Si escribimos en cualquier buscador de la red la frase “quién es Alvise Pérez” los resultados muestran una fotografía fiel de cómo funciona nuestro sistema. Los grandes medios de comunicación tratan al líder del partido Se Acabó la Fiesta como si fuera una seta que ha brotado en un prado, en una duna costera o junto a un arroyo. Fingen que no lo conocen y copian la información de la famosa enciclopedia de internet.
Ochocientos mil votos no se consiguen en una tarde y no se pueden esconder debajo de la alfombra. Sin embargo, a los medios de comunicación mayoritarios parece que no les importa fingir que no se han enterado de quién es Alvise, lo que viene haciendo desde hace años, su querencia hacia los tribunales, su imán para recibir informaciones truculentas, su complicada relación con la veracidad y sus victorias judiciales, que algunas ha tenido.
El sistema, de vez en cuando, produce este tipo de partidos. No es nada nuevo. No podemos engañarnos. La frustración, el ego, las puñaladas, la huida hacia adelante, las redes, la indignación y muchos otros factores terminan por alumbrar hijos no reconocidos. Alvise estuvo en UPyD y en Ciudadanos. ¿Alguien se sorprende de verdad? Miren, si tienen ganas, el historial de demandas y los motivos.
La frustración, el ego, las puñaladas, la huida hacia adelante, las redes, la indignación y muchos otros factores terminan por alumbrar hijos no reconocidos.
La abstención tampoco cabe debajo de la alfombra, ni en el armario, ni debajo de la cama. La abstención es un problema de primera magnitud que hay que tratar de entender en su medida. No parece normal que más de la mitad del censo electoral no acuda a votar y que la lectura que se haga de esto sea simplona y barata, y se le dedique un espacio mínimo y un análisis superficial con toques de moralina rancia.
Otra actitud deplorable es la de criticar con vehemencia a los grupos que entran en el parlamento y olvidarse de los votantes que los han apoyado. Esto también requiere un análisis mucho más detallado. Entender al votante debería ser prioritario porque sus capas de fanatismo son mucho más endebles y aguantan menos una argumentación sosegada que las de los líderes, que son de cemento armado. ¿Y quién habla con los votantes? El CIS de Tezanos. Pues eso.
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