El súper pionero del 'low cost' en España que causó furor con sus escaleras mecánicas: "La gente no sabía cómo usarlas"

Tienda de Simago en la calle Uría de Oviedo.
Tienda de Simago en la calle Uría de Oviedo.
Pinterest
Tienda de Simago en la calle Uría de Oviedo.

En medio de un clima de optimismo y buenos augurios económicos, arrancaba España la década de los 60 del siglo pasado. El apoyo de los Estados Unidos y el abandono de la autarquía por parte de la dictadura franquista permitió un crecimiento económico y social que fue acercando poco a poco a los españoles a lo que se denomina sociedad de consumo, que no es ni más ni menos que la adquisición generalizada y en ocasiones en exceso de bienes y servicios por parte de un colectivo. 

En este contexto, surgieron novedosos comercios que contaban con una amplia oferta. Uno de los más recordados fue Simago, el primer supermercado de barrio con precios bajos que combinaba su oferta en alimentación con toda clase de productos: desde ropa y calzado hasta menaje, artículos de ferretería o electrodomésticos. 

Este modelo de negocio, inspirado en la distribución estadounidense y que mezcla el concepto de supermercado con el de bazar, como hacen a menor escala hoy en día reconocidas cadenas como Lidl o Aldi, fue una auténtica revolución entre los años 60 y 80 del pasado siglo XX. En definitiva, Simago pretendía que sus clientes resolviesen su compra diaria de alimentación y otras necesidades en un sola tienda.

"Eran locales pequeños de unos 1.000 metros cuadrados máximo donde en su gran mayoría las amas de casa - sus principales clientes- podían ver muchos productos en un espacio reducido. Era una mezcla entre bazar y supermercado, con todo muy accesible. Esta diversificación en su oferta posibilitó que los precios fueran más bajos al tenerlo todo concentrado en un mismo local. Ese fue el gran triunfo de Simago en una España donde esto no existía", explica a 20minutos Manuel Molina, profesor de economía de la empresa de la Universidad CEU San Pablo. 

Simago abrió su primera tienda en Madrid tras su fundación en 1960 con un capital de seis millones de las antiguas pesetas, pero su gran salto hacia la expansión nacional llegó en 1963, cuando la  compañía francesa Prisunic, líder europeo por entonces en el segmento de almacenes populares perteneciente al Grupo Printemps, entró en el capital de la empresa y se hizo cargo de la gestión de la cadena.

En apenas cincos años, el negocio pasó de tener cuatro tiendas en España (Madrid, Santander, Oviedo y Gijón) a contar con presencia en casi una veintena de ciudades españolas. En 1973 ya tenía hasta 34 establecimientos repartidos por casi todo el territorio nacional -excepto en Baleares y Navarra- y tres años más tarde alcanzó los 50 centros. 

Logo de Simago.
Logo de Simago.
WIKIMEDIA

Productos hasta un 15% más baratos

Rafael Castro Balaguer, en su tesis doctoral Génesis y transformación de un modelo de inversión internacional: el capital francés en la España del siglo XX, presentada en la Universidad Complutense de Madrid en 2011, señala que la "fórmula desarrollada por la cadena respondía a la de almacenes populares situados en el centro de las ciudades y en los barrios más populares, pues buscaban una clientela de proximidad".

Balaguer precisa que la oferta de Simago se componía de unos 1.500 artículos, fundamentalmente alimentos no perecederos, y que su potencial se basaba en que "podía dar servicio a todo tipo de clientela" y en los precios bajos que ofrecía en sus productos gracias a su política de compras, con la que conseguía "mantener del precio de venta entre un 10-15% más barato que las fórmulas comerciales clásicas". 

"Redujo los precios de compra, al adquirir grandes cantidades de los proveedores, algo inusual en el mercado español", destaca el autor en su tesis doctoral, donde también desvela que la cadena apostaba por  "márgenes más ajustados" en las ganancias "que deberían compensarse con una mayor rotación de los productos". A esto hay que sumar su apuesta por constantes promociones y ofertas. 

Por último, otro aspecto que resalta Balaguer de la huella que ha dejado Simago en la distribución es "el diseño blanco y aséptico de los productos propios", lo que explica el nacimiento del término 'marca blanca' para designar a los productos pertenecientes a una cadena de distribución. 

Fiebre por sus escaleras mecánicas

Pero si hubo algo que se recuerda especialmente de Simago eran sus escaleras mecánicas, que causaron furor entre los clientes, sobre todo en pequeñas localidades. "En esa época era algo muy inusual salvo en ciudades como Madrid. Galerías Preciados también las tenía en algunos centros. Era una apuesta de la empresa por algo que estaba pasando en el exterior y una forma de transmitir una idea de modernización", asegura el profesor Molina. 

"La gente no sabía cómo utilizarlas y había muchas caídas. Era una verdadera atracción, sobre todo para los niños", recuerda para este medio un antiguo empleado de la tienda de Cádiz, que se inauguró en la capital gaditana hace 50 años.

"Simago fue una auténtica revolución en la época. Podías entrar solo a mirar, sin comprar, y había una gran afluencia de gente. Fue una pena que desapareciera. Era una empresa modélica y con muy buen ambiente entre los empleados. Prueba de ello es que hemos seguido manteniendo el contacto entre nosotros", afirma. 

El éxito de Simago se fue apagando en los 80. En 1986, el Grupo March adquirió el 100% de Simago y posteriormente lo vendió a la empresa de Hong Kong Dairy Farm International Holding, que intentó reflotar sin éxito el negocio con un cambio en la estructura de ventas. El fin de la marca Simago llegó en 1997 con su venta a Continente (ahora Carrefour). Las tiendas empezaron a operar entonces bajo la marca Champion y hoy en día son Carrefour Market.

Suscríbete a la Newsletter de Mi Bolsillo para recibir los mejores consejos y trucos que te permitirán sacarle el máximo partido a tu presupuesto.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento