Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Se acabó la testa

Luis 'Alvise' Pérez, líder de 'Se acabó la fiesta'.
Luis 'Alvise' Pérez, líder de 'Se acabó la fiesta'.
EFE
Luis 'Alvise' Pérez, líder de 'Se acabó la fiesta'.

Churchill dijo que "quien no es de izquierdas de joven, no tiene corazón, y quien no es de derechas de adulto, no tiene cerebro". Votar a un partido que se llama Se acabó la fiesta, cuando eres joven, es una contradicción. Primero por el continente, cuando la fiesta debería ser parte de tu ADN, y segundo por el contenido, cuando lo que representa son valores tan rancios como el negacionismo, el machismo o la xenofobia.

La ultraderecha ha aumentado en Europa y los jóvenes, en muchos casos, son los que la alimentan. Actos repletos de adolescentes con banderas de España llenan los mítines de Vox, y ahora del influencer Alvise, para el que el PP se le queda a la izquierda y Vox es la ultraderechita cobarde. Hay muchas razones por las que esto ocurre. Una, las redes sociales, medio de comunicación de los jóvenes y herramienta principal de estas formaciones. A esto se suma una búsqueda de rebeldía y libertad, históricamente asociada a la izquierda, que hoy es patrimonio de la derecha y la ultraderecha. Una juventud que se ha tragado que ser rebelde es negar el cambio climático y las vacunas y que la libertad es solo la propia, o la del mercado.

Les han engañado disfrazando las palabras, como a Pedro II de Aragón, monarca que maltrataba y despreciaba a su mujer y al que le tendieron una trampa para que, a oscuras, mantuviese relaciones con su esposa pensando que cometía adulterio con una doncella.

A estos jóvenes que tanto añoran la Reconquista, les diría que leyeran historia para que no les engañen. Ser rebelde no es ser xenófobo y la libertad no existe sin la igualdad. Claro, así pasa luego que el 40% de los jóvenes no cree en el feminismo. Pues eso, se acabó la fiesta y la testa.

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