Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Conmigo o contra mí

Fotograma de la serie danesa 'Borgen'
Fotograma de la serie danesa 'Borgen'
DR Fiktion
Fotograma de la serie danesa 'Borgen'

Estoy volviendo a ver Borgen, una serie que, al contrario que ser moderado, nunca pasa de moda, donde hace 15 años ya se retrataba a un gobierno de coalición, liderado por una mujer que, con el malabarismo político, tiene que mantener la estabilidad. Hoy día, discrepar de tu partido significa ser un tibio o un traidor. Hoy, o eres facha o eres radical de izquierdas, o estás con Israel o eres pro-Hamás, o estás a favor de la amnistía o quieres romper España, o estás en un lado de la mesa en las tertulias de la tele o al otro.

Vivimos tiempos polarizados, de etiquetas perennes que te marcan como al ganado. Discernir, en ocasiones, no es no posicionarse, es tener una posición propia. Lo simple y vacío es ser maniqueo. Se nos obliga a elegir un partido o una pareja que lo tenga todo. Que sea cariñoso, pero sin empalagar, que le guste la juerga, pero no mucho, que ayude sin ser condescendiente, gran amante, y amantísimo padre o madre, inteligente y gracioso. Pero es algo que no practicamos con las amistades, porque asumimos que tenemos amigas para salir de juerga, otras para las confidencias, las que están siempre y a las que ves de vez en cuando, la graciosa y la lista, la alocada y la seria.

Discernir, en ocasiones, no es no posicionarse, es tener una posición propia

¿Por qué un partido tiene que representar todos mis valores, todas mis opiniones y actuar cada segundo como lo haría yo? Nada ni nadie lo tiene todo, ni uno mismo. ¿Qué queremos? ¿Ciudadanos o militantes? Los partidos desearían solo militantes, por eso, cuando hablan de los votantes, hablan de convencer a "los nuestros" o de "caladeros donde pescar votos". Yo no soy de nadie y menos un lenguado al que pescar, si lo creen, querida clase política, claramente los besugos son ustedes.

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