La década de Felipe VI, una monarquía renovada en tiempos agitados

El rey Felipe VI, con la reina Letizia y la princesa Leonor
El rey Felipe VI, con la reina Letizia y la princesa Leonor
Henar de Pedro
El rey Felipe VI, con la reina Letizia y la princesa Leonor

"Hoy puedo afirmar ante estas Cámaras que comienza el reinado de un rey constitucional". Es una de las frases más recordadas del discurso que pronunció Felipe VI en su proclamación como rey, de la que el próximo miércoles se cumplirán diez años. Ante las Cortes, el nuevo monarca dejó claro que sería un rey de su tiempo, el nuevo jefe del Estado de una democracia consolidada que quería renovar la Corona manteniendo su esencia de garante de la unidad y la convivencia en España. Como él mismo dijo también en aquel acto solemne, el 19 de junio de 2014 comenzaba "una monarquía renovada para un tiempo nuevo".

El reinado de Felipe de Borbón comenzó tras unos años problemáticos para la monarquía por los escándalos en torno a su familia y de ahí el compromiso adquirido por el nuevo rey para avanzar en la regeneración y transparencia de la Casa Real. Pero fuera de Zarzuela, donde se han afanado en que impere la estabilidad, lo cierto es que echando la vista atrás no está siendo un reinado fácil para Felipe VI. La creciente inestabilidad política -que estrenó cuando apenas llevaba año y medio en la Jefatura del Estado-, con un Parlamento cada vez más fragmentado, el desafío soberanista en Cataluña o la pandemia de coronavirus han marcado su primera década al frente de la Corona. 

El rey Felipe VI, en su despacho de Zarzuela.
El rey Felipe VI, en su despacho de Zarzuela, en una imagen hecha pública con motivo de su décimo aniversario como monarca.
Casa Real

Transparencia y ejemplaridad

El rey no tuvo dudas tras su llegada al mando de la Jefatura del Estado: la opacidad que rodeaba a la institución se tenía que acabar. Cierto es que la monarquía parlamentaria es una de las instituciones mejor valoradas por los españoles, pero el monarca entendió que tenía que abrirla a los ciudadanos. La ejemplaridad y la transparencia fueron sus obsesiones desde el primer momento y así lo expresó en las Cortes durante su proclamación: "Deseamos una España en la que los ciudadanos recuperen y mantengan la confianza en sus instituciones y una sociedad basada en el civismo y en la tolerancia, en la honestidad y en el rigor".

Por eso, los primeros pasos los dio el monarca nada más llegar a la Jefatura del Estado, entre 2014 y 2015, y estuvieron orientados a prestigiar la monarquía y la institución: se diferenció claramente entre "familia real" y "familia del rey", se revocó el título de duquesa de Palma para la infanta Cristina después de su imputación en el caso Nóos, se aprobó un nuevo código de conducta de los miembros de Casa Real y normas sobre regalos y se decidió que se presentara un informe anual sobre las cuentas de la Casa Real.

Decisiones todas ellas sin precedentes a las que en los años siguientes el rey fue incorporando otras tan trascendentales como la publicación de su patrimonio -2,57 millones de euros-, la elaboración de una reforma por la cual el Tribunal de Cuentas fiscalizará los ingresos y gastos de la Casa Real, tal y como consta en el decreto que aprobó el Consejo de Ministros, y la creación de un inventario de todos los regalos que reciba la institución. Fue, según dijo en ese momento el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, "un paso muy importante en ejemplaridad y en materia de transparencia", haciendo así hincapié en los dos principios que rigen el mandato de Felipe VI.

A lo largo de estos años, y directamente relacionadas con la regeneración en Zarzuela, el rey ha tenido que tomar otras decisiones muy difíciles para él debido a los acontecimientos en torno a su padre, Juan Carlos I. La investigación que abrió la Fiscalía sobre las finanzas del rey emérito -diligencias que años después fueron archivadas- hizo que Felipe VI le suspendiera su asignación anual y anunciara que renunciaría a la futura herencia. Meses antes, su padre se había ya retirado de la vida pública. La marcha del rey emérito de España en agosto de 2020 fue el colofón a una crisis en la que el monarca ha subrayado su papel como jefe de la Casa Real con un estilo propio. 

El archivo de las investigaciones debido a la inviolabilidad de Juan Carlos de Borbón en los años en que ejerció como rey y la prescripción de delitos permitió su regreso a España -en forma de viajes para participar en regatas en Galicia o celebraciones familiares-. Estas visitas así como los encuentros en los que han coincidido -como el funeral por Isabel II de Inglaterra- han ido imprimiendo una cierta normalización en las relaciones padre-hijo y ya casi no se considera noticia que se dejen fotografiar juntos.

Inestabilidad política

Sesión solemne de proclamación de Felipe VI por las Cortes Generales, reunidas hoy en el Palacio de la Cámara Baja para este acontecimiento.
Sesión solemne de proclamación de Felipe VI por las Cortes Generales.
EFE/J. J. Guillén

El rey fue proclamado en 2014 ante unas Cortes Generales en un sistema político dominado por el bipartidismo. Pero año y medio después, todo había cambiado: mientras la serenidad y estabilidad imperaban en Zarzuela, la irrupción de nuevos partidos marcó el final de la política tal y como se había conocido en la España democrática durante el reinado de Juan Carlos I, y dio inicio a tiempos muy inestables políticamente hablando.

Un dato resulta muy revelador: hasta las últimas elecciones generales, las celebradas en julio de 2023, el monarca ha afrontado diez rondas de consultas con los partidos políticos en esta década, frente a las once que protagonizó su padre en sus cuarenta años de reinado.

El rey suele dirigirse a los ciudadanos en su discurso de Nochebuena y a través de sus intervenciones en eventos institucionales de diversos ámbitos, pero Felipe VI ha sumado dos ocasiones más a raíz de las dos grandes crisis que ha vivido España en los últimos ocho años: el desafío independentista catalán y la pandemia de la Covid-19. Dos discursos pronunciados en dos momentos muy críticos, pero extremadamente distintos entre sí.

El 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal y en medio todavía de muchas tensiones ante la incertidumbre de hasta dónde podían llegar los partidos independentistas, el monarca se dirigió a toda España para condenar con firmeza las actuaciones de los impulsores del proceso soberanista y acusarles de "deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado", vulnerando "de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente" y quebrantando "los principios democráticos de todo Estado de Derecho". También quiso transmitir un "mensaje de tranquilidad, de confianza y esperanza" a los españoles: "Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios democráticos son fuertes, son sólidos".

El rey Felipe VI, en su mensaje institucional del 3 de octubre de 2017 tras el referéndum del 1-O.
El rey Felipe VI, en su mensaje institucional del 3 de octubre de 2017 tras el referéndum del 1-O.
CASA REAL / EP

La pandemia de coronavirus dio lugar a un segundo discurso del rey fuera de los tradicionales de Nochebuena. Cuando los españoles estaban encerrados en casa para tratar de contener la epidemia, Felipe VI quiso mandar un mensaje de ánimo a la ciudadanía y de agradecimiento a los servicios sanitarios. También para pedir "unidad" y así poder "superar esta grave situación". "Este virus no nos vencerá. Al contrario. Nos va a hacer más fuertes como sociedad; una sociedad más comprometida, más solidaria, más unida. Una sociedad en pie frente a cualquier adversidad. Ánimo y adelante", resaltó.

El rey Felipe VI y la reina Letizia, junto a una bandera de España, durante el segundo homenaje a las víctimas de la pandemia de coronavirus, celebrado en el Palacio Real de Madrid.
El rey Felipe VI y la reina Letizia, junto a una bandera de España, durante el segundo homenaje a las víctimas de la pandemia de coronavirus.
Chema Moya / EFE

La preparación de Leonor

En esta década, en la que el rey también se ha implicado en multitud de causas sociales y se ha destacado como esforzado embajador de España en los numerosos viajes internacionales que realiza para apoyar el talento español fuera de nuestras fronteras, atraer inversiones y promocionar la imagen del país, el jefe del Estado ha contado con el permanente apoyo de la reina Letizia, quien con el paso del tiempo ha dejado de estar sometida a un escrutinio constante para ser reconocida de forma prácticamente unánime como uno de los principales activos de la monarquía.

Y en los últimos años de esta primera década de reinado, los reyes han dado un nuevo impulso a esa monarquía renovada con la preparación de su hija Leonor como heredera y futura reina de España. En 2014, la princesa tenía solo 8 años y aún quedaba mucho para que asumiera las funciones propias de su condición. Ahora, ya con 18, ha jurado la Constitución ante las Cortes y está formándose en las academias militares como futura jefa suprema de las Fuerzas Armadas. Su preparación para el papel que está llamada a desempeñar en el futuro marcará los próximos años de reinado de Felipe VI.

La princesa Leonor y el Rey Felipe VI a su salida tras el acto de jura de la Constitución ante las Cortes Generales.
La princesa Leonor y el Rey Felipe VI, a su salida tras el acto de jura de la Constitución ante las Cortes Generales.
Europa Press

Con la reina y la princesa celebrará el rey el próximo miércoles sus diez años en la Jefatura del Estado en distintos actos que tendrán lugar en el Palacio Real, entre ellos la entrega de una condecoración a 19 ciudadanos anónimos de toda España considerados ejemplos para la sociedad, un almuerzo con los poderes del Estado y un concierto ante la plaza de Oriente de Madrid.

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