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La sanidad en Venezuela, un lujo que la población no se puede permitir: "Cada día estoy peor y un hospital público no es opción"

Un trabajador de la Recicladora de Cartón de Venezuela recupera una cama clínica para un hospital de bajos recursos de Petare (Caracas), en julio de 2022.
GETTY IMAGES

"Tengo múltiples fístulas en el brazo, algo poco común, que me genera mucho dolor. Cada día estoy peor y no puedo ir al médico porque no cuento con los recursos para hacerlo. Un hospital público no es una opción después de lo que me pasó. No me ayudan en nada". Así relata en conversación telefónica con 20minutos Patricia Abreu, una paciente que necesita ser operada, la odisea que representa para ella padecer de una enfermedad en un país en el que el acceso a la sanidad, tanto pública como privada, es un verdadero lujo.

En Venezuela, las personas que acuden a los hospitales públicos deben pagar de su propio bolsillo todo lo que necesitan para ser intervenidos quirúrgicamente. La lista suele ser extensa y en ella se detallan artículos como suturas, analgésicos, suero e incluso las batas de los profesionales sanitarios. Pero el problema no acaba ahí, porque el coste de estos productos supera con creces el salario de los venezolanos.

En promedio, los pacientes deben gastar unos 81 dólares (75 euros) en los artículos mencionados antes de entrar al quirófano, lo que supone un gran esfuerzo para los ciudadanos de un país en el que el salario mínimo ronda los 3,6 dólares al mes (3,3 euros). Esto significa que una persona necesita 22,5 sueldos para poder ser operado, según la Encuesta Nacional de Hospitales.

Para Abreu, de 38 años, su enfermedad se ha convertido en una tragedia. Le diagnosticaron múltiples fístulas en las arterias radial, braquial y axilar causadas por una malformación congénita que provoca que la circulación de la sangre en su brazo izquierdo sea mucho mayor. Por este motivo, sufre constantes roturas en las venas, filtraciones abundantes de sangre y fuertes dolores que le impiden llevar una vida normal junto a sus dos hijos, de siete y dos años.

La venezolana cuenta desde su país que las visitas al hospital comenzaron cuando tenía pocos meses de vida y que desde ese entonces pasó por varios médicos que le dijeron que tenía que someterse a una intervención quirúrgica. Después de mucho esfuerzo, logró reunir el dinero para operarse en el Hospital Universitario de Caracas en 2022. Sin embargo, los médicos no consiguieron ayudarla "debido a que no contaban con los recursos e instrumentos necesarios" e incluso, afirma Abreu, la dejaron "peor" de lo que estaba.

"Cuando terminó la operación la doctora me explicó que no se había podido hacer nada, que yo tenía que vivir así porque no había nada que hacer", relata con la voz llorosa. A pesar de eso, la cirujana cardiovascular le dijo que si ella quería trataría de operarla de nuevo pero esta vez tendría que abrirle el brazo completo. Sin embargo, esto implicaba un grave riesgo: podía perder la extremidad. Abreu no aceptó ser operada nuevamente. Después del procedimiento le quedó un bulto que le palpita en el brazo y decidió cortar relaciones con la doctora.

La venezolana logró reunir los 150 dólares (140 euros) que necesitaba para pagar la consulta con un especialista de una clínica privada y tras examinarla el médico le aseguró que la operación se hizo mal. También le dijo que, en su caso, no podía utilizar las vendas de compresión que le había mandado la doctora. "Las vendas me presionaban tanto el brazo que lloraba de los dolores. Me las apretó tanto que me deformó la mano. De hecho, ya no puedo cerrarla para hacer un puño", afirma.

Debido a su situación actual, el especialista le explicó que necesitaba someterse a una nueva intervención, pero Abreu no puede costearla y no se atreve a volver a la sanidad pública. "No he podido operarme porque sale carísimo. El médico me dio un presupuesto de 5.000 dólares (4.650 euros), pero la cifra puede aumentar. Ahora tengo muchas más fístulas en el brazo, no sé cuántas". Además, indica que le ha salido "algo" en la piel de tonos rojizos y morados que se le va esparciendo por los dedos de la mano y que le duele de solo tocarlo. "No sé lo que es y no puedo ir al médico porque no tengo dinero para pagar la consulta. No tengo trabajo y nadie quiere contratarme por este problema". Actualmente, vive en casa de su padre junto a sus hijos y ha iniciado una campaña de GoFoundMe para recaudar fondos para su operación.

Los otros problemas de la sanidad pública

Las deficiencias del sistema de salud público venezolano no se limitan a la falta de materiales en quirófanos, cuyo índice de desabastecimiento se situó en el 74% en 2023 (cuatro puntos porcentuales más que el año anterior), según la Encuesta Nacional de Hospitales. Además, cabe destacar que los 40 hospitales públicos que forman parte de ese sondeo deberían contar con un promedio de entre 10 y 15 quirófanos operativos y en la actualidad solo funcionan unos cuatro en cada centro hospitalario.

Los servicios de apoyo diagnóstico también presentan numerosas fallas, especialmente las tomografías y las resonancias magnéticas. Según el informe, el 83% de dichos servicios estuvieron inoperativos el año pasado en el país. Sin embargo, estos no son los únicos que presentan fallas. "Algo tan básico como una hematología o unos rayos X no están disponibles en todos los hospitales a toda hora, como debería ser. Tener todos los servicios operativos no está garantizado hoy en ningún hospital", subraya el documento.

El informe también explica que los tiempos de espera en emergencias continúan siendo excesivamente largos. El promedio para las personas que ingresan en el hospital porque están sufriendo un infarto se incrementó 42 minutos, hasta llegar a casi dos horas. Por su parte, el tiempo de espera para las personas con neumonía experimentó un decremento de 30 minutos y se situó en 2 horas y media. En ambos casos lo ideal es ser atendido en un periodo de entre 30 minutos y una hora.

En cuanto a los servicios de nutrición, el texto indica que el 63% de los hospitales monitoreados no ofrece tres comidas básicas al día, lo que supone una mejoría con respecto a las cifras de 2022, cuando la cifra se situó en el 71%. También se informa que la comida ofrecida por el 80% de los hospitales no cumple con las recomendaciones médicas. Este dato también refleja una leve mejoría, ya que hace dos años la cifra era del 83%.

Para José (nombre ficticio), pediatra especialista en salud pública, entre los principales problemas se encuentran los largos tiempos de espera para ser operado, la escasez de material médico y los elevados costes. "Se publicita mucho que se están tomando medidas para reducir los tiempos de espera para ser operado, pero la realidad es que en este país lo que los pacientes tienen que pagar es sumamente elevado en proporción a su capacidad de ingreso", indica a 20minutos. Por lo tanto, de poco sirve reducir esos tiempos de espera si al final los pacientes no van a poder pagar los insumos para entrar al quirófano.

El pediatra destaca que la calidad de los pocos materiales y medicamentos que se suministran a los hospitales públicos no son óptimos e incluso están provocando efectos indeseados en los pacientes. "Actualmente, hay una cantidad de medicamentos provenientes de la India que están causando muchas reacciones que no son habituales. Los pacientes desarrollan fiebres muy altas y en los niños eso es muy aparatoso porque incluso pueden llegar a convulsionar", afirma el especialista. A ello se suma que los hospitales no cuentan con los laboratorios y los equipos necesarios para analizar la composición de las medicinas. "No puedo afirmar que los medicamentos no hagan su función, pero un alto porcentaje de ellos hacen reacción y no causan los efectos deseables".

El especialista también explica que se han observado ligeras mejoras en el sistema sanitario en los últimos cinco años. Las plantas eléctricas de los hospitales han logrado hacer frente a los constantes y prolongados apagones que pusieron en peligro la vida de miles de personas hace un lustro. Además, a pesar del éxodo masivo de personal sanitario, los hospitales ya no se encuentran desatendidos como hace cinco años. Sin embargo, la realidad es que los fallos importantes persisten y que para personas como Patricia Abreu, de momento, no hay ninguna solución.

Redactora '20minutos'

Graduada en Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. He trabajado en la sección de Ciudades escribiendo noticias de actualidad, así como también temas SEO enfocados al ámbito local. También he pasado por Cierre y en la actualidad escribo en la sección de Última Hora.

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