OPINIÓN

Fenómenos

Taylor Swift en el Eras Tour
Taylor Swift en el Eras Tour
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Taylor Swift en el Eras Tour

Ha querido la suerte que coincidan en la misma semana los inicios de la Feria del Libro de Madrid con los conciertos de Taylor Swift, que hace tiempo dejó atrás la categoría de cantante para convertirse en un fenómeno. Desde la humildad de las casetas del Retiro los escritores miraremos estos días al gran palacio del Bernabéu, y quizás alguno añore los siglos en los que la adoración, el entusiasmo y los desmayos tenían lugar en torno a los poetas. O a la ópera. Al fin y al cabo, no tenemos nada en contra de los fenómenos, siempre que encajen con nuestros gustos y nuestro criterio. Nada más complicado que asumir que nos hemos hecho mayores o que no entendemos ya nada del mundo que antes se movía con nosotros, al ritmo de nuestra respiración.

El libro afronta en estos años dos retos, pese al éxito presente. El de la autoría, diluida por la IA, y el del formato. Del primero, poco más hay que añadir en este momento que no se haya dicho ya: nos devorará, y dejarán que nos devore. Invertirá el proceso de la creación, como en casi todo lo que no es el arte, emanará del consumidor al autor, y les parecerá bien. El segundo ocurre no porque nada haya amenazado al papel, salvo su propio precio, sino porque leer, que siempre fue, o eso decían, un acto de resistencia, se ha convertido ahora más en una señal de identidad que en una manifestación cultural. El libro detiene el rumbo de una sociedad en constante movimiento, con una comunicación histérica de emociones, ya que prácticamente no genera pensamiento.

Taylor no es solo una artista excepcional, sino un fenómeno porque, conozcamos sus canciones o no, mueve cantidades (y decibelios) comparables solo a las leyendas. Se mide su rentabilidad tanto como su talento. Ahí quieren que entre el libro quienes invierten en ello: en una cifra más, desprovista de alma. Si por ellos fuera, ni siquiera tendría letras. 

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