OPINIÓN

Ya no se puede decir nada

Victoria Abril, en 'El Hormiguero'.
Victoria Abril, en 'El Hormiguero'.
ATRESMEDIA
Victoria Abril, en 'El Hormiguero'.

"Ya no hay libertad, no somos libres de decir ni de pensar lo que queremos" Lo soltó en su última visita a El hormiguero la actriz Victoria Abril, experta en encender polémicas virales. Por esta también le cayeron leches, sobre todo porque estaba lanzando el mensaje desde el programa de más audiencia. Victoria me merece más respeto como actriz que como entrevistada, pero en esto tiene razón. Más o menos.

En España ya no te meten en la cárcel por vestir la camiseta de un partido político (por hacer un chiste ya tal). La pluralidad ideológica está blindada por ley, aunque en redes sociales el código penal es otro. Si alguien saca los pies del tiesto, los jueces de lo políticamente correcto lo señalan, linchan y amenazan con cancelarle. A veces lo consiguen, por mucho que los que llevan las antorchas digan que la cultura de la cancelación no existe.

Las llevan los de un lado y otro, aunque sorprende más cuando lo hace la izquierda ‘progresista’. Desde el victimismo, y con la excusa de que peligra la democracia, montan escraches online (prefieren llamarlo crítica) contra el disidente hasta callarlo. Si es famoso no suele funcionar, ya que tiene músculo para frenar el golpe; por eso, los fans de la cancelación dicen que no existe, que sus víctimas acaban volviendo a El hormiguero.

Con quien funciona es con el común de los mortales, que borran sus tuits más incendiarios antes de publicarlos porque para qué. En internet hay tan poca libertad para decir lo que uno piensa que no se puede ni insinuar que no hay libertad para decir lo que uno piensa. La neoinquisición dice que lo suyo no es censura porque esa la ejercen los poderosos, como si las redes no tuvieran ya más poder que muchos medios de comunicación. Mira que podían ser un buen espacio de debate, pero no hay escucha ni respeto.

Normal, tampoco lo hay entre los que gobiernan: que Óscar Puente tuitea «saco de mierda» con igual ligereza que la derecha que «le gusta la fruta». Y luego está el victimismo de Sánchez en forma de cartas online por los problemas de su esposa que desvía en peligros para la democracia y censura a la máquina del fango. Los mismos mecanismos que los de las antorchas, casi como si los legitimara.

Ahora los de siempre me llamarán ‘cuñado’ porque lo de que no se puede decir nada lo escribo en un periódico. Me voy a hacer un poco la víctima que se ve que funciona. Escribir opinión me cuesta un montón de unfollows, en redes y en la vida. Al decidir el tema hago una lista de amigos y familiares que igual se ofenden, por ver si me compensa.

He perdido la cuenta de los conocidos a los que les caía genial, pero dejaron de darme like unas columnas después (algunos hasta se unieron a mi club de acosadores en redes). Por escribir opinión hay trabajos de los que sé que no me van a llamar. Hay libertad para decir lo que uno piensa, pero puede tener consecuencias como si no la hubiera.

Carlos Miranda es escritor

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