Francisco Gan Pampols Teniente general retirado
OPINIÓN

Profetas del pasado

Un grupo de soldados del ejercito Chino desfilan en la plaza Tiananmén en Beijing (China).
Un grupo de soldados del ejercito Chino desfilan en la plaza Tiananmén en Beijing (China).
Wu Hong / EFE
Un grupo de soldados del ejercito Chino desfilan en la plaza Tiananmén en Beijing (China).

Hay una corporación en los Estados Unidos de Norteamérica que tiene como principal cliente a su gobierno y fuerzas armadas que se llama RAND (investigación y desarrollo de proyectos para la defensa) y que, entre otros cometidos, realiza un análisis prospectivo sobre escenarios de enfrentamiento entre los Estados Unidos y otras potencias. He tenido oportunidad de estudiar un informe suyo en el que analiza las posibilidades de desarrollo de un conflicto entre dos potencias nucleares, Estados Unidos y la República Popular China (RPC), a propósito de Taiwán. 

También como análisis, en este caso más inmediato y circunscrito al conflicto de Ucrania, realiza una aproximación sobre qué sería necesario para cambiar la situación definitivamente a favor de Kiev. Ambos trabajos son serios, juiciosos y dignos de crédito. Por ponerles un 'pero' a ambos, están diseñados con el "pensamiento de ayer", lo que no garantiza su aplicabilidad más que en el caso de que los actores actúen racionalmente con los supuestos generales que les guiaron en el pasado.

Veamos un ejemplo práctico con un suceso que ha ocurrido recientemente. La Guardia Costera y las fuerzas aeronavales de la Armada de la RPC han realizado unos ejercicios aeronavales Joint Sword 24A en el canal de Formosa que tenían como objetivo evidente producir un bloqueo sobre Taiwán. Y ello ha ocurrido a la semana de la toma de posesión de su nuevo presidente Lai Ching-te, quien ha declarado: "Estaré en primera línea con nuestros hermanos y hermanas militares para defender conjuntamente la seguridad nacional". 

El Ejército Popular de Liberación (EPL), por su parte, ha publicado una serie de imágenes en donde se muestran diferentes sistemas de superficie con el mensaje "El arma dirigida para matar la independencia ya está en su lugar". Taiwán muestra músculo y determinación gracias al apoyo hasta ahora incondicional de los Estados Unidos y la RPC muestra su descontento a la par que amenaza con futuras acciones contra los 'separatistas' y sus aliados en caso que, finalmente, se reconozca la independencia de Taiwán. Conviene recordar que únicamente hay 12 países en el mundo que la reconocen: Belice (1989), Guatemala (1960), Haití (1956), Paraguay (1957), San Cristóbal y Nieves (1983), Santa Lucía (1984-1997, 2007), San Vicente y las Granadinas (1981), Suazilandia (1968), Ciudad del Vaticano (1942), Islas Marshall (1998), Palaos (1999) y Tuvalu (1979); recientemente, dos países que anteriormente reconocían a Taiwán, Honduras y Nauru, han roto relaciones con él.

Para en el caso de que la posibilidad de conflicto escalase y exigiese la intervención directa de Estados Unidos contra la RPC, la RAND diseña cinco escenarios: victoria total (se fijan las condiciones de la paz sin concesiones), victoria limitada (capaz de conseguir objetivos limitados), derrota limitada (incapacidad de dictar algunas condiciones al vencido), derrota ampliada (de la limitación a la imposibilidad de fijar términos de paz) y destrucción (de la industria y la sociedad). 

Después de un análisis del grado de compromiso e implicación que requeriría cada una de ellas y teniendo en cuenta que se habla de conflicto entre potencias nucleares, lo que se considera más probable se circunscribe a victoria limitada y derrota limitada por el riesgo inherente a la escalada nuclear caso de cruzar el umbral de lo inadmisible para el adversario. Es decir, no se trata únicamente de lo que yo crea que puedo lograr, sino de lo que el adversario esté dispuesto a aceptar antes de llegar a la destrucción mutua. Por lo tanto, la 'niebla de la guerra' se abate más que nunca en los futuros conflictos en los que no exista certidumbre absoluta de victoria en el primer golpe, sea este convencional o nuclear.

Respecto a Ucrania, la RAND habla de proporcionar más armamento y munición, autorizar al país a emplear las armas 'occidentales' para atacar en profundidad el territorio de Rusia, mejorar sustancialmente su fuerza aérea y, como punto culminante, realizar una ofensiva para romper las líneas rusas y derrotar a sus fuerzas en Ucrania, destruyéndolas o expulsándolas de su territorio.

Hasta aquí las teorías, los consejos y la interpretación lineal de la realidad. Creo que lo que corresponde es ejercer el pensamiento crítico e intentar contraponer las interpretaciones casi buenistas con un entorno mucho más complejo y ambiguo, en el que nada está decidido porque la teoría de la disuasión que ha sustentado los comportamientos geopolíticos no está funcionando en ninguno de los dos sentidos de disuasor a potencial disuadido y viceversa. Y ello es válido en tres escenarios donde el contrapunto nuclear está presente en mayor o menor medida: Ucrania, Oriente Medio y Taiwán.

Siguiendo con los escenarios de la RAND corporation para Taiwán en el que sí se contempla la intervención directa de Estados Unidos en apoyo a este, nos debería chocar que no se aprecie el mismo empeño en el escenario ucraniano y que la postura respecto a un Irán nuclearizado enfrentado a un Israel -ya potencia nuclear- esté pendiente de definición última. Y es que, como comentaba anteriormente, la verdadera complejidad está en conocer los límites de la acción antes de alcanzar el punto irreversible del conflicto generalizado. 

Hoy más que nunca se necesita el consejo de expertos en geopolítica para que asesoren a verdaderos estadistas, que sean capaces de disuadirles de las quimeras idealizadas acerca del resultado final de conflictos que no se sabe cómo comienzan y que no tienen un final favorable garantizado. Estar persuadido de ganar una guerra no garantiza, ni mucho menos, su desenlace: I y II guerras mundiales, Corea, Vietnam, Afganistán, Irak… y un largo etcétera en el que no cabe confundir éxitos temporales con resultados finales. Para que el estado final deseado sea una paz perfectible a lo largo del tiempo conviene configurar unos términos de negociación definidos, alcanzables y medibles. En caso contrario, será un paréntesis entre dos guerras, y la siguiente será peor.

Por uno u otro motivo, los actuales conflictos tienen un nivel de conexión evidente y las experiencias obtenidas en unos se trasvasan a enorme velocidad al resto. Una idea atrevida sería crear una plataforma en la que estos conflictos se analizaran en su conjunto ofreciendo una solución que pudiera aplicarse a todos; solo no funciona lo que no se intenta. Busquemos a los líderes mundiales capaces de intentarlo.

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