No existe una medida estándar a nivel global para establecer qué es un rascacielos, pero la mayoría de expertos establecen una altura mínima a partir de los 150 metros, que equivalen a unos 50 pisos.
Si utilizamos esa medida, entonces, en Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, se erige un puente que destaca por su imponente altura y que rivaliza con la de muchos rascacielos: el Puente de Castilla-La Mancha. Esta construcción que cruza sobre el río Tajo, alcanza los 192 metros en su punto más alto, lo que lo convierten en el puente atirantado más alto de España y el segundo de Europa.
Las características del Puente de Castilla-La Mancha
El diseño de este puente se centra en un pilono central de 192 metros, que sostiene la estructura mediante 152 cables. Estos cables, algunos de hasta 400 metros de longitud, crean un vano sin apoyo de 318 metros, el más largo de España. La longitud total del puente es de 730 metros, con una anchura de 36 metros.
Inaugurado en 2011, forma parte de la circunvalación suroeste de Talavera de la Reina, facilitando el tráfico y mejorando la conexión entre diferentes regiones. El proyecto fue financiado por el Gobierno de Castilla-La Mancha con un coste aproximado de 74 millones de euros.
El diseño y la construcción del Puente de Castilla-La Mancha presentaron numerosos desafíos. La estructura atirantada y el pilono central requirieron un análisis detallado y una ejecución precisa para garantizar su estabilidad y resistencia. Durante la construcción, se enfrentaron a varios incidentes, incluyendo la caída de uno de los tirantes, lo que generó preocupaciones sobre la seguridad de la obra. Sin embargo, tras rigurosas pruebas y ajustes, el puente demostró ser robusto y fiable.
No es la única polémica que acompaña a este colosal puente. A pesar de llevar en servicio desde 2011, la circunvalación de la ciudad, para cuyo propósito se construyó, no ha sido realizada, por lo que la infraestructura tiene un uso muy inferior al inicialmente planeado.
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