Diego Carcedo Periodista
OPINIÓN

Milei, un esperpento

El presidente argentino Javier Milei habla en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford.
El presidente argentino Javier Milei.
EP
El presidente argentino Javier Milei habla en el Instituto Hoover de la Universidad de Stanford.

Javier Milei, al margen de sus relaciones de enemistad con Pedro Sánchez y de las ideas que defiende, hay que reconocer que es un esperpento cuando menos de la política. Los argentinos le han votado democráticamente y su decisión hay que respetarla. Habrá que ver si han acertado: de momento no se está comportando como un jefe del Estado que inspire respeto internacional y menos admiración. Para España es el representante de un país amigo, y cabe añadir que hermano, con el que siempre ha habido excelentes relaciones diplomáticas y de cooperación.

Visto desde lejos, habría que apresurarse a añadir que Argentina, como otros países, no siempre han tenido suerte con sus gobernantes. Aunque la democracia es el mejor sistema político, o como suele decirse en broma, el peor excluidos todos los demás, también los electores se equivocan al depositar su voto en las urnas. Eso es algo que no se puede negar y ejemplos hay muchos en el mundo. En el caso de Milei son los argentinos, un pueblo culto y sensato, quienes tendrán que valorarlo. Contemplado desde la distancia y el reflejo de sus gestos y actitudes, la imagen que destella es esperpéntica.

Esperpéntico es un término literario poco definido, pero si entre todos los ejemplos actuales hemos de elegir uno muy representativo en el ámbito público, Milei estaría a la cabeza. No es el único, también tenemos a Donald Trump, un expresidente de los Estados Unidos y aspirante a volver a serlo, que además es un delincuente conforme acaba de declararlo por unanimidad el Jurado de la audiencia de Nueva York.

Milei al menos no ha tenido hasta ahora ningún conflicto con la Justicia. Trump espera la sentencia que dentro de unas semanas le impondrá el juez y es probable que acabe en prisión cuando menos doméstica. La conclusión es poco halagadora para la imagen y el futuro que se le augura a Milei si continúa sin moderar su lenguaje o cuando menos sus despropósitos y su falta de respeto a los colegas con otras ideas, pero ante el espectáculo que ofrece Trump al mundo desde la primera potencia confirma esa realidad que garantiza que a todo y a todos hay quien gane.

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