¿Por qué puedes dormirte en el sofá pero después no concilias el sueño en la cama?

  • Si tienes problemas para dormir, acude a un médico para identificar y corregir malos hábitos de sueño, así como tratar cualquier condición subyacente que afecte al descanso.
Si asociamos el sofá a una actividad relajante, como leer o escuchar música, podemos condicionar nuestro cerebro a asociar el mueble con el descanso y caer dormidos.
Si asociamos el sofá a una actividad relajante, como leer o escuchar música, podemos condicionar nuestro cerebro a asociar el mueble con el descanso y caer dormidos.
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Si asociamos el sofá a una actividad relajante, como leer o escuchar música, podemos condicionar nuestro cerebro a asociar el mueble con el descanso y caer dormidos.

Tras una jornada agotadora y una cena reparadora, la mente y el cuerpo piden descanso. Es un clásico que todos hemos vivido alguna vez: acurrucarnos en el sofá, encender la televisión y comenzar a ver esa serie que nos tiene enganchados o la última película que ha estrenado la plataforma de turno. La idea es simple: disfrutar de una historia envolvente y de nuestro tiempo de ocio antes de irnos a la cama, pero muchas veces, el sueño nos vence antes de que acaben los créditos iniciales. Es una situación tan común que se ha convertido en un meme recurrente en las redes sociales.

Dormir en el sofá frente a la televisión puede parecer una idea tentadora para muchos, especialmente después de un largo día. Sin embargo, cuando llega el momento de ir a la cama, conciliar el sueño puede convertirse en una tarea difícil. ¿A qué se debe este fenómeno?

Factores que influyen en el sueño en el sofá

La principal razón por la que podemos quedarnos dormidos en el sofá es la presión del sueño, que se refiere a la necesidad natural de dormir que aumenta con el tiempo que pasamos despiertos. Cuando estamos cansados, nuestro cuerpo libera melatonina, una hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia. Cuanto más tiempo estemos despiertos, mayor será la cantidad de melatonina que se libera y, por lo tanto, mayor será la probabilidad de quedarnos dormidos.

Relacionado con el sueño está nuestro ritmo circadiano, que es el reloj interno que regula los periodos de vigilia y sueño en un ciclo de aproximadamente 24 horas. Este ritmo se ve influenciado por factores externos como la luz y la oscuridad. Por la noche, la producción de melatonina aumenta para inducir el sueño, lo que explica por qué podemos quedarnos dormidos fácilmente en el sofá cuando estamos expuestos a condiciones relajantes como una luz tenue y actividades tranquilas que abstraen nuestra mente.

Otra razón es que el sofá puede convertirse en un estímulo condicionado para el sueño si lo asociamos con la relajación y el descanso. Por ejemplo, si nos ponemos cómodos para ver películas, leer o escuchar música relajante en el sofá, nuestro cerebro puede aprender a asociar estas actividades con la hora de dormir. Este condicionamiento facilita que nos quedemos dormidos, debido a la combinación de un entorno cómodo y la falta de estímulos estresantes o estimulantes que puedan mantenernos despiertos.

Dificultades para dormir en la cama

Por otro lado, cuando llegamos a la cama, a menudo nos encontramos con una mayor cantidad de pensamientos y preocupaciones, lo que puede dificultar la conciliación del sueño. La cama, junto con el entorno silencioso del dormitorio, puede convertirse en un lugar donde se intensifican los pensamientos rumiantes, dificultando el descanso.

Las actividades que realizamos antes de acostarnos también pueden afectar nuestra capacidad para dormir. Por ejemplo, si usamos dispositivos electrónicos justo antes de acostarnos. Además, las actividades como lavarnos los dientes, la vajilla de la cena o cambiar las sábanas justo antes de meternos en la cama pueden mantenernos en un estado de concentración y atención que no es propicio para el sueño.

Por otro lado, si hemos dormido en el sofá durante una hora o más, tendremos menos presión del sueño al trasladarnos a la cama. Esto se debe al ciclo de sueño, que pasa por diferentes fases a lo largo de la noche. Dormir en el sofá puede cumplir parte del ciclo y reducir la necesidad de dormir cuando finalmente nos acostamos en la cama.

Tener malos hábitos de sueño también puede agravar este problema. Beber cafeína o alcohol, fumar, hacer ejercicio intenso cuatro horas antes de acostarnos o participar en discusiones estresantes pueden dificultar la conciliación del sueño.

Si las dificultades para dormir en la cama persisten o se vuelven crónicas, es importante consultar con un médico para descartar posibles problemas médicos secundarios y recibir un tratamiento adecuado.

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