Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La congregación de la Feria del Libro y la pregunta inesperada de la reina Letizia

La periodista Eva Orúe, directora de la Feria del Libro, y la reina Letizia.
La periodista Eva Orúe, directora de la Feria del Libro, y la reina Letizia.
RTVE
La periodista Eva Orúe, directora de la Feria del Libro, y la reina Letizia.

La Feria del Libro de El Retiro es un Madrid dentro de Madrid. Tan grande, tan abrumadora, tan culta, tan superficial, tan acompañada, tan solitaria. Tan todo a la vez.

Casi un mes al año el camino de asfalto conocido como Paseo de Coches se llena de autores, autógrafos y libros. Porque, en efecto, El Retiro fue un parque atravesado por coches y más coches. Hasta los años ochenta, cuando en la resaca de la transición el ruido de los tubos de escape se cambió por el murmullo de los paseantes, las risa traviesa de los niños, la respiración de los corredores (ahora conocidos por runners) y el derrape de los patinadores, los que aprenden y los que enseñan.

Una autopista liberada de tráfico que cada junio pasa a ser ocupada por casetas colmadas de historias. Casetas que cobijan escritores grandes y pequeños, independientes y mediáticos, creídos y humildes. Los que escriben sus libros e incluso alguno al que se los escriben. El show de la mercadotecnia es así.

Delata tanto cómo somos la Feria del Libro... Con sus colas largas, con sus colas sin nadie. Con sus fisgones, con sus admiradores, con los nervios frente a los egos, con los silencios incómodos frente a los silencios cómodos. Es un preciso medidor de personalidades. Para los que les goza ser vistos y para los que intentan pasar desapercibidos. Quizá a Letizia Ortiz le gustaría ejercer el arte de la invisibilidad. Pero no puede. Es reina. Este mismo viernes por la mañana caminó entre casetas junto a Eva Orúe, máxima responsable de la Feria madrileña. Era la típica y solemne puesta de largo con representantes públicos y, como consecuencia, pico álgido de miradas indiscretas. La atmósfera ideal para el florecimiento de súbditos y el desparrame de postureos. 

En estos actos, suelen existir tres tipos de protagonistas institucionales: los que su labia gira alrededor de su ombligo, los que chutan balones fuera de campo con frases largas de ideas cortas y, los menos, los que observan, preguntan, conversan y quizá hasta descubren otros mundos que están en este.

Ahí está la diferencia de Letizia Ortiz. En la distancia corta, transmite cómo mantiene la cualidad de la curiosidad incesante (que no es lo mismo que la curiosidad intensa). Se evidenció especialmente justo en el momento en el que reina y directora de la Feria se pararon frente al stand de Radio Nacional de España. Vetusta Morla estaba en directo en el programa de Ángel Carmona. Entonces, Letizia esquivó hablar de sí misma cuando el micrófono de RNE se acercó a su boca y preguntó a Juanma de la Torre qué estaba leyendo. La mala costumbre, contestó el músico. En La Feria del Libro siempre hay que tener una recomendación literaria en la mente. Por si acaso.

Segundos antes, en la conversación con Orúe se notó que Letizia escucha la radio, controla quiénes conducen los programas y quiénes son los entrevistados. Está a pie de calle. Porque las preguntas que hacemos (o callamos) dicen más de nosotros de lo que pensamos. Aunque no se salgan del guion del día. Tal vez, por eso mismo, escasean en los actos oficiales. No ha sido el caso del estreno de la edición número 83 de la Feria del Libro de Madrid, una fiesta de la congregación que, vale, busca vender con el reclamo de escritores expuestos firmando su obra. Sin embargo, también, permite descubrirnos y conocernos. Incluso a la reina Letizia. Eso es lo que enganchaba a muchos del trajín de la multitud constante de Madrid y eso, sobre todo y de otra forma menos ruidosa, es el superpoder de la buena lectura: la fantasía de terminar cruzándote con quien menos te esperas y acabar viendo cómo, en ese instante, se empiezan a desmoronar ante tus ojos aquellos prejuicios amasados por el vacío del desconocimiento.

Paseen, lean y encuéntrense, pues. Si están cerca, acudan a la contracorriente carretera sin coches de Madrid. Aunque 15 días repleta de libros, editores, escritores, lectores, selfies e inspiraciones. Una vía abierta a la consumación de la admiración verbalizada e incluso a la aparición de empatías inesperadas.

Borja Terán
Periodista

Licenciado en Periodismo. Máster en Realización y Diseño de Formatos y Programas de Televisión por el Instituto RTVE. Su trayectoria ha crecido en la divulgación y la reflexión sobre la cultura audiovisual como retrato de la sociedad en los diarios 20 minutos, La Información y Cinemanía y en programas de radio como ‘Julia en la Onda’ de Onda Cero y 'Gente Despierta' de RNE. También ha trabajado en ‘La hora de La 1' y 'Culturas 2' de TVE, entre otros. Colabora con diferentes universidades y es autor del libro 'Tele: los 99 ingredientes de la televisión que deja huella'.

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