Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

España, casi todo en el aire

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), la candidata del PSOE al Parlamento Europeo, Teresa Ribera, y el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, este sábado en el Palau de Congressos de Catalunya, en Barcelona.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), la candidata del PSOE al Parlamento Europeo, Teresa Ribera, y el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, en el Palau de Congressos de Catalunya, en Barcelona.
 EFE / Enric Fontcuberta
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), la candidata del PSOE al Parlamento Europeo, Teresa Ribera, y el candidato del PSC a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, este sábado en el Palau de Congressos de Catalunya, en Barcelona.

Pese a que los partidos inundan los medios con afirmaciones categóricas, sobre todo en campaña electoral, la situación política en España sigue en el aire. Por eso, las europeas del 9 de junio se disputan como si fueran una segunda vuelta de las generales del año pasado o como la antesala de un posible adelanto. La «españolización» de las elecciones a la Eurocámara es un flaco favor, aunque por desgracia lo mismo ocurre en el resto de los Veintisiete. Hasta el día que los europeos no elijamos directamente a un presidente de todos, las lógicas nacionales se impondrán en el debate público al gran proyecto que tenemos entre manos. Volviendo a España, en la semana de la aprobación final de la ley de amnistía, con publicación en el BOE incluida, tanto su constitucionalidad como su aplicación siguen siendo inciertas, y en el mejor de los casos va para largo, por lo que este polémico asunto va a seguir condicionando la política nacional y, en parte, el devenir de la legislatura.

No obstante, está por ver, y esta es la gran prueba a la que se somete la amnistía aprovechando las elecciones europeas, si el electorado castiga tan fuertemente como parecía hace unos meses al PSOE. El resultado en Cataluña ha sido muy positivo para el PSC y, por tanto, para Pedro Sánchez, si bien la investidura de Salvador Illa sigue en el aire. Carles Puigdemont se agarra a una carambola imposible, y ERC preferiría no tener que decidir en medio de una grave crisis interna que ha puesto en suspenso el liderazgo de Oriol Junqueras. Nada se resolverá hasta después de las europeas, cuyo resultado bien puede favorecer una rápida elección de Illa, aunque hoy todavía no sepamos mediante qué fórmula, o la repetición electoral. En cualquier caso, lo único claro es que en Cataluña se ha iniciado una nueva etapa.

El 9 de junio será el termómetro que mida tanto a Sánchez como a Núñez Feijóo. El primero se enfrenta a unas elecciones que tenía perdidas de antemano, con lo que cualquier remontada que le acerque al PP será un gran éxito. Sin embargo, puede que la legislatura tenga las patas cortas por culpa de sus socios, cuya debilidad empuja las contradicciones y agudiza la inestabilidad parlamentaria. Feijóo tiene razón en denunciar que todo pende de un hilo, y que sin Presupuestos el Gobierno no tiene futuro, pero también el PP y su líder se la juegan. El PSOE está logrando volver a meter a la ultraderecha en el centro del debate, presentando al PP como compañero de viaje de Vox. Es una estrategia que le fue muy bien en las generales del año pasado. La bronca política con el deslenguado presidente argentino Javier Milei le ha ido de perlas, aunque a costa de abrir una insólita crisis diplomática de difícil resolución.

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