Donald Trump ha sido declarado culpable de las treinta y cuatro acusaciones que enfrentaba ante un tribunal de Justicia de Nueva York por diferentes causas como falsificar documentos comerciales o sobornar a la actriz porno Stormy Daniels con la que había mantenido relaciones sexuales. Los doce miembros del Jurado decidieron por unanimidad, algo poco frecuente, algo poco frecuente: los millones de dólares invertidos en su defensa por los abogados no han servido para disuadir a ningún miembro. Ahora es el juez el encargado de dictar la sentencia que sin duda incluirá una fuerte sanción económica, pero también hasta un posible año de presión o una reclusión temporal en su residencia.
Es la primera vez en la historia de los Estados en que un ex presidente, entre los 44 que le han precedido, que es condenado y, por supuesto, también el primer caso en que uno de los candidatos -- en este caso el republicano -- que se disputarán el poder federal y, en esta ocasión, ambos aspirando a la reelección en la Presidencia. Sin embargo, sorprendentemente la gravedad de una sentencia de esta naturaleza, no afectará constitucionalmente a sus pretensiones políticas salvo que la Corte Suprema de Justicia invalide su candidatura.
"Muchas veces se pone como modelo democrático el norteamericano, pero la realidad demuestra que en algunas ocasiones deja mucho que desear"
Se trata de una sentencia sobre delitos que no afectan a los derechos civiles para ocupar cargos públicos. Pero este no es el último caso de los noventa procesos de diferente tipo que tiene pendientes, uno de ellos por sus implicaciones en el intento de golpe de Estado ante el Capitolio en febrero de 2021, pocos días después de que el ganador de las elecciones, Joe Bien, asumiese sus funciones desde la Casa Blanca en Washington. Muchas veces se pone como modelo democrático el norteamericano, pero la realidad demuestra que en algunas ocasiones deja mucho que desear, en buena medida como consecuencia de su fidelidad a la tradición centenaria y falta de adaptación a la evolución de los tiempos que hace que la participación sea mínima, lo cual demuestra un importante desinterés por la política al menos en el ámbito federal.
Lo normal es pensar que una condena de esta naturaleza alejaría a muchos de sus votantes, pero en este caso concreto la impresión general es que, lejos de perjudicarle y restarle votos, el fanatismo difícil de explicar de los forofos – por utilizar a términos deportivos que imitan – que le siguen encontrarán más alicientes para defender su reelección, algo que inquieta al resto de los ciudadanos. Y no sólo dentro de los Estados Unidos, también, e incluso más, en el ámbito internacional en una etapa muy convulsa, con dos guerras, y la paz muy amenazada. Las ya conocidas excentricidades de Trump, cuya biografía refleja una ausencia de criterios realistas y de actuaciones en las que brilla la falta de coherencia y seriedad.
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