Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Y ahora, ¿el referéndum?

El candidato de Junts a la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa para valorar los resultados de las elecciones catalanas, a 13 de mayo de 2024, en Argelès (Francia). Durante la comparecencia, Puigdemont ha anunciado que ya ha abierto los primeros contactos con ERC y ha anunciado su intención de presentar su candidatura a la presidencia de la Generalitat en el debate de investidura. Junts obtuvo ayer, 12 de mayo, en las elecciones a la Generalitat de Catalunya, 35 escaños, tres más que en las pasadas elecciones autonómicas de 2021. 13 MAYO 2024;JUNTS;PUIGDEMONT;ARGELES;FRANCIA Glòria Sánchez / Europa Press 13/5/2024
El líder de Junts, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa tras las elecciones catalanas.
Glòria Sánchez / Europa Press
El candidato de Junts a la Generalitat de Catalunya, Carles Puigdemont, durante una rueda de prensa para valorar los resultados de las elecciones catalanas, a 13 de mayo de 2024, en Argelès (Francia). Durante la comparecencia, Puigdemont ha anunciado que ya ha abierto los primeros contactos con ERC y ha anunciado su intención de presentar su candidatura a la presidencia de la Generalitat en el debate de investidura. Junts obtuvo ayer, 12 de mayo, en las elecciones a la Generalitat de Catalunya, 35 escaños, tres más que en las pasadas elecciones autonómicas de 2021. 13 MAYO 2024;JUNTS;PUIGDEMONT;ARGELES;FRANCIA Glòria Sánchez / Europa Press 13/5/2024

La aprobación final de la ley de amnistía ha vuelto a encender el debate político sin aportar nada nuevo. Solo ahora la Justicia puede aclararnos las dudas sobre su constitucionalidad, adecuación al Derecho europeo y aplicabilidad, particularmente en el caso de la malversación, donde la doctrina consolidada del Supremo podría dejar la amnistía en agua de borrajas. Si eso ocurriera, puesto que la sedición ya no existe en el Código Penal y la desobediencia o los desórdenes públicos son delitos menores, el fracaso político de la ley sería monumental. Mientras tanto, los independentistas tienen sobradas razones para celebrarla, ya que disponen de un poderoso argumento para afirmar que la autodeterminación, por la que delinquieron en 2017, también es posible. Si la conveniencia política de Pedro Sánchez ha hecho viable la amnistía, por qué no podría ocurrir lo mismo con el referéndum.

Aunque la unidad e indivisibilidad de España está meridianamente consagrada en la Constitución, hoy parece que cualquier cosa se puede hacer encajar a martillazos. Por eso es erróneo atrincherarse en los hechos jurídicos. Lo importante es hacer frente al secesionismo con firmeza y elegancia. Lo esencial no es que la autodeterminación sea inconstitucional, sino que se la combate porque se trata de una propuesta ilegítima en democracia donde todos los ciudadanos disfrutan de los mismos derechos políticos. Como explica el diplomático e intelectual canadiense Stéphane Dion, quien ha estado en España para presentar su último libro (Condiciones de la Secesión en Democracia, escrito por partes con los académicos españoles López Basaguren y Romero Caro), la secesión choca con el principio de ciudadanía. Una eventual partición arrebataría la ciudadanía española a los catalanes que no desearan la independencia y declararía extranjeros en Cataluña al resto de los españoles. Y todo por un capricho identitario, por un egoísmo de quien se afirma diferente porque se cree mejor.

Tras la aprobación de la amnistía, desde Junts y ERC declararon que la próxima parada era el referéndum, un objetivo que también apoyan Podemos y los socios catalanes de Sumar, los Comunes. También para estos la lectura del libro de Dion es interesante, pues a menudo postulan la importación de la ley de claridad canadiense a fin de facilitar una eventual consulta. Es al revés, con dicha norma Canadá no solo se acercó a España, sino que hizo casi imposible otro referéndum. Para combatir al secesionismo, con procés o sin procés, necesitamos dos cosas. Primero, abandonar la estrategia del contentamiento, pues los soberanistas son insaciables. Cuanto más se les da, más quieren. Y, segundo, postular el federalismo tanto para Europa como para España.

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