Mariano Gistaín Periodista y escritor
OPINIÓN

La decadencia de Occidente y Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega a un pleno en el Congreso de los Diputados, a 30 de mayo de 2024, en Madrid (España). La Ley de Amnistía afronta hoy en el Pleno del Congreso su última votación parlamentaria, en la que se necesita mayoría absoluta (al menos 176 diputados) para levantar el veto del Senado. Si no hay sorpresas, la norma podría estar en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el próximo viernes o el sábado para su entrada en vigor. El PSOE y sus aliados necesitan mayoría absoluta en el Congreso para levantar el veto del Senado. El objetivo de la ley es amnistiar a todos los implicados en movilizaciones independentistas desde el 1 de noviembre de 2011...30 MAYO 2024;AMNISTIA;JUNTS;ERC;INDEPENDENTISMO; [[[EP]]]
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
Eduardo Parra/EP
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, llega a un pleno en el Congreso de los Diputados, a 30 de mayo de 2024, en Madrid (España). La Ley de Amnistía afronta hoy en el Pleno del Congreso su última votación parlamentaria, en la que se necesita mayoría absoluta (al menos 176 diputados) para levantar el veto del Senado. Si no hay sorpresas, la norma podría estar en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el próximo viernes o el sábado para su entrada en vigor. El PSOE y sus aliados necesitan mayoría absoluta en el Congreso para levantar el veto del Senado. El objetivo de la ley es amnistiar a todos los implicados en movilizaciones independentistas desde el 1 de noviembre de 2011...30 MAYO 2024;AMNISTIA;JUNTS;ERC;INDEPENDENTISMO; [[[EP]]]

Me quedé en la desaparición de Sánchez cuando aquello de su mujer. Yo también desaparecí un poco. Ahora tengo que volver a la borrosa actualidad y no sé qué ha pasado. Sánchez faltó cinco días y al parecer siguió gobernando, o al menos siguió en el cargo, de presidente en la sombra: en la sombra de sí mismo.

En funciones de sí mismo. Esos cinco días de fiesta por agravio a su honor no se los han descontado. O sí. Lo sabremos cuando cese, si llega el caso. El Estado es rencoroso para sobrevivir y guarda las afrentas, las facturas, los lapsus laborales. Quizá cuando Sánchez ya no controle los aparatos le vengan las facturas, dietas, cosas.

No se sabe qué había en el móvil presidencial crackeado por el programilla Pegasus. Francia cree que el pinchazo venía de Marruecos. A lo mejor el pedir un estado para Palestina es una venganza por el software israelí y la poca respuesta ante la afrenta. Lo de Marruecos aun no se sabe. Pero quizá Sánchez no controla tantos aparatos como parece, quizá no controla ninguno y se limita a posar, eso sería una chulada, un presi sin apoyos –los justos para serlo– y plantar cara a la adversidad, mentón al frente, ceder el Sahara a Marruecos, recibir a Zelenski. Guay.

Es un momento desnortado ideal, los únicos que parecen ir a alguna parte son China y su satélite o periférico Rusia

El caso es que después de su espantada, cuando el meteorito de Viernes Santo, Sánchez debió de regresar un lunes y con cuatro memes de saldo ya parece que sigue al frente de un país que va solo aunque sea sin rumbo. Tampoco los demás países parecen tener rumbo o idea de a dónde van. Se mantienen, como todo, por inercia y algún desfile. Es un momento desnortado ideal, los únicos que parecen ir a alguna parte son China y su satélite o periférico Rusia, ya ves que alineación. El misterio es lo que mantiene en pie las dictaduras (y que te peguen un tiro). Pero de puertas al mundo el único atractivo (repulsivo) es que no se sabe nada. Hoy te fusilan a ti mañana a mí, hoy muere Navalni mañana destituyen a varios generalotes. Al menos en las democracias, las cuatro que quedamos, endebles y amenazadas, se sabe alguna cosa de vez en cuando. Y eso es lo que nos hace imbatibles en plena decrepitud. Claro que tiene que venir un Assange y la soldado Chelsea Manning y un Edward Snowden y las foticos de Abu Graib para que se filtre algún secretillo atroz y suban al streaming.

El caso es que Sánchez dio la espantá y ya nadie se acuerda, ni siquiera él mismo y su camarilla áulica. La amnesia veloz tiene sus ventajas porque permite ir ligeros de equipaje hacia el futuro de opípara miseria que dan las eurostats: por lo visto el propio Occidente ya reconoce su declive sin necesidad de que vengan otros (¡los hombres de negro chinos!) a hacerle la auditoría, que es la autopsia de este mundo de ayer. Se ve que en China todo es ya eléctrico. Y un general del Reino Unido ha recomendado a la población que acaparen algo de comida, velas, radios, linternas…

Lo bueno, quizá lo inmejorable de Occidente, es que se diagnostica a sí misma/o y reconoce su propio óbito, se hace la esquela antes de que vengan a embargarle y al desahucio. La decadencia de Occidente de Spengler es de los años de la primera guerra mundial, que entonces creían era la única (en esta pestaña tengo la edición de Espasa Calpe de 1966 con proemio de Ortega y Gasset, Tomo I, y prólogo del autor de 1922). Ay mama. La decadencia es larga y la vida breve. Mira Roma, que estuvo cayendo varios siglos y aun genera PIBs en tantos sectores.

El caso es que Sánchez sigue ahí y por lo visto ha ganado las elecciones catalanas. Nada como desaparecer unos días para despejar el centro del campo y que pase otro mes. Sánchez extrae la energía de su propia debilidad y en eso ejemplifica el declive occidental, se faja al filo del precipicio y no le queda suelo para retroceder. Ahora recibe a Zelenski y le promete mil millones. Habrá que ver el cheque (y cuánto cuesta: el dinero, como se sabe, está carísimo). Sánchez no puede legislar en las provincias, lo que le ahorra fallos memorables, pero puede actuar en el vasto mundo.

La decadencia, sobre todo la de Occidente, que es la que toca ahora, va a empentones, a impulsos o espasmos raros. Hasta que haya una IA con sesgo cero cero que postule una fecha fija, no se puede asegurar nada. El sesgo cero cero es la utopía de este mes. Disimulado, acelerado y/o aplazado tras el crack de 2008, la pandemia, el cambio climático y las recientes invasiones, el declive de Occidente de momento es una oportunidad de negocio. O sea, como todo lo demás.

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