Entrevista

Juan Manuel de Prada: "No voy a hacer concesiones en mis novelas"

El escritor Juan Manuel de Prada.
El escritor Juan Manuel de Prada.
ASÍS G. AYERBE
El escritor Juan Manuel de Prada.

Juan Manuel de Prada recibe a este periódico en La Casa de Los Mercaderes de Sevilla, echándose hacia atrás en un sofá de una estancia con poca luz en la que sobresale una biblioteca postiza que chirría delante de un letraherido como él, al que uno se imagina más tomándose un café en alguna taberna del Madrid de entreguerras.

De Prada (Baracaldo, Vizcaya; 1970) está de promoción de su última entrega literaria, Mil ojos que esconde la noche (Espasa), una novela de 1.600 páginas dividida en dos tomos y cuya primera parte se titula La ciudad sin luz.

El escritor retoma como protagonista de su historia a Fernando Navales, el falangista al que usó como narrador de su novela Las máscaras del héroe. En esta ocasión, se traslada del Madrid de los años 30 al París ocupado por los nazis para retratar las miserias de un resentido que engatusa a los artistas exiliados para que colaboren con la España de Franco.

Perdone que empiece por una cuestión que no tiene nada que ver con su novela, pero he puesto su nombre en el buscador de Google y casi todo lo que me sale en la pestaña de noticias son declaraciones suyas sobre Milei o sobre Netanyahu. ¿Es usted un escritor viral?A mi pesar, se lo puedo asegurar. Y la razón es que estamos convirtiendo la normalidad, la cordura y la sensatez en algo excepcional. El psicópata de Milei dijo que la justicia social es algo propios de envidiosos y resentidos y yo lo que señalé es que la justicia social es el cimiento de cualquier comunidad política y que lo que es una aberración es discutir que en una comunidad política no haya justicia social y que los ricos no ayuden a los pobres. Y en cuanto a lo de los palestinos, simplemente quiero recordar que los palestinos llevan mucho tiempo siendo masacrados y que viven como si fueran animales enjaulados. Pero bueno, parece que decir cosas obvias se ha convertido en algo escandaloso.

Vamos con el libro. Cuando cayó en mis manos, pensé: 'Otra novela más sobre la guerra y la posguerra'. Le reconozco que me ha sorprendido. Cuenta historias que desconocía por completo sobre los exiliados en el París ocupado por los nazis y sobre cómo la Falange intentaba atraerlos. Y lo hace desmontando unos cuantos mitos y visiones maniqueas.La razón por la que escribo esta novela es porque a mí me interesa mucho el mundo y los ambientes literarios malditos y desconocidos. Y si hay un momento que propicia el malditismo y el desconocimiento es el París de la Segunda Guerra Mundial. París es una ciudad luminosa y alegre que, de repente, se convierte en una ciudad oscura y triste, pero que sigue siendo la gran capital de las artes y de las letras. Lo era desde el siglo XIX y de forma muy marcada a inicios del XX y en el periodo de entreguerras. Iluminar esa zona de sombras de los españoles que vivieron en ese París ocupado me pareció muy interesante. Era gente de muy diverso pelaje. Había gente de derechas, liberal-conservadores como Marañón, anarquistas, comunistas. Pero además de los exiliados, estaban también los que ya llevaban mucho tiempo allí como Picasso y otros tantos artistas que habían elegido París como lugar para vivir y trabajar porque París era el epicentro artístico. Y luego estaban también los corresponsales de los periódicos españoles. Era un mundo muy atractivo.

¿Y cómo llega a estas historias de los exiliados españoles en el París ocupado?Esta novela está muy enlazada con la biografía que escribí con anterioridad de la escritora Ana María Martínez Sagi, El derecho a soñar, que me lleva a hacer investigaciones por todo el mundo. Cuando voy a los archivos policiales en Francia, pido los dosieres de otros personajes españoles, y tuve la oportunidad de fotografiar miles de documentos de todo tipo y, ahí, claro, se te abren muchos ojos, descubres muchos personajes y vidas con sus peculiaridades y sus dificultades. Para mí fue un filón y decidí que tenía que utilizar estas vidas para una novela.

'Mil ojos esconde la noche', de Juan Manuel de Prada.
'Mil ojos esconde la noche', de Juan Manuel de Prada.
ESPASA

Recupera de nuevo como narrador de su novela a un falangista rencoroso como Fernando Navales.La mirada alevosa, cruel y resentida es muy atractiva. Navales es un hombre de talento, que habría querido triunfar como escritor y que se le reconocieran sus contribuciones a la Falange, pero que, por avatares de la vida, no logra triunfar. Lo destinan a un puesto de subalterno a la delegación de Falange de París y un policía decide que es la persona ideal para engatusar a los artistas exiliados y es la labor a la que se encomienda Navales.

¿Su novela también es un ejercicio de memoria histórica?El término de memoria histórica es un disparate. La memoria no es histórica. No recordamos cómo fue, sino cómo nos interesa que sea recordada. Y eso conduce a la mitificación o a la demonización del pasado. Lo descubrí con Ana María Martínez Sagi, que todo lo que me contó estaba edulcorado. La vida se impregna de literatura. Y nuestra memoria es literaria.

Pero esa memoria literaria puede ser maniquea. De hecho, muchas novelas escritas sobre nuestra Guerra Civil lo son.Sí, pero tiene que ver con intereses ideológicos de los cuales muchos escritores son portaestandartes. La gente se cree estos relatos. Pero la vida no tiene nada que ver con estos. En una misma persona pueden convivir la vileza con el heroísmo, la grandeza con la miseria. Los esquematismos maniqueos solo conducen a la fanatización de la gente.

El escritor Juan Manuel de Prada.
El escritor Juan Manuel de Prada.
ASÍS G. AYERBE

Dice que le interesan los mundillos literarios malditos y desconocidos. ¿Usted se considera un letraherido?Mi vocación literaria es absoluta. Es monacal. Yo me dedico en cuerpo y alma a mi vocación. Hace año y medio publiqué la biografía de Ana María Martínez Sagi, que tenía 1.700 páginas. Ahora hago una novela de 1.600 páginas en la que he dado todo lo que puedo dar, lo mejor de mí mismo. Mi vocación literaria no es de caballo, es de elefante.

Y también parece una reivindicación de una manera de vivir que puede ser mortificante. He leído que escribió parte de esta novela sin calefacción. Tampoco hacía falta pasar frío para sentir lo mismo que esos españoles de París.Se me estropeó y me tiré todo el invierno sin calefacción y tomándome solo un té por la mañana. La mortificación física fue algo muy recomendado por los anacoretas y por los ascetas en el mundo religioso y sigo pensando que es muy importante para conservar el carácter y nos enseña muchas cosas. Me gusta vivir de forma austera y con ciertas contenciones y renuncias. Es bueno para formar el carácter. La gente se mata en los gimnasios para guardar la línea. Y a mí no me interesa para nada guardar la línea. Me encanta ser gordo. Y a mi señora, afortunadamente, también. No tengo que hacer el gilipollas en un gimnasio, Yo no me someto a dietas ni aunque me maten. En todo caso, a ayunos.

¿Es una temeridad 1.600 páginas de novela en la era de los tuits, los stories y nuestro enganche a las pantallas?No voy a hacer concesiones. Esta novela la he hecho sin ningún tipo de reservas mentales. Lo contrario sería una ignominia. Sé desde hace tiempo que no voy a ser rico escribiendo. Y por eso he decidido escribir para la posteridad. Yo no escribo pensando en lo que le interesa a las editoriales ni en lo que vende. Lo hago escribiendo libros que me justifiquen ante los siglos venideros, escribiendo libros ambiciosos en los que doy lo mejor de mí mismo

A veces pienso que, para saber de la vida, no hay mejor atajo que leer grandes novelas como Guerra y paz o Los miserables.Necesitamos seguir leyendo gran literatura. Mi libro está entre los más vendidos en Amazon. Miré allí y me dije: 'Por favor, señor, que deje de estar entre los más vendidos en Amazon. ¡Cuánta cochambre!'. Hay que leer a los grandes, a Virgilio, a Homero, a Cicerón, a los grandes clásicos universales, y recuperar el valor de la literatura y de la escritura literaria. A los jóvenes les quitan las asignaturas de humanidades y los convierten en lacayos. Tienen que rebelarse y leer los clásicos.

¿Por qué escribe a mano una novela tan ciclópea?Escribo a mano y sin conexión a internet porque me permite estar más concentrado en la escritura. Es una escritura morosa. Al escribir más lento, la cantidad de ideas que fluyen del cerebro a la mano cuando escribo son mayores. Y las posibilidades de inyectar belleza son también mayores que cuando escribo en ordenador. Yo escribo en ordenador mis artículos y a mano mis libros y sé perfectamente que hay una diferencia. Nadie me la puede refutar.

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