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Leila Guerriero, autora de 'La llamada': "Las mujeres que denunciaron su experiencia como violadas fueron vapuleadas"

La periodista argentina Leila Guerriero publica 'La llamada'.
Pablo Rey

En su píldora semanal en el programa A vivir que son dos días, en la Cadena Ser, se presenta así: "Hola, soy Leila Guerriero, soy periodista. Vivo en Buenos Aires". Y después dispara. Quedamos para hablar por teléfono. Le llamo a las 21 h en Madrid, ella me responde a las 16 h en su ciudad natal. La excusa para esta entrevista telefónica es que Anagrama ha publicado su último libro, La llamada. Un retrato. Silvia Labayru fue superviviente de un secuestro durante el que fue torturada y violada fuera y dentro de la ESMA (Escuela de Mecánica de la Armada) en el contexto del golpe de Estado de 1976 que derivó en una dictadura militar en la Argentina. Una vez libre, en el exilio en España, se sintió una apestada por parte de algunos de los que en el pasado fueron de su bando. Este libro, este retrato realizado por la periodista argentina (Junín, 1976) ha levantado la alfombra y ha dejado al descubierto una situación que lleva mucho tiempo soterrada, acallada, enmudecida. Una situación que Leila Guerriero no hubiera podido iluminar sin la valentía y generosidad de quien la experimentó y sufrió en su propio cuerpo. Silvia Labayru, la superviviente a la que, una vez liberada, pocos le preguntaron "¿Qué necesitas, querida?".

¿Silvia Labayru le contó más o menos cosas a usted que a su círculo de confianza?Algunas personas que la conocen mucho me han escrito diciéndome que muchas de las cosas que cuenta en el libro no las sabían. La amistad debilita a la hora de preguntar para no hacer daño. Lo que no quiere decir que sea bueno. Silvia Labayru se queja un poquito de que nadie le pregunta sobre su cautiverio. Como periodista se tiene la responsabilidad de preguntar con tanto detalle como sea necesario para poder contar, narrar la historia con toda la precisión posible.

Sabía que tenía que dejar pasar el tiempo para que Silvia viera en mí una interlocutora interesada, confiable.

¿Cómo hizo para lanzar esas preguntas?Esperé al momento adecuado para cada cosa. No le iba a preguntar por su rapto, secuestradores o por las torturas en la primera entrevista. Fui llevando la conversación de manera cronológica durante las primeras entrevistas, para que me contara paso a paso su historia. Cuando vos vas solidificando una relación, las preguntas que eran difíciles en su momento se transforman en preguntas que uno puede hacer con toda la soltura que el entrevistado recibe con la misma naturalidad. Sabía que tenía que dejar pasar el tiempo para que ella viera en mí una interlocutora interesada, confiable y que se mostraba a la altura de la historia y sin ejercer un juicio moral. Tampoco quería que ella confundiera mis preguntas sobre las cuestiones más escabrosas y pensara que las hacía para exprimir el morbo. Silvia Labayru nunca se mostró como alguien que la lastimara hablar de ciertas cosas. Que ella se mostrara con mucho temple y aplomo yo no lo quería usar en mi beneficio.

Guerriero, fotografiada por su editorial en España, Angrama.
CEDIDA

¿Cuántas veces le han dicho, "Leila, vaya pregunta me acabas de hacer"?Me lo han dicho varias veces. Silvia Labayru también me lo dijo, pero no sé si en esos términos. Fue decirme eso y ponerse hablar. A medida que vas avanzando en la configuración del mapa de la vida del otro, empezas a preguntarte cómo se conectan esas piezas. Al hacerlo necesitas detalles y es ahí cuando surgen preguntas que nadie nunca había expresado de esa manera.

Sé que Silvia está muy conforme con las lecturas que se hicieron del libro. Siente que son lecturas muy respetuosas, inteligentes.

El libro le dedica un gran espacio a lo que significa la violación y el consentimiento.Hace tiempo que se publicó un libro que se titula Putas y guerrilleras, de Olga Wornat y Miriam Lewin, en el que las dos autoras recogieron muchos testimonios de mujeres que habían sufrido abusos durante su cautiverio en el contexto de la dictadura argentina. Silvia Labayru cuando se abrió la posibilidad de hacer una demanda por violación, la presentó. Las mujeres que se han prestado a denunciar y dar su testimonio sobre su experiencia (como mujeres violadas), Silvia cuenta que fueron vapuleadas, incluso por gente de su misma concepción política.

¿Por qué da la sensación de que a Silvia Labayru la han perdonado en vez de entenderla?No puedo responder a esa pregunta, más allá de las lecturas y comentarios que he recibido no te puede decir. Sé que Silvia está muy conforme con las lecturas que se hicieron del libro. Siente que son lecturas muy respetuosas, inteligentes. Lecturas que de alguna manera rescatan una luz nueva sobre una situación que permanecía muy soterrada, acallada, enmudecida. En general, sí parece que hay como una comprensión de lo que pasó y de las complejidades de la situación a las que ella estaba sometida.

Muchas de las entrevistas que mantuvo con Silvia Labayru tuvieron lugar durante la pandemia, muy presente en el libro. ¿Durante esa época pensó en mudarse al campo como tantos otros pensaron e hicieron?A mí me irritaba mucho el discurso romantizado de la pandemia de que hay que volver a la naturaleza y que íbamos a salir mejores y que ahora quiero tener una huerta y plantar mis propios tomates… se estaba muriendo la gente a millones. A mí me parece que se exacerbó lo contrario; las individualidades, me voy a salvar yo y a mi pequeña tribu de tres personas. Yo estuve muy conectada con lo que estaba pasando, con la realidad, escribiendo, pensando. La idea de salir de Buenos Aires y mudarme, aislarme, no enterarme de lo que pasaba ahí afuera, y así, si volviera otra pandemia a mí no me afectaría, estaba fuera de todas las posibilidades de lo que yo soy o pueda ser como persona.

La escritora argentina es colaboradora de la SER.
Magdalena Siedlecki.

¿Para cuándo un perfil de uno de esos milmillonarios anónimos, de los que no se sabe nada de sus vidas?Me encantaría. El acceso a las clases altas, a los poderosos es mucho más difícil que el acceso a otras capas sociales. Yo siempre digo que la crónica latinoamericana le falta recorrer mucho terreno en ese camino. De la riqueza se habla sobre todo en esos medios de comunicación afines, complacientes con los poderosos. Se parte de la base que son amigos y que el señor millonario va a mostrar su nuevo auto, su casa en Punta del Este y ya está. Sin ningún cuestionamiento. Nadie se va a quedar a vivir una o dos semanas en la casa de ese millonario. (Ríe). En cambio, contar las historias de los poderosos se hace menos. Yo intento, pero primero con poderosos de mi país o de España incluso, no con Elon Musk. El dueño de ZARA, por ejemplo, es un hombre superperfilable, pero no se deja ni fotografiar. Ese hermetismo que los rodea hace que sea gente de muy difícil acceso. Estos trabajos son imposibles si no se tiene un acceso casi ilimitado a la otra persona. No digo meterme en sus habitaciones, pero sí poder hablar con ellos muchas veces, con sus parejas, hijos, etc. Estoy haciendo algunos esfuerzos para lograrlo, pero lleva tiempo, hay que tener paciencia. Paciencia que hay que multiplicar por quince en estos casos. En algún momento algo de todo lo que estoy intentando va a salir.

La llamada está editada por Anagrama.
CEDIDA

¿Y Leila se dejaría hacer un perfil?No. Mi lugar es detrás de cámaras. No soy el foco de atención. Mi vida no es una que tenga singularidades para ser contada. No me interesa salir del lugar en el que estoy para ponerme en otro lugar.

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