Barcelona siempre respiró motor por sus cuatro costados. A dos o cuatro ruedas, motocicletas y bólidos recorrieron la ciudad y sus circuitos desde hace ya 125 años. Fue en diciembre de 1899 cuando la primera carrera tuvo lugar y, desde entonces, Barcelona se ha convertido en el epicentro del motor a nivel nacional, marcando el camino a seguir: el primer club destinado al fomento exclusivo del motor, el primer GP de España de Fórmula 1 y una industria de la que surgieron emblemas universales. ¿O quién no ha oído hablar de Derbi, Bultaco, Rieju...?
Y más de un siglo y cuarto después, la ciudad vuelve a respirar ese ambiente previo al gran espectáculo. Llega el GP de F1 en el Circuit de Barcelona-Catalunya, un circo planetario que aterriza en dos fases. El miércoles, con la exhibición por las calles, acercando al público la oportunidad de vivir un momento único. Y el fin de semana, la carrera: Verstappen, Sainz y Alonso en un trazado fetiche. La llegada de la F1 a Barcelona convierte a la ciudad en el epicentro del deporte mundial y deja un beneficio económico nada desdeñable. Valgan tres datos. La contribución neta del circuit a la economía es de unos 181 millones de euros, generando 2.670 puestos de trabajo a tiempo completo. Por último, la actividad del circuito genera un retorno fiscal a la administración de unos 49,3 millones. Semáforo en verde y que comience el espectáculo.
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