Miguel Ángel Aguilar Cronista parlamentario
OPINIÓN

Estrategia epistolar

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez, durante un mitin en Benalmádena (Málaga).
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez, durante un mitin en Benalmádena (Málaga).
EFE/Jorge Zapata
El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a su mujer, Begoña Gómez, durante un mitin en Benalmádena (Málaga).
¿PREGUNTAR OFENDE? por Miguel Ángel Aguilar

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, acaba de escribir por segunda vez a la ciudadanía. Así que carta habemus y sucede que cuando las cartas se descubren, es decir, cuando se ponen sobre la mesa, quedan expuestas al escrutinio público ya sea bien o malintencionado. Periodistas, expertos, demóscopos, gramáticos, académicos, constitucionalistas, se aplican de inmediato al comentario del texto y a la evaluación de las consecuencias imaginadas que pudiera causar sobre las urnas del domingo 9. Los diseñadores de esta estrategia del carteo que vuelven a la carga deben saber que la insistencia en el empleo de un mismo recurso a partir de una determinada dosis puede hacerlo venenoso.

Como señalaba un buen amigo periodista el 10 de junio de 2014 al introducir un debate sobre el ADN del nacionalismo entre Michael Ignatieff y Francesc de Carreras, hay algunos principios que subyacen a los tratados básicos de la estrategia militar, que nos dejaron autores como Clausewitz, Liddell Hart, André Beaufre o Sun Tzu. Entre los que tienen especial relevancia, por ejemplo, el del centro de gravedad del enemigo, el de la necesidad de que la victoria esté bien definida para que pueda ser alcanzada y el de que sobrepasar la explotación del éxito más allá del punto culminante de la victoria supone deslizarse de modo inevitable hacia el desastre.

La segunda entrega epistolar apunta a la existencia de una estrategia, descarta que obedezca a espontaneísmo alguno y viene a invalidar de manera frontal la precedente, abriendo una senda más propia de escolares de la segunda enseñanza. Porque la insolente y descarada reacción de Pedro Sánchez ante el juez que ha tenido la osadía de citar a su esposa, Begoña Gómez, para que declare, se ajusta a unas pautas de comportamiento más propias de un adolescente envalentonado que pretendiera revestirse de impunidad bajo la invocación del famoso "usted no sabe con quién está hablando". Pero el juez sabe bien que Begoña, la esposa del presidente, no es la presidenta del Gobierno, como equivocadamente la designó Patxi López, portavoz del Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de los Diputados. Su condición es la muy honorable de mera ciudadana, condición que comparte con el común de los españoles, sin otra ventaja diferencial sobre ellos que la de tener enamorado a Pedro Sánchez.

Los diseñadores de esta estrategia del carteo que vuelven a la carga deben saber que la insistencia en el empleo de un mismo recurso a partir de una determinada dosis puede hacerlo venenoso

Cuestión distinta es la de que, como escribe Primo Levi en El sistema periódico, "convenga desconfiar de lo casi igual, de lo prácticamente idéntico, del poco más o menos, del o sea, de todos los sucedáneos y de todos los remiendos, porque las diferencias pueden ser pequeñas, pero llevan a consecuencias radicalmente distintas, como el cambio de agujas en el rumbo de un tren". De ahí que el oficio del político y del periodista consista en gran parte en defenderse de estas diferencias, en conocerlas de cerca y en prever las consecuencias. Porque estos años de deterioro institucional han provocado una regresión en muchas costumbres cívicas y han atenuado muchos reflejos; entre ellos, y en primer lugar, el reflejo de la decencia por decirlo de manera solemne. Vale. 

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