Contracrónica

El concierto que nunca pensé que viviría: Taylor Swift, los 'swifties', el nuevo Bernabéu... y la locura colectiva

Europa Press
Taylor Swift conquistado Madrid en el primero de sus dos conciertos en el Santiago Bernabéu.
EP

"Ve, que va a molar mucho", me dijeron mis amigos cuando recibí, hace dos días y totalmente por sorpresa, la acreditación que me daba derecho a vivir uno de los eventos del año en España: The Eras Tour. Del año o del siglo, añado. Y no lo digo yo, lo dice la semana de informaciones infinitas, amargas quejas de los vecinos, movilizaciones desde todos los rincones del mundo y auténtica locura que hemos soportado con la llegada de Taylor Swift a Madrid.

Volviendo a mis amigos, ellos eran conscientes, claro, de la suerte que tenía de poder asistir a uno de los dos shows en la capital de su apoteósica gira. Una suerte que, reconozco, en aquel momento yo no fui capaz de apreciar del todo.

Porque, siendo sinceros, aunque conozco y reconozco su exitosa trayectoria profesional -también personal, a la que también ha sabido sacar rédito la americana-, nunca ha sido mi tipo de artista. Dentro de la nueva hornada de divas del nuevo milenio, siempre me han gustado nombres como Katy Perry, Beyoncé, Lady Gaga, Rihanna, Kelly Clarkson o Miley Cyrus. Pero no Taylor Swift. Spoiler: hasta ahora.

Ya solo lo que le precede es digno de mención. Es la artista del momento (se plantó en Madrid con una legión de fans -140.000 entre los dos días, y porque no ha querido más-, que han agotado todas las entradas de precios no precisamente bajos, desde 147 euros a los 589); la quinta mujer más poderosa del mundo; y la mejor pagada: tiene una fortuna que se cifra en los 930 millones de euros y con The Eras Tour ha logrado una recaudación de más de 1.000 millones, un éxito sin precedentes que supera al que hasta ahora contaba con ese récord en su palmarés, Elton John. Ahí es nada.

Pero todo eso queda en nada, porque lo vivido este miércoles en Madrid va más allá de gustos, opiniones, números -a nadie se le escapa que, por encima de todo, lo que hay alrededor de la Swift es un negocio y ella es una auténtica máquina de hacer dinero- e incluso religión y tendencia política. 

Es algo que intento contar en esta crónica en primera persona del concierto que nunca pensé que viviría. Quedando tres horas para su inicio, a eso de las 17.00 de la tarde, una riada de fans -la mayoría por debajo de los treinta- bajaban y subían ya por la Castellana, vía emblemática de Madrid, hacia su no menos icónico Santiago Bernabéu, por un día convertido en el epicentro mundial de la música, dejando claro que, efectivamente, este era EL DÍA.

Ya en las inmediaciones, como si se tratara de un partido del equipo blanco -nada más lejos de la realidad-, miles de personas se agolpaban y daban color a la tarde madrileña con una banda sonora de fondo: la de su diva. Lo hacían con esa calma tensa de quien espera el concierto de su vida y bajo unas generosas medias de seguridad.

Se habla mucho de los swifties. Ya dentro, pude comprobar que es un tipo de fan especial, en todos los sentidos del término. Cuando entré al estadio, lo comprobé. Toda la gente que había hecho noche en la cola para poder coger buena posición llenaba casi por completo la zona de pista, aguantando estoicamente la salida a escena de la popstar, que se produjo después de tres cuartos de hora de sus teloneros, con puntualidad británica y cuando ya se habían llenado las gradas por completo.

Bajo un griterío ensordecedor, muchas lágrimas y algo de miedo porque el graderío del estadio se viniera literalmente abajo, la norteamericana apareció sobre el escenario como esa imagen a la que se venera con devoción y empezó a entonar las primeras notas de un par de canciones, pero casi sin escucharse. Su cara lo decía todo, seguramente pensando, y esto ya es cosecha propia, en la diferencia entre este y su concierto de hace 13 años, cuando no era todo lo que es hoy.

Más calmados, y con el paso de los minutos -y las horas-, sí que disfruté más de temas clásicos como We Are Never Ever Getting Back Together, I Knew You Were Trouble o Shake It Off. Y es que uno, como casi en todo en la vida, es de la vieja escuela. Con Taylor Swift no iba a ser menos.

El show, cuya crónica puedes leer aquí, concluyó pasada la medianoche y dejando un buen sabor de boca general: mucha emoción entre la chavalería más joven por lo que acababa de vivir y mucha cara cansada en los sufridos familiares que actuaban de acompañante. 

Reto superado. ¿Taylor Swift vale lo que, seguramente, genera? Sí. ¿Entiendo la locura colectiva en torno a ella? También. ¿Aquí tiene a un nuevo fan? De momento, no. Eso sí, yo no sé si volvería a repetir la experiencia, y ni siquiera si tendré la oportunidad de hacerlo, pero la de este miércoles no se me olvidará jamás.

Periodista Cultural '20minutos'

Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Redactor especializado en cultura, especialmente música, espectáculos y televisión. Tras pasar por el diaro AS y la Cadena Ser, formo parte 20minutos desde 2006, primero en Deportes y, desde 2018, en Cultura y Estilos de vida.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento