tienden a decidir si permiten a los países avanzar (o les niegan esa posibilidad) en la vía de la UE basándose en consideraciones que tienen más que ver con su (propia) política nacional que con el progreso sobre el terreno en estos países, según las normas y condiciones acordadas", explica a 20minutos Corina Stratulat, jefa del programa de Política e Instituciones Europeas y analista senior del European Policy Centre (EPC), que también ve un problema en que el actual procedimiento de adhesión "no tiene soluciones para las cuestiones espinosas, como las disputas bilaterales, las situaciones de estatalidad no resueltas, la reconciliación, los Estados multiétnicos disfuncionales".

La mayoría de candidatos recibieron el estatus en las décadas de los 2000 y de los 2010, salvo Turquía, que está en el camino desde 1999; su adhesión, en cambio, resulta casi imposible, por tamaño -clave en el reparto de fondos- y por la deriva del Gobierno de Erdogan, cada vez más alejado de la UE. De hecho, las conversaciones llevan años congeladas. Las protestas recientes en Georgia por la ley de injerencia extranjera muestran otra foto complicada: no se puede estar cerca de la UE y de Rusia al mismo tiempo, así que el Tblisi tendrá que elegir. Mientras, Ucrania y Moldavia aspiran a que sus negociaciones de adhesión arranquen antes de que acabe el año, algo especialmente importante porque la siguiente presidencia del Consejo es la húngara, y el Gobierno de Viktor Orbán no está por la labor de poner las cosas fáciles.

Pero la ampliación es mucho más que sumar países a la UE. "Tenemos que estar preparados para cuando los países candidatos lo estén", avisó hace meses la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola. Y esa es la clave: la Unión tiene que reformarse para aceptar a más miembros. En este sentido, necesita resolver cuestiones como la exigencia de la unanimidad en las votaciones importantes en el Consejo o el reparto de fondos. Una UE de 35 o 36 Estados no sería "operativa" con el sistema actual, según la mayoría de expertos consultados. Además, las ayudas regionales o la PAC se verían escorados hacia los países recién incorporados al bloque, por lo que también necesitarían una revisión.

Otro elemento decisivo es el reparto de fondos, y los datos hablan por sí solos. La UE ha transferido más de 900.000 millones de euros en concepto de fondos regionales a los Estados miembros en las últimas tres décadas. Del total, España es el país que más dinero ha recibido, el 16%, seguida de Polonia (12%), Italia (10%), Alemania (9%) y Portugal (8%). En esa clasificación, Polonia quedaría superada por Ucrania en caso de que esta entrase, pero es que si lo hiciera Turquía el país otomano accedería en la UE como el socio más grande, por delante incluso de Alemania.

¿Y en caso de Ucrania? Es el más clamoroso, porque se trata de un país en guerra. Un informe publicado por el Banco Mundial, la Comisión Europea y el Gobierno ucraniano calculó que el coste de la reconstrucción del país asciende a unos 450.000 millones de euros, y tardará una década en completarse una vez que termine la guerra (diez años fue lo que tardó por ejemplo Croacia en sumarse a la UE en el año 2013). En total, el apoyo de la UE a Ucrania desde el inicio de la guerra de agresión de Rusia asciende a más de 88.000 millones de euros, según los datos compartidos por la Comisión.

A nivel ciudadano, el respaldo parece también sostenido, al menos según los datos que manejan las instituciones europeas. Según el último Eurobarómetro, casi nueve de cada diez ciudadanos de la UE (el 89%) está de acuerdo en prestar ayuda humanitaria a las personas afectadas por la guerra y más de ocho de cada diez (el 84%), en acoger en la Unión a personas que huyen de la guerra.

Después de tantos años de expectativa los Balcanes se están agotando, y por ejemplo ahí Serbia sabe jugar a la carta rusa

Sergio Príncipe, doctor y profesor de la Universidad Complutense, sostiene que existen "demasiados obstáculos por el momento y es demasiado optimista pensar en una ampliación en 15 años", con casos peculiares como Bosnia o la propia Ucrania. "Después de tantos años de expectativa los Balcanes se están agotando, y por ejemplo ahí Serbia sabe jugar a la carta rusa, que incomoda a todo el mundo menos a Hungría", esgrime. Y lanza un aviso: "No es lo mismo generar expectativas con Ucrania, que es un país en conflicto, que hacerlo con los demás países, con los que llevas trabajando quince años". El profesor entiende "la prisa de Bruselas pero cuanto más torpe sea peor será" y de momento "nadie quiere descartar una ampliación por fases". El gran problema de Bruselas, termina, "es que sabe lo que quiere pero no saber cómo hacerlo".

La ampliación no es por tanto solo una ampliación. Es una nueva vida para la UE, se trata de preparar todo el andamiaje para el futuro. Las elecciones de junio se dan casi coincidiendo con el 20 aniversario de la última gran ampliación de la Unión que se hizo, en 2004, incorporando diez países de una tacada. Aquello fue un gran impulso, con muchos errores y también muchos aciertos. Ahora la historia podría repetirse, pero todo tiene que atarse mucho mejor... hacia fuera y sobre todo desde dentro.

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