Música

De tocar en bautizos a llenar plazas de toros: La Plazuela triunfa con su fin de gira en Granada

La Plazuela durante su concierto en Granada del sábado 15 de junio
@eriksuso

Hay varios corrillos de gente; los gitanos chicos cantan flamenco mientras los de La Plazuela controlan sus nervios como buenamente pueden: empezaron la gira metiendo a 150 personas en una ridícula sala de Madrid, pero hoy la van a cerrar con más de 9.000 en la icónica plaza de toros de Granada.

Hablar de La Plazuela es hablar de pureza y mestizaje; es hablar de flamenco y tradición, pero también de innovación y picardía. Hablar de La Plazuela es hablar de muchos estilos en un mismo grupo, pero es hablar también de uno de los éxitos más rotundos que se recuerdan en el flamenco fusión.

Formados por el dúo de El Nitro y El Indio, aunque acompañados de varios músicos más, este indescriptible grupo nazarí nació en el año 2016, cuando, siendo incapaces de conseguir un permiso del Ayuntamiento de Granada para tocar en la calle, decidieron meterse en el local de la abuela de uno de ellos para cantar allí al son de la nicotina y las litronas: aquella salita era como una plazuela techada, por eso se empezaron a llamar La Plazuela Techá, aunque luego se desprendieran del epíteto. 

Los principios son siempre chungos y, como ellos mismos han reconocido en varias entrevistas, empezaron a tocar en bautizos y comuniones por 50 euros. Al principio tocaban versiones, pero la cosa fue a más, a mucho más, y no solo empezaron a poder vivir de sus propias canciones, sino que en tiempo récord, gracias al disco Roneo Funk Club, tuvieron que pagar el salto a los grandes recintos: hoy, sábado 15 de junio, es el ejemplo perfecto de esta progresión, pues van a tocar frente a 9.500 personas en la plaza de toros de Granada.

Aunque jueguen en casa y frente a su gente, los nervios se palpan en el backstage de los artistas. Mientras ellos saludan y cierran los últimos detalles con la promotora, los amigos y colaboradores saludan y se sacan guitarras – que se note que esto sigue siendo flamenco – para calentar la voz y el espíritu antes del recital, que promete ser una fiesta.

Entre bambalinas, que no son otra cosa que el recinto donde los toreros se calzaban el traje de luces antes de salir a matar, lo que más se comenta es el ascenso meteórico del grupo. “Lo de ellos ha sido flipante”, comenta en una pequeña entrevista off the records alguien perteneciente al equipo encargado de cerrar las fechas del grupo. “Hemos tenido que cambiar de salas durante la gira”.

“Empezamos la gira en La Sala Sol de Madrid, en la que caben 150 personas, y tuvimos que cambiar la fecha a la Joy Slava. También en Madrid, sacamos entradas para La Riviera y tuvimos que mover el concierto a Vistalegre. Con la experiencia, los equipos sabemos cuándo un artista va a subir, y este fue el caso cuando sacaron Roneo Funk Club”, asegura entre bastidores.

Lo cierto es que tras la publicación de Roneo Funk Club, álbum en el que le dan una vuelta al concepto del flamenco para fusionarlo con sonidos funkis e incluso techno, La Plazuela comenzó a subir como la espuma y a agotar todas las entradas. De hecho, está todo vendidísimo para este concierto.

Cuando quedan escasamente veinte minutos para el show, la plaza de toros, tanto la arena como las gradas, está rotundamente llena; los escasos huequecitos que quedan entre la piedra de los asientos están ocupados por los vendedores ambulantes de cerveza, que hacen su agosto con esas mochilas amarillas pesadísimas.

La Plazuela en el backstage, minutos antes de salir a tocar frente a 9000 personas
@eriksuso

A las nueve puntuales y justo cuando empieza a anochecer, La Plazuela salta al escenario y el público los recibe con locura; además del dúo, saltan varios coristas y el resto de miembros de la banda. Van vestidos de un blanco impoluto, como la nieve perenne que se ve en el Mulhacén. 

En general, el show fue una transmutación constante de sonidos en un ambiente privilegiado; era imposible no disfrutar, aunque el flamenco no sea el punto fuerte de uno, con las voces rasgadas de los cantaores, las cuales dejaban paso también a potentes melodías entre techno y poperas que hacían brincar la plaza como un bicho en una charca.

Si el concierto empezaba con La Ida y Primerica Helá, ya avanzada la mitad del show sorprendían al finalizar Antigua Judería, canción techno y potentísima, con un fingido apagón. Tras unos segundos en negro, se proyectaba en el escenario un vídeo que explicaba la situación de los distritos del norte de la ciudad, unas zonas populares de Granada en las que, al mismo modo que en la Cañada Real de Madrid, llevan años sufriendo cortes de luz que dejan a personas desamparadas sin un suministro básico.

Tras el momento para acordarse de sus vecinos, La Plazuela encaraba el final del concierto proyectando hacia el público una potentísima energía que hizo que la sonorización del espectáculo, realmente bien conseguida tratándose de un recinto tan grande, fuera incapaz de superar las gargantas de aquellos 9.500 granaínos y demás (no solo había banderas de Andalucía, sino que se podía ver incluso alguna del Racing de Santander).

El último tramo del concierto fue unas de las mayores locuras vistas jamás en un espectáculo en directo; primero, con la voz flamenca en ascuas, David de Jacoba erizó la piel de todo aquel con un gramo de alma para después, con la compañía del resto de colaboradores, ponerse todo a tirar flores al público, donde se celebraba el espectáculo como un ritual en un coliseo prosaico. 

Para acabar, dejando durante unos minutos el flamenco para centrarse más en lo techno, los de La Plazuela reventaron la ciudad de la Alhambra con La Vuelta, canción que fue recibida como una auténtica fiesta y que acabó con una brutal lluvia de vasos de plástico sobre el público (me sé de unos cuantos que salieron empapados).

La Plazuela durante su concierto en la plaza de toros de Granada
@eriksuso

Tras el éxtasis del concierto, los de La Plazuela volvieron a la normalidad, aunque no hubiese normalidad de ningún tipo. Fuera del backstage, familiares y amigos se agolpaban para dales la enhorabuena mientras ellos, volando en nubes blancas, eran incapaces de asimilar lo que acababa de pasar. 

Desde luego, no estaban en un bautizo. Será difícil volver a verlos tocar en uno.  

Colaborador '20minutos'

Periodista cultural, columnista, repotero y lo que surja; ha colaborado con una docena de periódicos y radios. Centenial que intenta explicar el centenialismo. Autor de 'Más allá de la noche' (Akal Ediciones, 2022)

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