Taller de cajón flamenco para personas con discapacidad intelectual en prisión: "Es la oportunidad de demostrar que soy capaz"

Alguno de los asistentes al taller de cajón flamenco durante una de las clases.
Algunos de los asistentes al taller de cajón flamenco.
Cedida por Plena Inclusión Madrid
Alguno de los asistentes al taller de cajón flamenco durante una de las clases.

Allí escuchan desde Camarón hasta Omar Montes. Esa es la banda sonora del módulo para personas con discapacidad intelectual de la cárcel de Estremera (Madrid).

Gracias a Plena Inclusión Madrid y Fundación Música Creativa, los internos –suelen asistir alrededor de ocho de entre 25 y 50 años– tienen un taller semanal de cajón flamenco. Este taller musical parte de la premisa de que el disfrute de la cultura es un derecho fundamental de todas las personas en todas las situaciones, lo que incluye la prisión.

Este taller responde a una petición de los propios internos. Sara Lendínez es técnico de Exclusión en Plena Inclusión Madrid y lo explica así: “Siempre les preguntábamos qué actividad no estábamos llevando al centro y les gustaría que hiciéramos. Siempre salía la música, así que nos pusimos a pensar y nos preguntamos qué música escuchan ellos en el módulo, qué música les gusta”.

Ahí entra la parte flamenca del cajón. A ellos les gusta el flamenco, pero el cajón, la percusión, implica mucho más. “La percusión facilita la participación de forma individual y en grupo sin dar muchas indicaciones a cada componente y sin necesidad de que haya un conocimiento previo”, explica Sara Chapí, de Música Creativa. Según su tocaya Lendínez, gracias a este taller “tienen la motivación a máximos. Viven en la exclusión de la exclusión y tener una motivación en conjunto hacia algo cultural es muy importante. Hay gente a la que ha unido el taller. Gente que antes no tenía relación, que justo se decían hola y adiós, y ahora sí tienen relación porque tienen una motivación conjunta”. 

Estas sensaciones las comparte Santi Poza, músico flamenco y responsable de impartir los talleres. “Están contentos, les entretiene, pasan un rato guay y además se están atreviendo con cosas como cantar, incluso uno ha descubierto que le gusta hacer letras y está todo el día escribiendo”. Para Pilar Blanco, técnico de Cultura de Plena Inclusión Madrid, la percusión ha sido el detonante y ya hay internos que han pedido tocar otros instrumentos. “Se está transformando, la música como hilo conductor”, cuenta Pilar. Es lo que comentaba Sara Chapí, la percusión es más accesible porque es más sencilla, pero de ahí pueden surgir y están surgiendo otras iniciativas.

Hasta que los cajones llegaron al módulo no había allí ningún instrumento. Desde Plena Inclusión ven la cultura como palanca de inclusión y también como herramienta para recuperar la autoestima y la autonomía. “Participar de una actividad cultural les permite sentirse seres humanos que disfrutan de la música, es sentir que formas parte del mundo”, explica Pilar. “Te abre una posibilidad de ser más humano”. En cuanto a la recuperación de la autoestima, estos talleres les permiten sentirse capaces. “Por qué no voy a ser capaz de aprender a hacer algo”, dice Lendínez. “Tengo la oportunidad de demostrar que soy capaz”. En cuanto a la autonomía, estos talleres prueban que “no me tienen que dirigir todo el rato: ahora te levantas, ahora desayunas, ahora sales al patio…”, sigue Lendínez. Para Chapí es pasar a tener un rol diferente que posibilita conocer una parte de ellos mismos que no están acostumbrados a explorar.

Santi dirige la actividad pero también les da margen de elección. Hablan de la música que escuchaban antes de entrar a prisión. “Sienten que no hay peligro, pelea, conflicto”, cuenta el músico. Cada clase empieza con un recordatorio de lo que aprendieron en la clase anterior. “Cuesta un ratito hasta que suena guay”, dice Santi sonriendo. Después pasan a ensayar algún ritmo nuevo y siempre hay alguien que pregunta ¿puedo cantar? “Entonces buscamos un patrón rítmico que sea sencillo y acompañamos a quien quiere cantar”, cuenta Santi. Les están pidiendo poder usar los cajones fuera del taller. “A muchos les gustaría tocar a su rollo además de en el taller y lo vamos a intentar”, sigue Santi.

“Ellos te cuentan sus historias de vida y a mí me gusta que lo hagan”, dice Santi. “Cualquiera podría escribir un libro de su vida, ves que muchos lo han tenido complicado desde siempre”.

Sara Lendínez se acuerda de quien está escribiendo las letras sin parar. “Lleva veinte años en la cárcel encerrado en módulos conflictivos, ha estado en régimen de aislamiento…”. Al final en un centro penitenciario no es tan fácil tener acceso a las herramientas que permiten ser parte de la cultura, recuerda Chapí.

Otra cosa que se están planteando es hacer una recogida de CDs para mandarlos al módulo porque allí ellos tienen muy poquitos para poder escuchar música. “El tiempo en prisión se hace bastante aburrido, no hay novedades”, cuenta Santi. “Si les lleváramos CDs, los valorarían mucho y así además les das cosas nuevas que hacer. Ya tenemos a dos que se están juntando para ensayar, han cantado juntos, así que parece que fuera del taller siguen haciendo cosas”, concluye Santi. 

Soy periodista social freelance, creadora del blog Grandes Minorías y ganadora de los Premios 20Blogs. En 20minutos, además de contar historias de personas que como sociedad solemos ignorar, a través de Grandes Minorías, informo sobre discapacidad en Capaces.

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