Firma invitada Luciano Miguel (Director de Estudios de Instituto DYM)
OPINIÓN

Elecciones europeas: desde la economía a la democracia

Una persona ejerce su derecho a voto en las elecciones vascas, en el Colegio Público Otxandio, en Otxandio, (Vizcaya, País Vasco)
Una persona ejerce su derecho a voto.
Iñaki Berasaluce / Europa Press
Una persona ejerce su derecho a voto en las elecciones vascas, en el Colegio Público Otxandio, en Otxandio, (Vizcaya, País Vasco)

La encuesta de Instituto DYM previa a las elecciones europeas explicita un mandato bastante claro de los ciudadanos: las instituciones europeas tienen que contribuir a mejorar las condiciones de vida y a avanzar al mismo tiempo en la consecución de sus ideales fundacionales hacia una convivencia en libertad.

El ranking de prioridades que los ciudadanos demandan a la Unión Europea indica que, efectivamente, los principales logros que esperan de las instituciones comunitarias son los relativos a la mejora de las condiciones de vida: economía, empleo y sanidad; dicho en otros términos: riqueza y bienestar. Estos objetivos son precisamente los que han movilizado una mayor cantidad de recursos conjuntos en los últimos años, sobre todo después de la covid; constituyen el núcleo de la realpolitik europea. No se cuestionan y nadie entendería que quedasen desatendidos.

El peso de la economía es tan contundente que, cuando no están próximas las elecciones, suele ocultar que la Unión Europea tiene otros cometidos. En este sentido, es oportuno recordar que entre los valores que asume la Unión Europea se encuentran la dignidad humana, la libertad y la democracia. Con mucha frecuencia se llega a olvidar que se trata de los principios fundacionales del Estado liberal, y que ha sido y será necesario defenderlos contra los regímenes y planteamientos totalitarios que los han amenazado y los siguen amenazando.

La celebración de las elecciones europeas contribuye, como mínimo, a activar el deseo de que se sigan cumpliendo y respetando. Según los datos aportados por la encuesta, se atribuye más importancia a las próximas elecciones para mantener una democracia fuerte y para proteger los derechos y libertades cosechados que para otras finalidades normalmente más visibles, como la mejora de la situación económica.

En definitiva, estas elecciones europeas constituyen una ocasión para revitalizar Europa no solo como una sociedad orientada a la satisfacción de los intereses privados de prosperidad y protección, sino también como un espacio político en el que se asume el compromiso de constituir un espacio público plural sobre los fundamentos de la democracia liberal que la propia Europa ha exportado al resto del mundo.

En estas circunstancias, no parece demasiado osado afirmar que, para que Europa recupere su vitalidad y su relevancia y no quede reducida a un ostentoso entramado administrativo dedicado a la gestión de los fondos comunes, es preciso que recupere el impulso se su alma democrática, algo menos discreta que habitualmente en estos días de campaña.

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